Bajo el Río

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Érase una vez una joven llamada Aquamarine. Era la más pequeña de cinco hermanas y estaba maravillada por los colores de Rintiero. Veía las casas alrededor suyo repletas de diferentes tonos: rosados, amarillos, naranjas, celestes.

Pero el lugar que más le gustaba visitar era el río Langstone. Pasaba horas allí, nadando o disfrutando del sol en la orilla. De hecho, tenía su cabello oscuro bastante arruinado por pasar tanto tiempo bajo el agua.

Solía recoger objetos extraños que encontraba en el fondo, los llevaba a su casa y los coleccionaba como pequeños tesoros. Muchos podrían creer que eso la haría algo extraña, pero ella quería pensar que es lo que la hacía especial. Ella los consideraba sus propias obras de arte. Sin embargo, ese no era su rasgo más llamativo. Era su voz. Aquamarine cantaba hermosamente, tenía la voz más hermosa de toda Primoria probablemente.

Una tarde estaba yendo a la costa cuando oyó unos gritos. Llegó justo a tiempo para ver un bote alejándose mientras algo se hundía en el río. ¿Era eso una persona?

Aquamarine ató una soga a un poste y se sumergió al agua, nadando hasta llegar al lugar en el que había visto el cuerpo. Finalmente lo alcanzó y con la ayuda de la soga, pudo llevarlo a la orilla.

Era un joven muy atractivo y afortunadamente aún respiraba. Ella pasó los dedos por su cabello mientras le cantaba, esperando a que despertara. Lo había visto antes. Siempre bajaba de su barco muy contento y lleno de energía. Su entusiasmo había llamado su atención de inmediato y había querido conocerlo. Era aún más apuesto de cerca.

Pero entonces, toda una fila de soldados llegó, separándola de él y llevando al muchacho al palacio. Aquamarine pronto comprendió que el joven era el príncipe de Ventralli.

La muchacha estuvo encerrada en su casa durante varios días, llorando desconsoladamente. Sabía que no volvería a verlo jamás, sus vidas eran tan diferentes. Hasta que no pudo más quedarse de brazos cruzados. Tomó su caballo y se dirigió a las montañas en donde se rumoreaba que había una mujer muy particular, quien otorgaba deseos a quien lo solicitara.

Recorrió caminos y rocas hasta que finalmente la encontró. La mujer iba vestida de negro, completamente cubierta a excepción de los ojos. Unos ojos oscuros que parecían saber demasiado.

La hechicera le ofreció un trato: le concedería una forma de vivir en la corte, pero a cambio ella perdería la voz. La joven dudó y se sintió muy triste al pensar en perder su bien más preciado, pero sabía que haría lo que sea para volver a ver al príncipe. La decisión ya estaba tomada.

La joven notó un resplandor en el collar de la hechicera. Si no lo supiese mejor hubiese creído que era un conducto, pero había algo muy malo en él. Su magia irradiaba una esencia oscura y desconocida. Y entonces se había ido, la luz al igual que su voz.

Unos días después, el príncipe la encontró algo desorientada en la costa, sintiendo que la conocía de algún lado. Ella usaba un vestido ajustado hasta las rodillas que se ampliaba hasta llegar a los pies. Una bonita máscara con forma de pez adornaba su rostro. El joven se emocionó al pensar que era la chica que lo rescató, aquella con una voz tan hermosa que jamás podría olvidar. Pero cuando se acercó a ella, descubrió que era muda, y sus ánimos decayeron un poco.

Aún así, ambos compartieron cada vez más tiempo. Aquamarine lo llevaba a la orilla del río Langstone y le mostraba los objetos que encontraba. A veces tan solo se quedaban a disfrutar del sol y del uno al otro. O ella tocaba el arpa en una de las grandes salas del palacio, mientras el joven apreciaba su talento maravillado. Pero el príncipe no podía abrir su corazón a nadie más que no fuese la joven con la voz única. Y Aquamarine se fue entristeciendo al notar que la atención del joven estaba en otro lugar. Pero pasar tiempo con él era mejor que nada.

Entonces apareció una mujer. El príncipe estaba fascinado con ella, como si estuviera hechizado. Aquamarine sintió su corazón rompiéndose en pedazos. La hechicera le había advertido que si el príncipe se casaba con alguien más, ella caería en un profundo sueño del que jamás despertaría.

Un compromiso fue pactado y Aquamarine perdió toda esperanza. Entonces reconoció los ojos de la hechicera en la prometida del príncipe. No podía desenmascararla porque no tenía voz, pero entonces notó su collar y se lo arrancó del cuello, tirándolo al suelo y rompiéndolo en pedazos. La hechicera perdió todos sus poderes, el príncipe salió de su oscuro hechizo y Aquamarine recuperó su voz.

El joven la miró asombrado, reconociendo la voz que perseguía sus sueños.

"Sabía que eras tú. Cuando te conocí, lo sabía."

La muchacha se puso más que contenta y corrió a sus brazos, uniéndose a él en el que sería el primero de muchos besos en su felices para siempre.

Érase una vez en VentralliWhere stories live. Discover now