Cap. 10

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Cuando regreso para ir a buscar una ropa para ir a la reunión me lo encuentro sentado en la cama. Supongo que pensando y cuando me mira me pierdo en sus ojos... idiota.

Rebusco en mi maleta y encuentro qué ponerme. Una camisa holgada y una falda. Me dirijo de nuevo al baño y me quito el albornoz y comienzo a ponerme las pequeñas braguitas y el sujetador. Me puse el vestido y unos tacones y fui hasta el lavamanos y me dispuse a cepillar mis dientes.

Me voltee y me quedé perpleja al ver a mi jefe mirándome con los ojos como platos... ¡No cerré la puerta del baño! ¡Me ha visto desnuda! ¡Oh, por, Dios!

Camine hasta la puerta con decisión y cerré la puerta. ¡¿Con qué maldita cara lo miro yo a él?!

Aunque oigan... él tuvo la opción de dejar de verme e irse a otro lugar y dejar de observar mi cuerpo.

Abro la puerta con decisión y rápidamente lo veo. Tengo el ceño fruncido. Pero ninguno es culpable... Yo he dejado la puerta abierta y él miró. No lo puedo culpar por ello porque yo he dejado la puerta abierta. ¡Pero él pudo dejar de mirarme!

- ¿Qué hace usted mirándome mientras estoy desnuda? - dije molesta.

- No, por supuesto que no. Usted al parecer tuvo esa intención, que yo le mirara. No entiendo que le cueste tanto eso de reconocer que muere por mi atención. Y al parecer, como estoy ignorando que usted pueda ser una mujer, ha intentado llevarme a la cama. Si hoy he visto. Nunca he amanecido tomando a alguien de la cintura y esta es la supuesta primera vez. No me interesa usted - dice serio.

Cada palabra que ha dicho me ha molestado cada vez más. La primera persona que me ve desnuda y lo que me dice...

- Es usted un imbécil. Espero que para cuando regrese tenga mi cheque en manos porque después de este viaje, no lo deseo ver ni en pinturas. - le digo molesta tomando el albornoz que aún llevaba en vano.

Me dirijo al baño nuevamente. Tranco dando un portazo y me miro en el espejo frente al lavamanos. Lo odio. Me lavo el rostro y me sonrío a mi reflejo.

Tras unos minutos para que el jefe idiota termine de arreglarse - dura más que yo - y luego salimos de la habitación. Nos dirigimos al ascensor y me aleje lo más que pide de él. Maldigo el día en que decidí enviar mi historial a esa empresa. Agh. Con el jefe más imbécil... estúpido... maldito y... sexy de todos. Esperen... ¿¡Sexy!?

¡Qué cosas digo!

En el piso diez unas personas entran haciendo esto cada vez más pequeño. Mierda. Piso cuatro y ya estamos pegados. Y es que no tan sólo son las personas... sino, los camareros de allí con sus mesas para el servicio a la habitación.

Piso tres y ya no podemos más. ¡Vaya hora deciden entrar todos al ascensor! ¡Esto está organizado!

Llegamos al piso dos y mi respiración está sofocada con el hecho de que hay dos hombres junto a mi. Uno de algunos años mayor que yo - rubio - que hizo que mi cercanía que había entre yo y mi jefe se esfume - interponiéndose entre ambos- y que yo me sienta más incomoda aún. Al otro lado un hombre de algunos cincuenta y ocho años que no para de tratar de verme las tetas. Maldito bastardo.

Piso uno. ¡Oh, si! ¡Qué alivio!

Todos salen y yo salgo de ultima. Bueno... casi. Pero escucho una voz a mis espaldas antes de todo.

- Alexia Sullivan. Dos segundos para que me abrace - dice una voz detrás de mí y sonrío

- Hola, Marcus - dije tirando mi cuerpo hasta él.

- Hola preciosa, ¿Qué haces aquí? - pregunta sonriendo y abrazando mi cuerpo

- Pues ando trabajando. Con mi jefe. ¿Y que hay de ti?

Maldito Jefe © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora