Capítulo VIII: La heredera olvidada

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Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencias: AU ǀ Yaoi (Boy's Love) ǀ Yuri (Shojo ai) ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairings: MikaYuu (Mikaela x Yūichirō) ǀ Secundarias: MitsuNoa (Shinoa x Mitsuba). KimiYoi (Kimizuki x Yoichi).

N/A: ¿Adivinen quién salió de vacaciones? XD

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Siempre alguien marcha valiente

Aquí bajo mi piel

Constant Craving K. D. Lang

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ǀ Monochrome ǀ

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Aún y cuando solían charlar por horas y horas, no recordaba una sola conversación en la que su querida hermana le mencionara cuáles eran sus flores favoritas, razón por la cual nunca llevaba nada al cementerio. De cualquier forma, ¿para qué llevar un obsequio? No era como si ahora pudiese ser disfrutado. Y fuera como fuera, su compañía era el mejor presente que podía ofrecer. Gustaba de pensar así.

A diferencia de lo que cualquier persona podría pensar, el lugar donde descansaban de manera eterna las personas le parecía todo menos lúgubre; al contrario, ese era el único punto donde podía sentirse apreciada de nuevo, como si su hermana estuviese ahí en carne y hueso y pudiera abrazarla con fuerza tal y como lo hacía en antaño. Era ahí donde dejaba de ser invisible, en el mundo que ellas dos crearon.

Le parecía increíble el hecho de que tantos años pasaron desde la muerte de la Diosa de la familia, la persona en la cual jamás podría ni quería convertirse. Un título que se le antojaba ajeno y al cual nunca aspiró, el que ni la primera heredera deseaba.

Después de todo ser una prodigio, una Diosa, una genio eran términos demasiado pretenciosos para quien en vida no fue más que una niña enamorada de su amigo de infancia. Una faceta que incluso los reyes desconocían y los otros herederos también.

Un secreto compartido entre hermanas, entre la luz del medio día y la sombra olvidada.

Capítulo VIII

La heredera olvidada

Irónicamente, llegó justo al medio día. Sola, como siempre. Desde su padre hasta el hombre que más amó, todos parecían haberse olvidado de Mahiru. Todos menos Shinoa.

Cada vez que visitaba a su hermana era inevitable que su mente no divagara. Recordaba su infancia: a su padre autoritario, a su sumisa madre, al gran negocio familiar, su horrible apellido, el peso que no caería sobre sus hombros, las grandes celebraciones y las fiestas que no llegaron a realizarse. A Kureto, el perseverante; a Mahiru, la prodigio; a Seishirō, el imbécil; y a ella, simplemente Shinoa.

Curiosamente, con Mahiru jamás hablaba de esos temas; más que nada se dedicaban a contarse anécdotas del día a día, a practicar sonrisas delante del espejo y del amor de su hermana. Como normalmente Shinoa jamás tenía nada interesante que contar era Mahiru quien se adueñaba dulcemente de la conversación. Ella siempre era la protagonista y jamás la odió por ello; lo que su hermana le inspiraba era admiración, admiración que pereció al mismo tiempo que Mahiru y que jamás volvió a sentir por nadie.

Tal y como una verdadera Diosa, cuando Mahiru murió todo se fue con ella. Una parte de Shinoa también se esfumó junto a su adorada hermana.

—Sabía que iba a encontrarte aquí.

Monochrome [MikaYuu/Owari No Seraph]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora