Capítulo 2: Antes

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Esta fue la última semana de Castiel aquí, todo se sentía muy fingido e incomodo. Cada vez que nos topábamos en los pasillos intentaba alejarme lo más posible de él. Me dolía, de verdad me dolía. Estaba tan furiosa con él, conmigo y sobre todo con Debrah, se suponía que los buenos siempre ganaban pero aquí había una excepción, el mal triunfo sobre el bien, el mal los engaño a todos.

Hoy era viernes y eso significaba que hoy era el último día. A pesar de que el año escolar terminaría en poco más de un mes Castiel decidió dejar todo e irse lo antes posible.

Estaba caminando por los pasillos antes de la última hora cuando lo vi rodeado por casi todos los chicos, entre ellos Debrah. Se estaban despidiendo, le estaban diciendo adiós y aunque me moría de ganas de hablar con él decidí mantener la distancia. Sus ojos encontraron los míos por unos segundos, parecían un torbellino que arrasaban con todo a su paso, que arrasaban conmigo.

Sabía que las lágrimas comenzarían a salir así que corrí al sótano. Era un buen lugar para esconderse, Castiel me lo había enseñado, y aseguré la puerta detrás de mi, me senté en el suelo apoyando la cabeza en mis rodillas, en mi mente habían miles de imágenes y recuerdos que me obligaban a sonreír con tristeza. No entendía como el Castiel que había conocido era elmismo que ahora me estaba solo dejando atrás. 

―¿Su, estas ahí?― dijo Rosalya golpeando la puerta.

―Eh...sí ―le grité, o al menos eso intenté.

―Castiel quiere despedirse de ti― dijo y sonaba preocupada.

Castiel podía irse a la china si quería, de hecho, se estaba yendo, no había mucha diferencia.

―Por favor abre― escuché a Rosalya decir al otro lado de la puerta.

Me puse de pie y abrí, sabia que mis ojos estaban llenos de lágrimas y ella se percató de esto, se acercó a mi y me envolvió con sus brazos, su gesto logró romperme y las lagrimas comenzaron a salir.

―No es justo ―murmuré entre sollozos mientras apoyaba mi cabeza en su hombro.

Realmente no era justo. Todo lo que habíamos pasado los últimos meses, todo lo que hice por él, todo lo que le di. No era justo que solo me diera la espalda, no era justo que me hubiera hecho creer que me quería y ahora se estuviera yendo, y no solo se estaba yendo, estaba prefiriendo a una chica que, estaba segura, lo llevaría directamente a la ruina. 

Rosalya se apartó un poco de mi para mirarme y pude darme cuenta que Lysandro estaba parado justo detrás de ella con una triste expresión en su rostro.

―Vamos ―dijo Rosalya sonriendo levemente―. Sécate esas lágrimas y solo despídete de ese idiota.

Me apoyé contra la pared tratando de respirar para poder calmarme, no quería que Castiel viera esto, que viera el desastre en que me había convertido solo por él. Un triste silencio nos envolvía, ninguno sabia que decir para aliviar esta situación ya que sabia que Lysandro también lo estaba pasando mal, después de todo Castiel era su mejor amigo.

Cuando estuve a punto de volverme a romper por estar vagando en mis recuerdos lo vi aparecer, esa cabellera roja no pasaba desapercibida nunca.

―Aquí estás ―dijo mirándome y yo solo intentaba evitar su mirada, lo que no me funcionaba mucho. Al no recibir respuesta me agarró bruscamente por la muñeca y me llevó al sótano otra vez cerrando la puerta.

―¡¿Pero que haces?! ―exclamé molesta y soltándome de su agarre, rezando para que no notara el temblor en mi voz.

―Solo quiero despedirme ¿Bien? ―se cruzó de brazos.

―Pues bien, adiós. Vete al diablo ―caminé hacia la salida pero su agarre volvió a detenerme―. Suéltame ―murmure.

―¿Vas a escucharme o no? ―masculló, lucia algo cansado y molesto. Me di media vuelta para mirarlo de frente y alcé las cejas.

―Te está utilizando ―suspiré.

―¡Ya basta, maldición! ―gritó sorprendiéndome un poco―. ¡No hagas esto más difícil!

―¿Más difícil? ―le grité devuelta con lágrimas en los ojos―. ¿Estás jodidamente bromeando, verdad?

En respuesta volvió a agarrar mi muñeca y me estampó contra la pared, está vez con más cuidado, se agachó un poco para mirarme directamente a los ojos con el ceño fruncido y una expresión dura. Sentirlo tan cerca me ponía nerviosa pero no bajaría mis defensas, lo empujé por el pecho para liberarme de él, a lo cual él no opuso resistencia.

―Volveré a verte ―suspiró cruzando sus brazos nuevamente.

―¿Qué? –solté una carcajada irónica―. ¿Quién dice que quiero volver a verte?

Sonrió. Con esa maldita sonrisa suya que me hacia querer huir de él y correr hacia él al mismo tiempo. Una maldita locura.

―Ya tomaste tu decisión Castiel, elegiste tu camino y yo no estoy en él... ―lo miré, solo para verlo una última vez y sentí como mi corazón se rompía―. Espero que esa chica no vuelva a romper tu corazón, porque el mio se está rompiendo ahora mismo y duele jodidamente mucho ―sonreí con lágrimas cayendo por mis mejillas. Él solo me miraba con la boca entreabierta. Solté un pesado suspiro y continué hablando.

―Que te vaya bien Castiel...

Salí del sótano y desde entonces no lo volví a ver.

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora