Cap. 46

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¡Estoy besando a mi maldito jefe!

El problema principal ahora es que estoy rígida como la mierda y al parecer, él también. No sé quién ha hecho que nuestros labios se junten, pero creo que no ha sido lo mejor.

Abro un poco mi boca respirando con más difícultad aún de la que ya antes tenía. Maldición. Éste va a ser un momento épico de mi vida. Siempre.

Mi jefe, el seco. ¡Mi maldito Jefe! ¡Me he besado con mi maldito jefe!

Realmente no sé cuántas veces he dicho maldito en mi mente y aún estoy besando al hombre. O, bueno, lo que sea que podríamos decir que es el momento incómodo de nuestros labios juntos. ¡Esto es una pesadilla!

Una pesadilla que te va a encantar...

¡Cállate maldita conciencia o lo que sea que es con quien yo hablo!

Siento también el aire que es expulsado de los labios de mi jefe. Nos estamos viendo el uno al otro y sinceramente, esto es una mierda. Y más sabiendo que lo que él expulsa es lo que ya ha retenido de lo que yo he expulsado y que yo estoy reteniendo lo que él está expulsando para luego yo volver a expulsarlo.

Sí, porque he despegado un poco mis labios de los de él. No quiero que esto siga. Pero debo ser buena chica y desapartarme. Quiero desapartarme. Debo de hacerlo.

¡¿Pero de dónde saco las fuerzas, señor?!

Creo que al recordar que él sabe que soy virgen me hace abrir los ojos y por tanto, despergarme.

Ambos carraspeamos y tratamos de estar lo más normal posible, luego de que todo eso pasara.

Realmente éste es el momento más incómodo de la vida. No sé si lo mejor será hablar como si nada ha pasado o simplemente ignorarlo hasta que abran las puertas. Pero no sé si comenzar a hacer un bullicio cuando quizá piense luego que eso ha sido peor y que no le quiero volver a ver. Porque de alguna u otra manera, quiero verle, volver a... ¿Besarlo?

Pero si luego me quedo callada será un mal momento para mí también y creerá que me tiene loca porque sólo con eso ha podido calmarme. No sé qué hacer y ni es un buen momento la verdad.

Pero no quiero que el momento incómodo sea para mí. Si quiere despedirme, que lo haga. Al final de cuentas si hago o no un bullicio, seguro me va a despedir.

- ¡Ayuda! ¡Abran la puerta del ascensor! ¡AYUDA!

Help... Help...

Me resbalo contra la pared de los lados del ascensor y entro entro mi rostro entre mis manos. Estoy dando un estúpido espectáculo a mi jefe.

¡Maldición!

Aparte, seguro que ya no tengo empleo. Pero no tengo idea quién besó a quien. Seguro fue él. Aunque, él nunca lo haría. Es decir, es... Él. ¿Por qué querría hacerlo?

Ha, ya me escucho como buscando razones del por qué él lo hizo. Soy estúpida. Seguro y fue que yo me caí y caí así.... Sí, eso hubo de ser.

Vuelvo a levantarme para tocar con los puños cerrados la puerta de la caja de metal que hizo hace unos momentos, de mi vida, una mierda. No creo que haya nadie.

Suspirando, me volteo sólo para ver a mi jefe mirando fijamente mis ojos. Creo que está demasiado rígido y... Molesto. Suspiro nuevamente y bajo la mirada.

Esperen.... No, seguro y soy yo alucinando. Sí, eso ha de ser. Pero, no. Estoy más que segura que los pantalones de mi jefe no estaban así como tienda de campaña hace unos minutos. Abrí los ojos como platos y lo miró con la respiración nuevamente acelerada. Él se ve normal. Esquivo su mirada. Dios, esto es incómodo.

Es que si le pregunto, él me preguntará qué qué hacía yo viendo su... Pues esa parte de su pantalón. Mejor ignoro todo eso y vuelvo a...

Antes de que pueda siquiera detenerme, el ascensor está nuevamente meneándose. Y otra vez, mi jefe como todo un caballero me toma de la cintura. Pero esta vez no hay beso. Sólo estamos pegados demasiado el uno del otro.

Nuestras respiraciones vuelven a ser algo aceleradas. Bueno, la mía mucho más que la de él. Pero la de él también lo está. Nos miramos a los ojos y trago saliva. Maldita vida.

Pero ya, sólo eso faltó, esa mirada que me dio para que yo me pegué como una loca a sus labios. No los nuevo, los dejo sólo así, pegados los unos de los otros. Siento cómo él entre abre sus labios y acaricia los míos. Suavemente.

Yo, le devuelvo el gesto y, tras acomodarlos bien, pasó mis manos desde los bíceps de él, hasta sus hombros. Siento cómo él sube una de sus manos hasta mi cuello y me pega más a él. Acaricia mi cabello, mientras me besa. Un beso algo tonto, debo aclarar, pero que se siente bien. Se siente correcto.

Sin aguantarlo más, me pego aún más a él y subo una de mis manos hasta su cuello donde comienzo a hablar su cabello. Un gruñido escapa de sus labios y baja un poco su mano hasta apretar mi trasero, haciéndome gemir para luego volver a unir nuestros labios.

Sus manos siguen allí, mientras uno de sus dedos dibuja círculos imaginarios haciendo que algunos escalofríos no se vayan de mi cuerpo. Mi mano sigue tomando de su sedoso cabello haciendo risos con ellos en mis dedos.

Sin aire, me aparto un poco de él y trato de calmar mi respiración. Abro suavemente los ojos, viendo que los de él siguen cerrados. Abro los ojos muy exageradamente mientras me despego como si su cuerpo quemara, como si fuera un veneno. Él abre sus ojos y me mira intensamente. Oh, Dios, ¿Qué hice?

Trago saliva y trato de arreglar mi cabello. Lo bueno de todo esto, es que como el ascensor está a oscuras, no creo que las cámaras de seguridad captaran aquello. Digo, si es que funcionan sin luz.

Esto es demasiado incómodo. Ninguno de los dos ahora habla. Ahora estamos en un incómodo silencio.

El ascensor se remueve y ahora hay luz. Me pego de la pared para no caer. Maldición, que por casi caer dos veces, es que estoy en esta situación.

Las puertas del ascensor se abren y salgo lo más rápido de allí. Camino rápido para que él no me llame, o lo que sea. Aunque dudo que lo haga, sólo estoy tratando de sentirme menos mal conmigo misma pensando que alguna vez él quisiera hacer eso. Maldición. Maldito jefe, malditos jefes.

Cuando llego a la cafetería, aún sigo en shock. Siquiera sé cómo es que pude hacer todo esto y no morir en el intento o qué sé yo.

Tomo asiento en la típica mesa de siempre y espero a que las chicas, que están en la barra, se acerquen. Pronto las tres lo hacen. Luego recuerdo a Alice decir lo que ha dicho ayer y aprieto mis labios.

- Yo... Lo lamento, sé que debes de sentirte mal y avergonzada por lo de ayer, pero es que me he emocionado mucho. Creo que no fue el momento o lugar para hacerlo.

La miro y luego sonrío. Creo que lo que ha pasado hoy a la salida, es un poco peor que lo de ella. Pero aún así ella no debió de decir así.

La disculpo y rápidamente voy. Ellas no preguntan mucho porqué porque piensan que es por lo del día anterior. Pero aunque yo misma sé que no es así, no lo desmiento porque sé que esto es muy complicado para mí. No quiero pensar si él vuelve por casualidad de la vida a la cafetería.

Cuando al fin llego a casa, me tiro sobre el sofá y caigo rendida. No quiero ir a trabajar mañana.

¿Qué tal una carta de renuncia?






Hola chicas, ¿Qué tal?

Bueno, me he dado cuenta de algo. El puto Internet que se paga mensual, sólo se puede usar los fines de semana. Por lo tanto, sólo puedo escribir o mejor dicho, actualizar los fines de semana.

Aquí son las 2:23am así que espero que tomen aprecio al capítulo.

Besos psicológicos

Maldito Jefe © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora