Capítulo cinco | Someday

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—¿Crees que venga? —se detuvo, sintiéndose un poco mareada por las vueltas que había dado en su silla de escritorio cuando trataba de esperar porque no quería salir sola a enfrentar a las personas. Miró a Claire quien intentaba delinear su ojo izquierdo por cuarta vez en cinco minutos; y eso al parecer le enojaba más que el asunto del pavo.

Afuera, había música pero no tan alta como para no escuchar las voces animadas de los conocidos que habían invitado, colocando a Fred para que los recibiera aunque era claro que la mitad de todos ellos, eran invitados de él.

—¿Le diste bien la dirección? —se miró con atención en el espejo de la pared—. ¡Sí! —dio un pequeño salto con alegría al notar que había quedado como quería—. Ya hiciste lo que querías hacer, si no viene no es su problema. Se perderá de un bonito buffet y de conocer a las mejores personas que podría haber en este planeta.

—Ja-ja—soltó, con ironía y se puso de pie rápidamente, sintió marearse cuando lo hizo y se apoyó en el escritorio—. Creo que tengo hambre—dijo.

—No me digas que vas a usar eso—Claire la señaló viéndole a través del espejo.

—¿Qué tiene de malo? —se revisó a sí misma. Y después de recordar lo que Claire usaba, se dio cuenta de ello.

No es que se vistiera mal pero el vestido de lentejuelas plateadas de Claire hacía lucir mal su blusa azul marino con botones que compró con descuento el mes pasado. Realmente la diferencia de esfuerzo entre ambas era abismal.

—Así luces como si quisieras saltarte tu juventud y pasar a ser una adulta madura que trabaja para pagar la hipoteca de su casa—soltó sin respirar y caminando hacia su armario—. Tenemos una noche especial y extraño verte con atuendos bonitos, ¿lo harías por mí?

—No lo hago ni por mí.

—Sil—buscó entre su ropa, ignorando el comentario—. Tengo el vestido que me prestaste una vez, ese rojo bonito—se lo mostró, cerrando el armario para después dejarlo sobre la cama—. Solo póntelo y no me dejes morir en ridículo por si soy la única con un atuendo así.

—Planeaba no esforzarme mucho, solo quiero comer una rica cena de acción de gracias, tampoco quiero que Félix crea que lo quiero impresionar.

—Creí que no se trataba de una cita.

—Creí que era claro que la única razón por la que vendrá es porque cree que bonita—enarcó una ceja.

—Niña, un hombre debe entender que no lo haces para impresionarlo. Tú no giras alrededor de ellos. Y si Félix lo entiende, perfecto, cásate con él.

Tocaron la puerta un par de veces, y después de eso ésta se abrió; esperaban ver a alguien mayor pero sus miradas fueron a un poco más abajo del picaporte donde Eleanor asomaba su cabeza.

—Estoy aburrida y papá no me deja poner música—acusó, entró por completo y fue hasta la cama.

—¿Por qué no juegas con los gemelos? ¿Eh? —preguntó Silver.

—Tío Wes solo trajo uno y está dormido en la habitación de papá—intentó subirse, pero el tul de su frondoso vestido azul no se lo permitía fácilmente—, y no me dejan entrar porque haré ruidos que pueden despertarlo.

—Eleanor, mamá te busca—Wesley se asomó por la puerta que la niña había dejado abierta; sonrió al par de chicas que estaban ahí y colocó de nuevo su teléfono en su oreja—. ¿Cuándo? —dijo—. Sí, ayer, ¿cuándo? —insistió—. No tiene sentido... espera—lo alejó nuevamente—. Claire, Roel llegó—avisó también.

La rubia asintió y comenzó a revisar que todo en ella estuviese bien antes de irse. Buscó algo dentro de unos de sus cajones.

—No quiero salir, no conozco a los demás—la niña saltó sobre la cama.

Dulce nada [ACR #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora