Lola.

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Lola está frente al ordenador, clicando los iconos del escritorio en su pc y cerrando las ventanas que abre al azar. No es que tenga una tarea en especial para hacer, simplemente está ansiosa. Faltan diez minutos para poder ver a Sam. Por primera vez.

En dos años, ocho meses, tres semanas y diecinueve días desde que habla con él, por fin podrá conocerlo.

No de manera tan íntima, porque de esa manera ha podido conocer a Sam por correos electrónicos. A Lola le gusta creer que tiene un mapa del interior de Sam. Un mapa de su alma. Pero ahora le toca adquirir un mapa visual de su físico e integrarlo a su vida.

Espera que las cosas encajen.

Aunque si lo piensa detenidamente, tal vez lo físico no sea tan importante.

Aun así, está ansiosa.

—¡Lola!

El grito de su madre desde la sala la hace dar un respingo en su silla.

—¿Qué pasa mamá?—responde con desgano.

—¡Ve a la cocina y prepárame algo de cenar!

Genial. Solo eso faltaba. Que justo en este momento a su madre le diera por comer. Pero como Lola siempre ha sido precavida y sospechaba que a su madre le daría por ponerse irritable justo cuando ella hiciese cosas importantes, ya había preparado algo para que se entretuviera sola sin que la molestase.

Nadie iba a joderle su videollamada con Sam.

Ni en esta vida ni en ninguna otra.

Baja corriendo a la cocina y saca del refrigerador uno de los tres platos con comida que ha preparado esta tarde para su madre, lo calienta en el microondas y se lo lleva a la sala junto con dos latas de cerveza.

El desorden que yace desperdigado por el piso es asqueroso. Bolsas de papas fritas vacías, botellas de vodka y vasos desechables, ropa sucia y sándwiches a medio comer que comienzan a tornarse verdes. El olor a alcohol que emana de todo el entorno que rodea a su madre es insoportable. Pero justo ahora Lola no está ni para contemplar ningún desorden ni mucho menos para arreglarlo, así que se limita a ponerle la comida sobre la mesita de la sala y se va corriendo a su habitación.

Cuando se sienta frente al ordenador nuevamente ya son las 8:30 pm.

Justo a tiempo, piensa.

Abre la aplicación de Skype, inicia sesión y cuando todos sus contactos han cargado, se va directamente al botón de "Agregar nuevo contacto", digita el correo de Sam tan rápido como puede y en un abrir y cerrar de ojos aparece la única persona que podría ser tan específica y especial para tener un estado tan curioso en su información de usuario: "¡Hey, Lola! Soy yo, Sam".

Lola no puede evitar sonreír cuando lee aquellas palabras que se proyectan a través del monitor.

Es la misma sensación que había estado sintiendo todo este tiempo cada vez que recibía la respuesta de Sam por los e-mail. Solo que aumentada diez veces.

Da clic en "Enviar solicitud" y aguarda a que su amigo responda en el otro extremo del continente.

Un minuto...

Dos minutos...

Tres minutos...

Vamos, Sam. Acepta la solicitud.

Cuatro minutos...

Cinco minutos...

¿Dónde estás Sam?

Seis minutos...

Siete minutos...

Ocho minutos...

—¡Lola! ¿¡Dónde está el control de la televisión!?

—¡En el sillón, mamá!

¿Sam? ¿Estás ahí?

Debía de estarlo. Sam no podía haberlo olvidado.

Él había sido muy claro con la hora y además había sido él quien había decidido dar el primer paso respecto a su cita.

Esperen... ¿Era una cita?

Pero se llegan los quince minutos...

Luego veinte...

Y los ojos de Lola comienzan a escocerle, la nariz comienza a picarle y de repente empieza a sentir que sus pulmones se vacían sin deseos de volver a nutrirse de oxígeno.

Sam no aparece por ningún lado.

No llores, Lola.

Pero como cualquier cosa que no debe de hacerse, siempre sucede que la terminamos haciendo, y de esa manera es como un sollozo se le escapa del pecho y la decepción amenaza con devorarle el corazón.

No es tu culpa, Lola.

Porque...

Esperabas demasiado de alguien, Lola...

¿Decepciona más la tristeza o el abandono?

De alguien...

¿O decepcionan más las personas que ambas cosas juntas?

Demasiado...

De Sam...

Sam...

Treinta minutos.

¡Sam Woods ahora es un contacto!

VIDEOLLAMADA ENTRANTE.

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Lithium (Una memoria)Where stories live. Discover now