-¿Hola?- Respondió al escuchar su teléfono sonar.

-Préstame atención.- Se escuchó una voz del otro lado del auricular. La rubia se rió, su amiga sabía cuándo estaba concentrada en otra cosa que no fuese ella.

-Bien, tienes toda mi atención.- Soltó el lápiz que sostenía en su mano izquierda y se recostó sobre el respaldo de su silla de cuero.- ¿Qué sucede?

-Oh, nada- Intentó restarle importancia al asunto por el cual la había llamado.- Sólo que quien se dice llamar mi amiga me acaba de dejar plantada y...

-¡Oh! ¡Dios!- Clarke se puso de pie de un salto, y mientras acomodaba las cosas lo más rápido posible le respondía a su amiga.- ¡Lo siento! ¡Lo siento! Ya salgo para allá. ¡Perdón!

No tuvo tiempo de estacionar el auto en la entrada, Raven la estaba esperando afuera de la casa con los brazos cruzados intentando parecer lo más molesta posible. Subió al auto de la rubia, quien en cuanto la puerta se cerró retomó el camino. Raven Reyes era una mujer de tez oscura, cabello castaño oscuro y ojos marrones, y al igual que Clarke medía 1.65 metros. Desde chica, no sólo admiraba el trabajo de su padre sino que también lo ayudaba con lo que podía, por lo que cuando él falleció ella se hizo cargo de su taller, a su edad era una de las mejores mecánicas de la ciudad.

-Déjame compensarlo.- Rompió el silencio la rubia sin quitar la vista de enfrente.

-De acuerdo. –Raven rompió su postura y una sonrisa se formó en sus labios.- Pero yo seré quien escoja.

-No sé porque, pero siento que voy a arrepentirme.

Clarke conducía por las calles de la ciudad mientras conversaban animadamente, no tenía ni idea para qué iban a aquel lugar, sólo esperaba que no tuviera que cargar nada pesado ni grande, temía por el tapizado de su auto, aunque a ella esas cosas no le importaban demasiado. Media hora más tarde, aparcaba frente a un negocio de repuestos de autos, salieron del auto y entraron al lugar.

-Buenas Tardes. –Escucharon que una voz las saludaba. Se trataba de un hombre mayor, su barba blanca delataba su edad, acomodaba unos papeles sobre el mostrador, y al levantar la vista de aquellas hojas las vio.- ¡Oh! Señorita Reyes –La reconoció el hombre con una sonrisa.- Señorita Griffin –Saludó a la rubia.

-Buenas tardes Bob. –Respondieron al unísono.

-¿En qué puedo ayudarlas? –Preguntó atento a ambas mujeres.

-Te traje una lista de las cosas que necesito. –Raven sacó de su bolsillo un papel perfectamente doblado, y se lo pasó al hombre quien había tomado su libreta y un lápiz, y comenzó a anotar lo que estaba en el papel.

-Nunca ha pedido estas cosas. –El hombre comentó mientras terminaba de anotar la lista.

-Es para un auto viejo, arreglaré el auto que mi padre tenía.

-Si me lo permite, me parece una buena elección.- Bob la miró con una sonrisa mientras le devolvía el papel.- Le haré llegar las cosas a su casa.

Una vez que Raven terminó de arreglar las últimas cosas y de haberle pagado la mitad del costo total, ambas mujeres se despidieron del hombre y salieron del lugar retomando su camino. El tráfico había aumentado un poco, por lo que les tomaría más tiempo para regresar cada una a su trabajo.

-Siento que te atrasaras, sé que tenías la junta hoy. –Raven miró a su amiga de manera culposa.

-No te preocupes, papá entenderá. –Clarke se aferró al volante.

-¿Nerviosa?

-Algo.- Tomó aire y luego lo soltó lentamente.

-Tu trabajo no está en riesgo, si eso es lo que te preocupa. –Intentó tranquilizarla la castaña.

Cábala (AU Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora