Lola.

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Querido Sam: ¿Qué clase de pregunta es esa?

Podría pensar demasiadas cosas sobre ti, Sam. Como por ejemplo que eres un condenado mal hablado. Que tienes una habilidad nata para sacarle el partido gracioso a cualquier situación poco agradable y que tienes ojos de tormenta.

Oh, espera, eso se me acaba de ocurrir. Voy a anotarlo para que no se me olvide. Ojos de tormenta...

También debo de decir que eres raro. ¿Quién en su sano juicio respondería un e-mail de una completa desconocida y se haría su amigo?

¿Lo recuerdas? Así comenzó todo.

La verdad me alegra haberme equivocado de correo electrónico al enviar mi tarea de historia y también me alegra el hecho de que tú hayas respondido a mi correo.

Lo que sucedió de ahí en adelante es cosa del diablo. ¡Míranos Sam! ¡Podría confiarte mi trasero y estar segura de que no vas a venderlo en el mercado negro!

Somos esas cosas extrañas que pasan desapercibidas ante el mundo, querido. ¿Cómo se les llamaba? ¿Milagros?

Ahora, retomando el tema del secreto. Sí, tienes razón, vengo posponiéndolo desde hace un buen rato. Pero no es la gran cosa la verdad. Únicamente era que estaba haciendo un libro recopilatorio de todos nuestros correos. Algo así como un libro de memorias. Y no, no es un diario. Eso es demasiado rosa y despampanante para mi gusto.

Solo imprimo nuestros correos, los pego en un cuaderno hecho de cartulinas negras y ya. Pareciera un álbum de fotografías hasta que lo abres y compruebas que son palabras. Nuestras palabras.

Hoy he tenido la extraña sensación de que te extraño. No sé por qué, aunque me repito a mí misma que no te has ido a ningún lado. Que sigues ahí.

Creo que me estoy volviendo un poco más loca.

Con los dedos llenos de pegamento, Lola.

Lithium (Una memoria)Where stories live. Discover now