Erika: Día Nueve

20 1 0
                                    

La noche había transcurrido perfectamente, cenamos en un restaurante no tan caro y dejamos a la amiga de Alessa con sus padres. A decir verdad era una chica bastante... ¿interesante? La muchachita no había parado de hacer chistes tontos durante toda la noche. Sin embargo Alessa de igual forma no había parado de reír, comenze a cuestionarme si realmente era mi hija pero, por otro lado, se la había pasado bien por lo que no podía quejarme.

Íbamos a casa de Alessa cuando finalmente me hizo una pregunta un tanto fuera de lugar:

- ¿Por qué te separaste de papá? -preguntó con un tono de inocencia.

- Vamos Alessa, no soy tu padre, se que escuchaste todo ese día...

- Bueno, entonces dime ¿Aún lo amas? -por alguna razón mi corazón se detuvo un momento ¿todavía lo amaba? Lo más lógico era pensar que no pero, aquel sueño... ¿de verdad no significaba nada?

- El amor es algo abstracto ¿sabes? Aunque la verdad es algo que tu padre y yo perdimos desde hace mucho tiempo... -ella parecía entender lo que decía, aunque no notó mi vista nerviosa hacia el camino ni mis manos apretando cada vez más el volante- ... si buscas una respuesta concreta creo que esa sería no

- Ya veo... -se quedó pensativa y el silencio reino durante el tiempo suficiente para que me preguntara ¿de que iba aquella pregunta?- entonces ¿podrías ayudarme en algo? -preguntó con un tono salpicado de inocencia.

- ¿En que cosa?

- Quiero que me ayudes a conseguirle novia -casi que por reflejo despegue los ojos del camino para fijarlos en ella, de todas las cosas posibles ¿por que tenía que pedirme eso? ¿Cómo podría yo ayudarla en tal cosa? O mejor dicho ¿cómo se supone que lo viera con otra mujer?

La fugaz mirada no debió durar más de un par de segundos, tiempo suficiente para que no prestara atención al camino, tiempo suficiente para no notar las luces del vehículo que venía por la calle paralela, tristemente tiempo insuficiente para que alguno pudiera frenar o dar la vuelta, en fin, justo en el peor momento para tener un accidente. Después de eso todo se puso obscuro...

Abrí los ojos lentamente y me encontré con un techo blanco con una luz del mismo color, "¿dónde estoy?" Dije para mis adentros, todo el cuerpo me dolía un poco. Giré la cabeza a la derecha y luego a la izquierda, todo parecía indicar que me encontraba en un hospital. Mi memoria comenzó a refrescarse, puse mi brazo sobre mis ojos a fin de obstruir la enceguecedora luz que me impedía concentrarme.

- ¡Ah! Señorita Soldati, por fin despertó -la voz me resultaba desconocida por lo que moví mi mano una vez más y observe al sujeto que se encontraba a los pies de la cama. Era un hombre de clara edad avanzada, vestía una bata blanca y tenía una tabla con papeles en la mano derecha.

- ¿quien es usted? -pregunté con un aire inquisitivo.

- Soy el doctor Sanders, y me encargaron cuidarla por ahora, ¿tiene alguna molestia? -dijo con un tono amigable.

- Aggg me duele hasta respirar -contesté con el típico tono de molestia - pero ¿usted sabe qué me pasó?

- ¿No lo recuerda? Bueno, supongo que es normal, anoche usted tuvo un accidente automovilístico terrible, uno grave si me permite decirlo... -esa breve pero concreta explicación terminó de refrescar totalmente mi memoria.

- ¡Alessa! ¿Dónde está Alessa? -intenté reincorporarme pero el doctor me detuvo.

- Señora tranquilizece, aún no puede levantarse, está muy débil.

- ¡Pero necesito saber dónde está Alessa!

- ¿Alessa? ¿Se refiere a la chiquilla que venía con usted?

Cuentos de Princesas [Terminado]Where stories live. Discover now