Evandro no presta mucha atención y cuelga mencionando que después iría. Se levanta echando humo a la cara de Adela, que quería alejarse de él.

—No estoy de buen humor hoy, ayer vino una perra tratando de dispararme. Todavía no sé si perdonarla, todo depende de ti, Adelita—mientras eso habla lleva la comida a la boca de Adela que se niega a comer.

—¿No quieres saber quién es esa perra?

La mirada de Adela no cambia, sigue trasmitiendo su desprecio.

—Se trata de Wanda.

La expresión en el rostro de Adela se tuerce por completo, sus ojos se llenaron de lágrimas que se niega a dejar salir.

—Su trató será de acuerdo con lo que tú hagas.

Trata de interrogarlo, pero en el momento que habla mete la cuchara en su boca haciéndola comer.

—Come y luego te diré.

A regañadientes comió hasta más no poder, una vez terminó pidió saber más de su hermana, en cambio, Evandro retiró los platos murmurando:

—No dije cuántas veces tenías que comer para decirte donde ella está.

•••

El vestido escarlata que yace adherido a su piel hace que incómoda camine detrás de Evandro, su cabello bien peinado cae por su espalda como si de una cascada se tratara.

Esa piel lechosa siembra lujuria en quienes por el rabillo del ojo quieren mirarla.

El maquillaje exquisito acentúa su belleza y aborrece la idea de ir junto a Evandro Barker como si de un trofeo se tratara.

—¿Le acabas de mirar el culo?

Ante sus palabras vulgares, los hombres que venían detrás de ellos se congelan, notando que los ojos de Evandro fijos en un hombre cerca de la barra del casino se quedan.

—¡Colega qué tal! No esperaba verte tan bien acompañado.

Evandro analiza al joven, su rostro lo recuerda, es el hijo del gobernador. Nadie alrededor se atreve a ser tan descarado frente a él, solo ese muchacho mimado que cree estar protegido bajo el poder de su padre.

—Es grande, ¿verdad? —amistoso cuestiona y el hombre que se acercó a él, baja la mirada para comprobarlo, siendo eso un gran error.

De un momento a otro, todos se quedan en silencio presenciando como Evandro le da una bofetada al muchacho, ni siquiera se molestó en darle un puñetazo, le dio una bofetada menospreciándolo frente a todos.

Lo peor no fue la bofetada, fue que con esta el muchacho cayó tumbando algunos asientos de la barra.

—No uses esa confianza conmigo, mis mujeres son solo mías.

De la nariz del joven la sangre escurrió, con la mejilla adormecida pudo sentir que los ásperos anillos de Evandro lo rasgaron.

—¿No sabes quién es mi padre?

Cayéndose de la risa Evandro recalca.

—¿Quién crees que lo ayudo a ganar? —le susurra al acuclillarse frente a él, palmeándole la mejilla adormecida.

—Recoge toda tu porquería y que no me den alguna otra queja tuya.

Sin decirle algo más, se aparta del suelo acercándose a Adela, para rodear su cintura pegándose a ella. Los demás no se atrevieron a mirarlos y Adela aprieta los labios, incómoda ante esa situación.

En una sala VIP entraron, cuya sala solo unos cuantos están fumando y riendo, mientras juegan naipes, apostando montones de dinero.

Los ojos se posaron en la pareja que acaba de acceder, la sala se vuelve animada en cuanto el anfitrión decide unirse al juego, sentando en sus piernas a la bella mujer que lo acompaña.

La ruta de escape, no funciona. +21Where stories live. Discover now