Capítulo VIII: La heredera olvidada

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Y por buena o mala suerte, tenía a su lado a personas que la ayudaron a no olvidarse a sí misma.

—Mi-chan, ¿cómo lo supiste?

Mitsuba, cabellos dorados como el sol, era una de ellas.

—Siempre haces lo mismo todos los años desde lo sucedido. A veces pareciera que esperas más la fecha del aniversario de la muerte de tu hermana que tu propio cumpleaños. —Mitsuba dio un par de pasos hasta quedar junto a Shinoa. Como cualquier persona normal ella sí llevaba un ramo de diversas flores blancas las cuales dejó sobre la tumba —. No es tu culpa que las cosas sucedieran de esa forma.

—No soy masoquista. Sé que no tengo la culpa de lo que ocurrió ese veinticinco de diciembre ni de que Mahiru muriera al día siguiente. Aunque debo admitir que sí me parece deprimente festejar la fecha de mi nacimiento y después venir aquí a conmemorar la fecha en que mi hermana ya no está.

—La vida no es color de rosa, supongo.

—Y a ti tanto que te gusta ese color. —Shinoa rio por su broma. Su estado de ánimo mejoró al escuchar que a Sangū también le causó gracia.

Sin pedir autorización, Mitsuba rezó una oración que Shinoa no se molestó en seguir para después ambas emprender marcha hacia la salida. Hacía frío y el clima amenazaba con nevar en cualquier momento, aun así algo dentro de Shinoa se sintió cálido cuando su mejor amiga le tomó de la mano para que aumentara la velocidad de sus pasos. A diferencia de ella, para Mitsuba el cementerio no era un lugar agradable.

—¿No vas a ir hoy al servicio? —preguntó Sangū para sacar tema. Shinoa negó.

—El doctor Narumi me permitió faltar.

—Ese doctor es bastante condescendiente contigo, ¿no crees? —resaltó para después agregar en tono dulzón —: ¿no será que tiene interés en ti de alguna otra forma?

—¿Estás celosa? —Shinoa se permitió jugar con la situación. Al ver la expresión de su amiga y su tenue sonrojo, fuera por el frío o la vergüenza, no pudo evitar reír —. Sé que soy una chica bellísima pero el doctor Narumi es algo grande para mí. Creo tiene veinticuatro y yo apenas ayer cumplí los diecisiete, ¡ni siquiera soy legal, Mi-chan! ¡Me estás insinuando hacer cosas indecentes!

Las mejillas de Mitsuba se fueron coloreando más y más, para Shinoa no podía estar más preciosa.

—Bien, bien, ¡ya no diré nada! —Renegó Mitsuba; Shinoa continuó burlándose —. ¡Ya, Shinoa! Mejor cambiemos de tema, ¿sí? Cuéntame qué tal la pasaron ayer.

—A grandes rasgos: Yoichi ligó, Kimizuki se enceló y soltó su amor por él, no sabes todo el drama que se hizo, ah y Yuu se emborrachó al grado de ver tú a saber que estaba haciendo afuera con... —se detuvo al percatarse de lo que había dicho.

La lengua se le había soltado de más y olvidó por completo que ese dato era mejor ocultarlo. O quizá muy en el fondo también quería gritarlo, restregárselo en la cara a Mitsuba para ayudarla en su etapa de superación y de paso también ayudarse a sí misma. A final de cuentas Shinoa también se merecía poder ser egoísta.

—Termina lo que ibas a decir. Con Mikaela, ¿verdad? —Ni siquiera necesitó que Hīragi se lo confirmara —. Está bien, está bien, ya no importa. Me he propuesto olvidar todo lo que tenga que ver con él y seguir adelante. Además es un idiota, ¿cómo voy a seguir enamorada de un idiota, eh? ¿Yo, Mitsuba Sangū, enamorada de Yūichirō Ichinose? ¡Por favor!

A pesar de toda esa palabrería, Hīragi sabía que Sangū estaba dolida. Dolida era poco. Y lo peor de todo es que los ojos de su amiga poco a poco comenzaban a cristalizarse y sus mejillas también se ponían rojas entre una combinación por el coraje y seguir pensando en el chico que le gustaba. Si tan solo Yuu pudiese valorar lo afortunado que era al tener a Mitsuba a sus pies. Lástima que fuese un imbécil.

Monochrome [MikaYuu/Owari No Seraph]Where stories live. Discover now