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(Por: Abi)


Todo empezó en una fría mañana, un jueves que me encontraba de turno en la biblioteca.

—¿Puedo hablar con Edith?

—Está enferma —respondí sin levantar la vista de la ficha que estaba llenando.

—¿Y Flavia?

—Hemos tenido una crisis de resfriados —añadí mecánicamente— pero dime en qué te puedo...

Mi última palabra salió en un volumen tan bajo que apenas si pude escucharla yo.

Axel Cruz estaba parado en toda su gloria delante del escritorio de recepción. Con su actitud rebelde, la camisa fuera del pantalón y su corte a la moda, se veía totalmente fuera de lugar entre los libros. Era una pena que estuviera en horario de trabajo, o me hubiera atrevido a gritarle por fin lo que pensaba de su costumbre de romper los corazones de mis amigas.

—¿Sabes cuándo volverán? —Preguntó él.

—Probablemente no vuelvan hasta el lunes.

Axel me quedó observando de forma extraña, como si estuviera decidiendo cuál sería su siguiente frase. Después de quince segundos de sostenerle la mirada, pareció llegar a una conclusión y dijo:

—Perfecto, entonces volveré el...

—¿Abi?

La señora Luna, la bibliotecaria, acababa de volver de la cafetería. Le echó a Axel una mirada curiosa.

—Buenas tardes, ¿en qué te podemos ayudar?

—No se preocupe, ya me iba.

Axel se dio la vuelta y empezó a alejarse. La señora Luna se encogió de hombros, decidiendo que no valía la pena insistir.

—¿Por fin hemos encontrado el libro de historia? —Preguntó mientras se abría paso detrás del mostrador.

—Todavía sin novedades. Me falta revisar en la hemeroteca y en el lote de libros sin clasificar que llegó el lunes.

—Está bien. Termina con eso y si no hay nada, iré a avisar al director para que hagan el registro de las cámaras. Alguien tiene que habérselo llevado y con los exámenes a la vuelta de la esquina, lo necesitamos de vuelta.

—Por supuesto, solo terminaré con esta ficha y seguiré con la búsqueda.

—Eres la mejor, Abi. No sé qué voy a hacer el próximo año sin ti.

La señora Luna se metió a su despacho y solo cuando decidí volver a la ficha me di cuenta de que Axel Cruz seguía allí.

Su expresión me picó la curiosidad: se veía completamente aterrorizado. Nuestras miradas se cruzaron y él dio un respingo. Contra mi voluntad, me vi obligada a preguntarle si se encontraba bien.

—Sí, solo recordé que necesito sacar un libro. ¿Eres nueva aquí?

—He estado en la biblioteca por los últimos tres años —respondí secamente. No veía a dónde quería llegar, Axel Cruz no era amable con las chicas como yo sin una razón.

—Ah, genial. Yo solo conocía a Edith y Flavia, tal vez porque son de mi grado.

Le alcé una ceja con toda la ironía que era capaz de reunir.

—Yo también soy de último año.

Su cara de sorpresa hizo que me entraran ganas de golpearlo. ¿En serio? ¿No se acordaba de mí? Éramos ciento dieciocho alumnos a punto de terminar el colegio, era demasiado fácil conocerlos a todos. O tal vez solo le interesaban las chicas con las que era capaz de salir, eso encajaba más con su perfil.

PROHIBIDO tener citasWhere stories live. Discover now