Lola.

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VIDEOLLAMADA ENTRANTE.

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Lola estaba nerviosa. No tanto como la primera vez, pero igual, estaba nerviosa. Volvería a ver a Sam. Y aunque últimamente se habían estado enviando fotografías de ellos, el hecho de verlo en todo el esplendor del movimiento y escucharlo en la magnificencia del sonido, todo eso en conjunto lo hacía más especial.

Se acomodó un mechón de cabello tras su oreja, tomó el ratón de su computador y dirigió el puntero hacia el botón de contestar. Cliqueó sobre él y una nueva ventana se extendió en el monitor.

—¿Lola?

La voz de Sam se materializó a través de las bocinas antes que su imagen.

—Hola Sam—Lola sonrió.

—Gracias al cielo. Estaba esperando esto.

—¿Ah, sí?

—Te has desaparecido por un buen rato. ¿Qué esperabas?

Lola soltó una carcajada. El Sam de siempre sonaba igual que en su cabeza, cuando leía sus correos electrónicos.

—Lo siento—se disculpó—. Pero a mis pulmones no les ha ido tan bien que digamos.

—Lo sé—Sam dejó escapar un suspiro—. ¿Ya te sientes mejor?

—Digamos que sobrevivo.

—Dramática.

—Podría ser una actriz ¿Sabes?

—No pagaré ni un centavo por ver tus películas.

—¡Ihg!—Lola fingió ser ofendida—. ¿Y eso por qué?

—Porque puedo verte aquí.

Y finalmente, la videocámara cargó las imágenes de ambos. Uno a cada lado de sus respectivos ordenadores.

A la izquierda y en grande, la imagen de Sam a todo color, y abajo, en un pequeño rectángulo en la esquina estaba Lola. Ambos en movimiento. Ambos sonriendo.

Lola no pudo evitar pensar en las nubes cuando los ojos de Sam la escrutaron a través de la pantalla. No pudo evitar pensar en la nieve de diciembre en las montañas por el color de su piel. Ni tampoco pudo evitar quedarse hipnotizada por la sonrisa en sus labios y mejillas sonrosadas.

Frost. Era todo lo que Lola podía pensar. Y le encantaba ese pensamiento.

—Y entonces...—dijo Lola con tono condescendiente—. ¿Así que por fin puedo verte de nuevo?

—Sí. Te estoy concediendo ese honor—Sam se mordió el labio inferior y Lola no pudo evitar tragar grueso.

—Presumido—alcanzó a gesticular, luego de un rato de embobamiento.

—Claro que no.

—Claro que sí.

—Bueno, sí. Contigo.

En definitiva, este chico doblegaba la atención de Lola con mucha facilidad. Ella no pudo evitar sonreír. No podía evitar hacerlo cuando Sam le sonreía. Como lo hacía justo ahora.

—Siento de verdad lo de Ty—volvió a decirle Lola.

Sam bajó la mirada unos segundos y se limitó a encogerse de hombros.

Lola sentía que estaba poniendo el dedo en una llaga fresca. Pero como toda herida que duele cuando la tocas, al final, esta tendría que terminar por acostumbrarse al dolor y sobrellevarlo.

Sam alzó su rostro y miró hacia un costado.

—No es como si realmente me doliera tanto ¿Sabes?

Su sinceridad era un poco interesante. Lola podía percibirlo.

—¿Qué quieres decir?

—En el fondo voy a extrañarlo. Pero no siento que él la esté pasando tan mal justo ahora. Digo, Ty ya no está más triste ¿Verdad?

Lola no supo qué responder.

Aunque Sam no quisiera aceptarlo, esas palabras, esa manera de pensar y comprender las cosas... solo le demostraban a Lola lo mucho que en el fondo le lastimaba el asunto.

A veces las personas moldean el dolor en otra cosa, solo para ocultar la verdadera naturaleza de este... solo para verse menos débiles.

Lola creía comprenderlo.

—Creo que no—se limitó a decir.

—Además—agregó Sam. Esta vez volvió a verla y le sonrío. Otra preciosa sonrisa. Otro precioso Sam—, las personas no mueren realmente. No desaparecen. Solo se van a otro lado. No sé a dónde, pero se van a ese lugar. Y creo que en algún momento también llegaré a ese lugar. Solo espero que cuando eso suceda también estés ahí.

Se hizo una pausa un tanto incomoda entre ambos. Lola sin saber qué decirle y Sam intentando comprender la magnitud de lo que acaba de decir.

—¡No es que quiera que te mueras!—se apresuró a explicar.

Lola sonrió.

—Solo digo que no quiero ir a ningún lado si no vas a estar ahí—añadió.

Y la sonrisa de Lola se miró coloreada por el rubor de sus mejillas. Un rubor que se sobrepuso al deseo de querer abrazar a ese chico. Al deseo de tenerlo cerca y comprobar que esa tristeza no iba a quedarse mucho tiempo.

Solo deseaba que Sam estuviera bien.

Solo deseaba tener a Sam a su lado.

Porque estar juntos es lo que los amigos desean ¿Cierto?

Lithium (Una memoria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora