PRÓLOGO

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Alexia entró a la casa de acogida con sus padres sonriendo, sus padres le habían dicho que iban a un sitio lleno de niños y ella, inocente, pensaba que jugaría con ellos, lo que Alexia no sabía era que sus padres y ella iban como organizadores de una cena benéfica y que los niños que vivían en esa casa irónicamente, servirían las mesas.

Alexia frunció el ceño al ver al primer niño vestido de traje con una pajarita y una bandeja en la mano, ese niño no tendría más años que yo, pensó ella.

-Mami – dijo la niña tirando de la falda de su madre - ¿qué hace? – dijo señalando al niño.

-Nos van a servir cariño – dijo sonriendo a su hija.

-¿Por qué? Son niños – dijo la pequeña sin comprender.

-Es complicado mi vida, lo comprenderás cuando crezcas – dijo haciendo que su hija soltara su falda.

Alexia frunció los labios, no quería esperar a crecer para entenderlo, quería hacerlo ahora.

Alexia estaba incómoda viendo como niños de su edad le servían la comida en el plato, mordía su labio nerviosa, no paraba de moverse y hacia unos minutos que había perdido de vista a sus padres.

Miró hacia atrás viendo las escaleras de la casa y sin pesarlo mucho se dirigió a ellas subiéndolas mientras se apoyaba en la baranda para no caer.

Al llegar a la planta de arriba Alexia oyó a alguien reír detrás de una puerta y sonrió pensando que al final podría divertirse en esta aburrida cena.

Abrió la puerta viendo a dos chicos, unos de que parecía de su edad y otro unos años mayor jugando a la play.

-Hola – dijo la niña sonriéndoles.

-Hola – dijo animado el chico de su edad, la niña sonrió mientras que el otro chico mayor hacia una mueca de desagrado con la boca.

-¿Puedo jugar? – preguntó Alexia nerviosa.

-Si – dijo el chico sonriendo – iré a por otra silla – dijo saliendo de la habitación.

Alexia se quedó mirando al chico poco mayor que ella sonriendo  fijándose en sus ojos grises, a la niña le parecieron preciosos y sintió la necesidad de acercarse a aquel chico, esté la miró frunciendo el ceño.

-Deberías irte – le dijo el chico con los ojos puestos en ella.

-¿Por qué? No he hecho nada – dijo Alexia haciendo un leve puchero.

-Solo hay que verte para saber que no eres de aquí – le contestó el chico señalando su vestido rosa – tienes todo a tu alcance, con solo chasquear los dedos tienes lo que quieres sin ningún esfuerzo, en cambio aquí tenemos que hacerlo todo nosotros y trabajar para gente como tú y tus padres – dijo el chico mirándola con recelo – que se creen que por dar un poco de dinero nos solucionan la vida y la verdad es que lo hacen para intentar sentirse mejor ellos mismos.

A Alexia le tembló el labio interior con las palabras que le había dicho el chico, una lágrima resbaló por su mejilla y se dio la vuelta saliendo de la habitación y bajando las escaleras con prisa queriendo estar con sus padres, cuando vio a su madre se abalanzó sobre ella abrazándola por las piernas con fuerza.

-¿Dónde estabas Alexia? – preguntó la madre a su hija.

-Paseando – le contestó su hija.

A Alexia le había molestado muchísimo lo que había dicho ese niño, pero lo que más le molestaba es, que con tan solo 8 años hasta ella sabía que él tenía razón, tenía toda la razón del mundo, ella chasqueaba los dedos y le servían la comida en la mesa, le limpiaban la habitación, la llevaban al colegio, sus padres tenían demasiado dinero, incluso para no poder gastarlo en toda su vida.

Lo que Alexia no sabía era lo que cambiaría su vida al escuchar las palabras de aquel chico.

Puntos diferentes [COMPLETA]Место, где живут истории. Откройте их для себя