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Hoy Raúl no puede venir a jugar con Rocío. Me ha escrito diciéndome que su exmujer viene a Madrid a pasar la noche y que quiere hablar con él antes de marcharse por la mañana. Así que estoy de muy mal humor.

Intento distraerme coloreando con Roci un cuaderno de Frozen y haciendo construcciones con ella... Pero mi cabeza siempre vuelve al punto de partida: Raúl. Aún no le he contado lo que sucedió con Alma hace ya dos semanas. En realidad no se lo he contado a nadie porque todavía no me hago a la idea de que Álvaro esté dispuesto a levantar la bandera blanca sólo por una amenaza que podría no ser más que una cortina de humo. Miro el reloj. Son las seis de la tarde y en la calle hace sol y buen tiempo. Quizá me venga bien salir al parque con la nena un ratito.

Llamo a Ada por si quiere venir con nosotras y acepta encantada.

—Además tengo algo que contarte —dice emocionada.

Me pongo unos leggins negros y una camiseta gris ancha que deja mis hombros al aire. Ya hace calor en estas fechas. A la peque le pongo unos pantaloncitos cortos y una camiseta de manga corta que tiene un gran corazón dibujado.

—¿Vas a salir? —pregunta mi madre.

Me está sonriendo.

—Sí, creo que es buena idea pasear un rato —respondo.

—Ay, Bea... Qué difícil es todo —dice—. Sabes que no me gusta meterme en tus cosas pero creo que te estás equivocando...

A mi madre nunca jamás le gusta meterse en mis cosas... Pero siempre lo hace. Y se lo agradezco, la verdad. Siempre es mejor que alguien te de una visión desde otra perspectiva aunque no te guste lo que vas a escuchar.

Termino de abrocharle el velcro a las playeras de Rocío y me giro hacia ella.

—Es muy probable que tengas razón. No hago más que tomar malas decisiones —digo frustrada.

—No, hija. Hay decisiones que son malas porque no queda otra, pero con Raúl... Él te quiere, Bea.

—Y yo a él... Por eso quiero que se aleje de mí, para que no le salpiquen mis problemas —me justifico—. Vamos, Rocío, al parque.

Ella corretea hacia la puerta con alegría mientras yo cojo de la nevera una botellita de agua y un plátano para que meriende en la calle.

—Cariño, la vida está llena de problemas que nos salpican por todas partes... La gente que huye de los problemas al final se queda sola —me dice ella—. Además, nadie está obligando a Raúl a estar contigo. Si no quisiera complicaciones, te hubiese dejado en el mismo momento en el que le contaste que tienes una hija.

—Vale ya, mamá. Hasta que no se solucione el tema de Álvaro no quiero saber nada de ningún hombre. Quiero que Raúl se aleje para que no lo pase mal. Yo traigo problemas. Es mi última palabra.

—Esta vez estás cabezota, ¿eh? —dice.

—Me voy al parque —y fin de la discusión.

Rocío está extasiada con la arena. Llena el cubo y luego lo vacía para después pasar el rastrillo de plástico rosa por la montañita.

Ada la mira embelesada. En general Ada está observando a todos los niños con una cara que hace mucho que no veo en ella.

Estamos en uno de los banquitos de madera, sentadas, charlando y a gusto, a una temperatura bastante agradable. Los árboles están repletos de flores y hojas verdes. Huele a primavera y un poquito a verano. El cielo es azul, no hay ni una nube desde hace días.

—Tu hija está feliz, Bea. Es tan preciosa... No me extraña que te dé miedo perderla —dice mi amiga.

—Bueno, creo que me voy haciendo con el miedo... Se aprende a vivir con él —respondo.

—Estoy embarazada, Bea.

Me giro y la miro a los ojos, estupefacta. No tardo en sentir una alegría inmensa y en abrazar a mi amiga.

—¿Iñaki lo sabe?

Ella asiente con la cabeza. Sonríe emocionada y primaveral.

—Me alegro muchísimo por vosotros, os lo merecéis.

—¿Sabes? Creí que jamás encontraría algo así... Después de aquel novio tan horrible que tuve, que me lo hizo pasar tan mal con esas perretas celosas... Me hizo desconfiar muchísimo de los hombres. Y ahora, no puedo ser más feliz.

—¿Y cómo se va a llamar? —pregunto divertida.

—Si es chica... Se llamará Beatriz, como tú. Y si es chico... Ahí no puedo discutir: Iñaki junior.

Echo a reír.

Volvemos a casa. Invito a Ada a cenar, pero dice que ha quedado con su chico esa noche para ir al teatro. Me despido de ella en mi portal y subo con Rocío a casa.

Entonces vuelve Raúl a mi cabeza. Me revuelve que tenga que hablar con su ex mujer. La otra Bea. Respiro hondo y me digo a mí misma que tengo cosas más importantes en las que invertir mi preocupación.

—¡Mami! ¡La buela ha hecho tortilla para cenar! —grita mi hija por toda la casa.

El parque le ha abierto el apetito y cena con un hambre canina.

—¿Hay más? —pregunta—. Quiero más.

Mi madre y yo nos reímos. Y allí estamos: las tres generaciones en una misma cocina compartiendo un momento feliz en un mar de complicaciones.

Y suena el telefonillo.

Me sobresalto y de inmediato me levanto para descolgar. Abro sin preguntar quien es porque me imagino que Raúl al final ha podido venir.

Así que es genial la sorpresa cuando abro la puerta de casa y me encuentro a Álvaro al otro lado del umbral.

—¿Puedo pasar? —pregunta.

Hoy no va arreglado. Me extraña verlo con unos vaqueros y un jersey viejo. Tiene ojeras y está despeinado.

—Sí, vamos al salón —le digo—. ¿Quieres ver a la niña?

—No —responde él, tajante.

Nos sentamos en el sofá.

—Me voy, Beatriz. Tú ganas.

—Si te vas es porque algo tienes tú que ganar... No yo —le digo.

—Me han ofrecido ser el jefe del servicio de cirugía estética en una clínica de Los Ángeles —resume él en pocas palabras—. No puedo rechazar eso.

Entonces recuerdo las palabras de Alma: " lo único que le importa es su ego que se apoya en el trabajo que tiene y en el dinero que gana."

—¿De verdad? ¿Y qué va a pasar con la custodia?

—Es toda para ti, renuncio a la paternidad. Ya no me interesa.

Y se levanta del sillón.

—Tengo que irme —dice—. Mi vuelo sale temprano, mañana.

Lo acompaño a la puerta, sin creerme del todo lo que me acaba de decir.

No se despide. Empieza a andar escaleras abajo y lo veo por última vez.

"Se acabó la pesadilla, Bea".


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Disculpad el retraso!!!! He tenido un problema personal que me ha parado un poco todo... :(

¿Cómo hubiese sido si...? /Cristina González 2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora