Lola.

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¡Ahg! ¿Cómo pude ser tan imbécil?—Sam ha comenzado a caminar de un lado a otro en su habitación. Lola se limita a observarlo—. No sé cómo fue que dejé que esto pasara. Hay cosas que no son posibles. Solo nos conocemos por correo electrónico y bueno, por videollamadas. Vives a kilómetros de distancia. Jamás en la vida hemos salido ni siquiera por una hamburguesa o al parque o a mojarnos a la lluvia porque es agradable hacerlo.

Sam le da un puntapié a un cojín tirado en el piso y se sienta sobre su cama. Ahora está más lejos del ordenador y Lola por primera vez puede ver el cuerpo completo de Sam.

Usa un pants negro holgado y una camisa sin mangas que se le ciñe a un cuerpo delgado y atlético. Las clavículas de Sam resaltan de una forma bonita y Lola no puede evitar reparar en que tiene un diminuto lunar sobre su hombro izquierdo que le queda más que perfecto.

Sam encoge sus piernas y las abraza, escondiendo su rostro tras ellas y tras unos mechones de cabello que se deslizan sobre su frente y se posan en sus rodillas.

De repente, se hace silencio. Y Lola quiere decir algo, pero la impresión se ha instalado en cada centímetro de sus músculos y no la dejan moverse.

«Lola, me gustas»

Las palabras hacen eco, rebotando en su cabeza. Se riegan por sus arterias hacia sus dedos, su rostro, su estómago y llegan al corazón, provocándole una arritmia pasajera.

—Lo siento...

Las palabras de Sam cortan de lleno el silencio y Lola despierta de su ensoñación.

¿Qué?—alcanza a pensar ella. Es lo único que consigue pensar.

Es que incluso ha olvidado lo que es pensar.

—Lola... realmente... lo siento.

Y las palabras se cortan entre sí. Por sollozos. Por pequeñas exhalaciones e inhalaciones apresuradas y forzosas.

Sam está llorando.

Sam está...

—No quería arruinarlo, Lola—solloza y hace una pequeña pausa—. No quería que se estropease esto...

Y Sam alza su rostro enrojecido. Lola puede notar la aflicción brotar de sus parpados en pequeñas gotitas brillantes que se han comenzado a resbalar por su rostro.

Sam es un llorón. Y Lola lo sabe porque él siempre ha sido sincero con ella. Porque lo conoce. Porque Sam tiene un corazón lleno de cosas preciosas.

—Pero realmente me gustas, Lola—y Sam le sonríe, destrozándole cada nervio.

Lola no puede evitar sentirse estúpida. Por no abrir la boca y hablar. Por no decirle lo que está pensando.

Se fuerza a sí misma a gesticular. Fuerza a sus pulmones a exhalar aire y a sus cuerdas vocales emitir palabras. Pero ver llorar a Sam le atora las silabas en la garganta y no puede evitar ese escozor en sus ojos que no tarda en convertirse en pequeñas lágrimas.

Se acumulan una a una en sus pestañas.

Por una sola razón.

Por un solo propósito...

Por Sam.

—Lo siento—vuelve a musitar, y la sonrisa del chico comienza a desvanecerse. Lola extiende su mano y toca la pantalla, posando sus dedos sobre el pequeño rostro que se proyecta nítidamente en el ordenador...

Sam...

Oh, Sam...

Y por fin esas lágrimas acumuladas se desprenden del atardecer de sus ojos y se resbalan por ese rostro lleno de diminutas estrellas. Una a una, como cometas...

—No—murmura Lola...

Sam oculta sus ojos entre sus rodillas y Lola se siente de un momento a otro ligeramente vacía sin esos iris de tormenta.

—Sam...

«Lola, me gustas»

Esas palabras se repiten en su cabeza.

—No lo quiero arruinar...

«Lola, me gustas»

Una y otra vez.

—No, Sam...

«Lola, me gustas»

No puede pararlas.

—Siempre suelo arruinarlo todo. Pero no esto...

«Lola, me gustas»

No quiere detenerlas.

—Escucha, Sam...

«Lola, me gustas»

—Lo siento...—la voz de Sam le parece preciosa a Lola, incluso cuando se quiebra bajo las lágrimas.

«Lola, me gustas»

—Sam, mírame.

«Lola, me gustas»

—No pude evitarlo, Lola.

Él finalmente alza su mirada y Lola finalmente encuentra sus ojos, sumergiéndose en ellos. Empapándose de su color... de Sam. Y eso le basta para expulsar esas palabras atoradas en su boca.

Yo tampoco pude evitarlo.

—Sam, tú también me gustas.

Y el mundo se detuvo.

Ahí.

Por ellos.

Para ellos.

—Sam... te necesito conmigo.

Solamente ellos...

Lithium (Una memoria)Where stories live. Discover now