"El comienzo de una gran historia"

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PETER

Un 27 de noviembre lluvioso, las calles estaban cubiertas por una capa de la blanca nieve que no dejaba de caer tenuemente sobre la ciudad. Invierno; la mejor época del año para hacer muñecos, ángeles y guerrillas de nieve. Y también la estación favorita de todo niño para disfrutar del imponente clima, y los efectos que de este provenían.

Al menos Peter no era la excepción, estaba pegado a la ventana del auto mirando a través del cristal empapado por la lluvia, a los niños jugando con la nieve. Su madre no le había dejado salir a jugar los últimos días porque había pescado un resfriado, así que tenía que conformarse con ver a los otros niños disfrutar lo que él no podía.

Hizo un puchero y se apartó de la ventana para mirar aburrido hacía el frente. No había nada más que nieve y una densa niebla en el camino. Su padre conducía en total concentración con un semblante serio, como siempre solía tenerlo, todo lo contrario a su personalidad, pues solía ser muy juguetón y risueño, tal como lo era Peter, aunque obviamente, su padre, Frank, no demostraba esto a no ser que estuviera frente a su familia. Y su madre, siempre tan radiante y hermosa, tenía la vista puesta en un catálogo mientras revisaba un buen árbol de navidad como se lo había prometido a Peter.

Ambos eran personas cultas, inteligentes, educadas, emprendedoras, amables, generosas, simpáticas, cariñosas, trabajadoras, empresarias, y excelentes seres humanos, se habían conocido diez años atrás y desde entonces, sabían que estarían juntos para siempre. Se casaron, formaron una hermosa familia, trajeron al mundo a un lindo varón de ahora seis años de edad y no podían ser más felices en ese momento; la vida les sonreía, la fortuna estaba de su lado, tenían una buena posición económica, el amor permanecía igual de intacto que el primer día y todo estaba precisamente donde debía estar.

–Mamá– habló el pequeño por primera vez luego de haberse quedado callado por casi cinco minutos.

–¿Qué pasa Peter? – respondió con voz dulce su madre.

–¿Falta mucho?

–No, estamos cerca. – le dijo por tercera ocasión.

–Es que estoy "abudido".

Su madre volteo hacia él. –Cuando lleguemos donde el tío Tony y te muestre su nuevo automóvil, a control remoto diseñado especialmente para ti, olvidarás el aburrimiento. – sonrió y se giró para volver a mirar el catálogo de adornos de navidad.

Lejos de calmar al pequeño solo sirvió para impacientarlo aún más, haciendo que comenzara a patalear levemente en el asiento.

–¿Invitaremos a Tony a la cena, amor? – habló su padre.

–Por supuesto, es tu hermano y tiene que acompañarnos, lo hace todos los años. – respondió su madre.

–Lo sé, pero ahora es diferente, ya sabes...

–Eso no importa, y no tiene por qué ponerte incómodo Frank.

Frank, asintió y regresó su total atención al camino, ya que difícilmente podía verse algo en medio de toda esa niebla.

–Peter ¿quieres dejar de quitarte el gorro? – regañó su mamá.

El niño hizo otro puchero y volvió a colocarse el bendito gorro rojo, tanta ropa encima lo agobiaba, ¡solo era un resfriado! ¿Por qué su mamá se había empeñado en vestirlo como si fueran a ir a la Antártida? Es decir, vestir una playera, luego dos sudaderas, un abrigo, un pantalón y sobre este un pans, sin contar el gorro, los guantes, la bufanda y las botas no era precisamente lo más cómodo del mundo, menos para un niño.

®Waiting For You | Spideypool Soulmate AU©Where stories live. Discover now