Ese es un riesgo que no estoy seguro de tomar.

Ni siquiera cuando el agua de la ducha deja de sonar, cuando el frío se mete por mi cuerpo como un breve anuncio a eso que sólo significa una cosa bastante peligrosa: Jimin terminó de bañarse.

No lo es en lo absoluto cuando decido fingir que sigo en los brazos de morfeo, durmiendo cuál bebé sin preocupación; después de todo, siempre he sido bueno fingiendo.

La puerta del baño suena y unos pasos recorren la habitación, anunciando su trayecto hasta esa pequeña gaveta cerca de la cama matrimonial, escucho su voz carraspear un par de veces hasta que finalmente, los cajones de madera se abren y cierran unas cuantas veces.

Tal vez, sólo está sacando su ropa interior. 

Intento infinitamente mantener la calma y no echarme a llorar cuando cada minuto con él en la habitación se hace más eterno que el anterior, tanto como sus movimiento en esas puertas del armario, esas que rechinan un poco junto a los ganchos de ropa que se mueven uno tras otro cuando estoy seguro que debe estar escogiendo el traje adecuado. Solo deseo que se vista rápido y se largue. Que se largue y no regrese nunca más.

Los minutos pasan lentamente mientras siento la punta del colchón hundirse, amoldándose a ese cuerpo muy cerca de los pies. Muevo un poco la cabeza y de reojo lo veo de espalda, sentado, con su cabello húmedo y alborotado, con su espalda desnuda dejando a la vista ese particular lunar abajo de su nuca. Su cuerpo ligeramente formado se encuentra enfundado en ese pantalón negro que se afloja en la cadera, ese que deja ver el elástico de ropa interior con el  escrito en letras blancas. El mismo que le regalé para su cumpleaños hace casi seis meses.

Con un par de movimientos más confirmo  lo que había pensado; está secándose los pies. Y lo confirmo con mayor fuerza cuando mueve su mano para tomar un calcetín gris oscuro a un costado de su cuerpo. 

Solo unos minutos después lo veo levantarse de la cama, dándome la espalda mientras toma una camisa de vestir manga larga para deslizarla por sus brazos hasta abotonarla. Jimin-ah no tarda en bajar sus pantalones y por ridículo que parezca no puedo evitar pensar que ese mal nacido tiene un trasero perfecto, bonito y respingón, bien firme bajo la tela cuando sube su pantalón acomodándose la camisa por dentro. Un suspiro se escapa de mi cuerpo cuando finalmente lo veo caminar y terminar de abrir una puertita del armario para escoger una entre su gigantesca colección de correas de todos los colores y materiales, lo veo pasar sus dedos por cada una de ellas hasta detenerse en una negra, brillante y gruesa. La descuelga y la toma entre sus manos con delicadeza, la acaricia mientras gira levemente y no puedo evitar cerrar los ojos de golpe, apretándolos con terror cuando escucho el resonar de sus zapatos en mi dirección.

Mierda.

Respiro profundamente y giro sobre la cama tragándome las ganas de gritar, de llorar y maldecir por el dolor físico y psicológico. Pero, más que eso, reprimiendo el asco cuando siento el colchón hundirse en dos puntos a mi alrededor, encerrándome de una forma que no deseo.

Su aliento, el aroma de su perfume y todo lo que implica Jimin choca contra mi rostro, y yo, sólo deseo golpearlo, golpearlo como si mi vida dependiera de ello.

Más aún, cuando siento sus húmedos labios contra mi sien, en un gesto hipócrita que desaparece junto al peso de la cama, junto al sonido de sus zapatos cuando se retira de la habitación al terminar de arreglarse. Suspiro aliviado y me relajo un poco al saber que por fin se ha ido.

El motor de su auto se escucha a lo lejos en el momento que giro de nuevo sobre la cama quedando boca arriba, pensando seriamente si debería ir al médico. Sería lo más razonable. Pero simplemente no puedo ir así como si nada, no pasarían ni diez minutos de pisar el hospital cuando tendría a Hoseok-ah o SeokJin-ssi  interrogándome. De cierta forma, entrevistándome hasta la muerte.

PPOPPO -[HOPEV]  [Taehyung] [Hoseok]Where stories live. Discover now