Capítulo 41: Noticia

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Pagué la comida y me fui del bar inmediatamente. Me pararon dos médicos llamándome la atención porque estaba corriendo por los pasillos. No me importó, necesitaba llegar. A lo lejos podía ver a Belén agarrándose la cabeza con las manos. Me sentía rota, incapaz de caminar los pocos metros que me quedaban porque sabía que algo no andaba bien. Me vió y extendió sus brazos para abrazarme esbozando una gran sonrisa. Quedé mirándola extrañada y confundida hasta que emitió sonido.

- Se despertó, Bar.

Una felicidad extrema me invadió, sentía la necesidad de reírme fuerte, de agradecer a gritos, de comerme el mundo.

- ¿Ya la viste?¿Está bien?- pregunté agitada.
- Creo que está bien,- quiso seguir hablando y se quebró.- entró la enfermera y atrás un médico.- secó sus lágrimas y continuó.- Le empecé a hablar sobre vos y ella apretaba mi mano, me sorprendió pero no mucho ya que siempre lo hace.- Asentí.- Después dije que tenía que contarle algo...
- ¿Le contaste?- pregunté agarrando su temblorosa mano.
- Si, Bar...- apoyó su otra mano sobre la mía.- estoy embarazada.
- ¡Ay felicitaciones!- la abracé, luego tomé distancia y la miré.- Para, le contaste y...
- Abrió sus ojos y me miró. No supe que hacer, le toqué el timbre a la enfermera y salí a buscarla. Después te llamé a vos y ¡UY MIS VIEJOS!- reí ante aquella expresión.

Sacó su celular para marcar el número y no llegó tocar un botón ya que salieron la enfermera y el médico de la habitación.

- ¿Cómo está?- pregunté casi acosando al hombre.
- Faltan estudios que vamos a hacerle en las próximas horas pero está evolucionando bien, responde a todos los estímulos.
- Gracias, ¿la podríamos ver?- preguntó Belén.
- Por supuesto, pero tengan en cuenta que quizás esté un poco perdida, es normal, está débil todavía y le estamos suministrando oxígeno por lo tanto no puede hablar.
- Bueno, muchas gracias doctor.- dije extendiendo mi mano, éste rompió con la formalidad y me saludo con un beso.
- Permiso chicas.- siguió caminando por el pasillo.

Me senté al lado de Belén y la abracé.

- Con todo esto no te di bola y no te pregunté, perdón. ¿Estás contenta?- señale su panza con la vista.
- Estoy feliz.- sus ojos brillaban y no por las lágrimas.
- ¿De cuanto estás? Si se puede saber...
- Obvio que sí, de tres meses.- le sonreí y dirigí mi mano hacia su panza, antes buscando su aprobación a través de miradas. Asintió y coloqué mi mano sobre su remera.- Bar, ¿te puedo pedir algo?
- Si Bel, lo que quieras.
- Sos la única persona que lo sabe, además de Mica, por el momento prefiero que no se entere nadie más.
- Eso no me lo tenés ni que pedir, soy una tumba, ¡gracias por confiarme la noticia!- me abrazó.
- Anda a verla vos mientras yo llamo a mis viejos.- dijo soltándome.
- ¿Segura?
- Si, puedo esperar.- bromeó, soltó una carcajada y luego otra yo.
- Gracias.

Me paro y camino los pocos pasos que hay hasta la puerta, me quedo parada. Me sudan las manos, con una me acomodo el pelo, con la otra empujo la puerta.

Sus ojos penetran los míos, no están tan apagados, ni tan encendidos, de todas formas, supongo que esa es buena señal. Hace múltiples caras, la única que puedo descifrar es de "sorpresa".
Me siento a su lado, agarro su mano y le sonrío mordiendo mi labio inferior. Veo sus ojos achinarse y sus mejillas levantarse: está sonriendo.

- Te extrañé mucho.- dije entrelazando mis dedos con los suyos y observando cómo se le erizaba la piel. Movió su cabeza tratando de asentir y sus ojos se cristalizaron.- No llores, ¿sabes quién soy, no?- asintió nuevamente y le sonreí.- Mirame...- posó sus ojos sobre los míos.- necesito que me escuches: ya vamos a tener momento para hablar esto pero quiero que sepas que va a estar todo bien. Estoy acompañándote, estoy acá con vos, no me voy a ir, no te voy a dejar sola, perdoname Mica.

Besé su mano aún sosteniéndola entre las mías, apretó su puño e hizo un notorio esfuerzo para alejarla. La mire extrañada y ella cerro sus ojos.

Me quedé un rato más hablándole de mi día y boludeces, lo que siempre solía hacer al verla dormida, pero ella se la pasó desviando su mirada o cerrando sus ojos. Sentí que la estaba molestando así que me despedí y salí de la habitación dándole paso a Belén.

Un rato después, Belén salió del cuarto y se sentó a mi lado.

- ¿Cómo te fue?- preguntó.
- No sé.- desvié mi mirada al piso entristecida y ella me miró extrañada.- Al principio bien, me miraba, me sonreía, después me desviaba la mirada y cerraba sus ojos así que me fui. ¿A vos?
Sus ojos se llenaron de lágrimas y respondió: - Fue increíble, la extrañaba.- le sonreí.- Bar... apoyó su mano en mi panza sin que yo le volviera a decir algo, fue hermoso.
- Me alegro tanto.- Me abrazó.- Belu, ¿te enojas si me voy a casa? Necesito hacer un par de cosas.
- ¿Cómo me voy a enojar? Yo me voy también, además ahora vienen a revisarla, me dijeron que le van a poner una cánula y terminar de hacer estudios.

Me despido de Belén, subo al auto y voy a casa. Hoy voy a dormir acá. Me doy una ducha antes de ponerme a calentar una sopa. La sirvo en un tazón y me meto en la cama. Me siento afiebrada, con dolor de cabeza y mucho frío. Dejo el tazón en la mesa de luz y me tapo con la frazada hasta la cabeza. Intento dormir pero no puedo. Quizás no me siento afiebrada, intento pensar por qué reaccionó así. No me duele la cabeza, trato de buscar una explicación lógica. No tengo frío, la extraño.

Me levanté más tarde de lo que tenía planeado así que pensé en ir a visitarla y luego volver para abrir el estudio. Desayuné lo más rápido que pude y me fui al sanatorio.
Llegué y no vi a nadie de su familia, es decir, estaba sola. Golpeé la puerta de la habitación y entré recordando que conectada al respirador no podría responderme. Al verla me encontré con que le habían puesto la cánula, aún así no decía una palabra, su única expresión fue una cara de pánico.

- Hola.- le sonrío.- ¿Cómo estás?- cierra sus ojos.- ¿Te sentís bien?
- ¿A qué viniste?- pregunta débilmente. Extrañaba tanto escuchar su voz.
- A verte.- los abre y me mira.
- No quiero tu lástima.- contesta de forma tajante.
- Mica, ¿qué decís?- sus respuestas y la frialdad con la que me trata me están haciendo mal.
- Lo que escuchas Bárbara, que no quiero que te quedes acá por lástima, necesito que te vayas.
- Mica, no sabes lo que estás diciendo, yo me quedo acá porque te amo.
- Andate Bárbara.

Y no me pienso ir, tampoco respondo, sólo me quedo mirándola con los ojos cristalizados, ella furiosa, toma mucho aire y grita:

- ¿TE PODES IR?

Me levanté y salí de la habitación. Cubrí mi cara con las manos y me senté en los asientos, frente a la puerta, a llorar y repetir sin parar: ¿qué pasa por su cabeza?

El Viaje (Barbica) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora