7.

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―¿Relación? relación de...
―Relación, Tamy, de pareja. De dos personas que están enamoradas, se quieren y desean estar juntas. Del tipo de «no logro imaginar mi vida sin Alexia», de que me despierta todos los sentidos, de que me pierdo en su mirada. Relación de que nos acariciamos, nos besamos... relación de que la amo.
«No logro imaginar seguir adelante sin ella, es mi complemento. Siento que somos una misma alma dividida en dos y solo al estar juntas estamos completas.»
―Es muy lindo y muy romántico lo que dices y como te expresas por ella. Se nota que ese sentimiento es verdadero.
―Sí, Magela, lo es. De verdad la amo muchísimo, y sé que ella siente lo mismo, pero mis padres lo ven como una aberración, como una enfermedad, no entienden que es amor. De más está decir que tampoco lo aceptan y es tan grande su ignorancia que creen que aquí me van a «curar». Pero eso ya no importa, decidieron sacarme de sus vidas y se los agradezco porque por primera vez en diecinueve años hicieron algo que me hace feliz, me dieron mi libertad.
―¡Ay, chiquita! nadie se merece unos padres así de insensibles, pero ya no estás sola, Tamy y yo estamos aquí, ¿cierto? ―dijo girándose hacia ella, pero tenía la mirada perdida en el río―, Tam... ―No respondió―. ¡Tamara!
―¿Qué? ―preguntó saliendo de su trance.
―¿En qué pensabas?
―Nada importante. ―Fingió una sonrisa.
―Bueno... ―respondió Magela sin creerle―. Le decía a Oriana que ahora está con nosotras y nunca estará sola.
―¡Por supuesto! siempre estaremos contigo.
―Gracias, chicas, no saben lo que significa para mí que estén conmigo, que me acepten así como soy, que no me juzguen ni me discriminen.
―Mira, Oriana, el amor es eso... amor. No importa la raza, ni la religión, ni la descendencia, no importan las clases sociales, las profesiones, las cualidades, las capacidades o la ausencia de ellas. Y tampoco importa la preferencia sexual, lo único relevante es que sea sincero, honesto, transparente y real. El que seas o no heterosexual no te define como persona ni como ser humano porque tu vida sexual solo te involucra a ti y a tu pareja. A mí lo que me importa de ti es que eres dulce, buena persona, una excelente amiga fuerte y valiente; no con quien vas a la cama. Y sé que Tamara piensa igual que yo.
―Eres maravillosa, ambas lo son ¡Las quiero muchísimo!
―Awwww...
―Y nosotras a ti, Oriana ―agregó Tamara.
Y se sumergieron en un gran abrazo.
***
―¡Tamara! ―La chica iba en compañía de sus amigas hacia el patio, acababan de merendar y como ya era jueves estaban planificando su fin de semana, el que incluía teatro, paseo en bicicleta y una visita al zoológico. Giró al oír su nombre aunque ya antes de hacerlo sabía de quien se trataba. Allí estaba él, tan guapo, con su sonrisa de lado capaz de enamorar a cualquier mujer, con su mirada pacífica y su cabello prolijamente despeinado. Ella sintió sus piernas temblar, Nicolás se sentía un adolescente al percibir en su estómago esa sensación de mariposas alojadas ahí, ¿pero qué diablos? era una mujer hermosa aunque ella se empeñara en ocultarlo. Tal vez por malos recuerdos, tal vez por miedo o quizá, ella simplemente no creía en el amor. Sabía que no sería sencillo, pero lo intentaría porque estaba seguro de que esa mujer era su otra mitad, él estaba dispuesto a ser el bálsamo sanador que ella necesitaba―, hola, hola chicas.
―Hola. ―Saludaron las otras dos al unísono mirándose con complicidad.
―Oye, Oriana ―dijo Magela―, ¿me acompañas a la habitación? olvidé ponerme perfume. ―Tamara las miró frunciendo el ceño.
―Claro, vamos. ―Se tomaron del brazo saliendo de allí a toda velocidad.
―Son geniales ―dijo él intentando romper el hielo.
―Sí que lo son. ―Ya hablaría con ese par―. ¿Qué se te ofrece, Nicolás?
« ¡Dios, su nombre pronunciado por ella sonaba glorioso! »
―Yo... yo... bueno es que me preguntaba si... si tal vez... no sé. ―Parecía quinceañero enamorado, Tamara lo observaba entre divertida y curiosa ¡Qué vergüenza! respiró hondo y lo dijo sin más―. ¿Aceptarías salir conmigo este sábado? podríamos ir a cenar y luego a bailar.
―Gracias. ―Moría por aceptar, de verdad le gustaba pero no podía, ella sabía que no era capaz de entregarse al cien por ciento en una relación―. No puedo, Nicolás.
―¿No quieres pensarlo al menos?
―De verdad me siento muy halagada, pero no creo que sea correcto. ―Eso también le producía un sonoro eco en su interior―. Eres uno de mis terapeutas.
―Está bien, acepto tu negativa pero solo por hoy. Seguiré insistiendo, Tamara. ―Acarició suavemente su mejilla, le guiñó un ojo y se marchó.
―¿Qué fue eso? ―preguntó Magela entre risas.
―¡Yo lo sabía! te advertí que está loquito por ti, ¿qué te dijo?
Tamy rodó los ojos y comenzó a caminar, sus amigas iban detrás de ella llenándola de preguntas que no respondía. Al fin les confesó que la invitó a salir y que ella se negó.
―¿Pero por qué, Tamara? si a kilómetros se nota que te gusta.
Pensó en decirles el verdadero motivo y lo haría, aunque no en ese momento porque aún no se sentía lista para hablar de ello. No por falta de confianza porque tenía la certeza de que ellas la entenderían, la apoyarían y no contarían su historia a nadie, sino porque exteriorizarlo era volver la situación aún más real de lo que ya era, y sobre todo, se trataba de remover toda esa basura que su pasado guardaba; así que dijo una verdad a medias, algo que igualmente sería entendible.
―Para salir con alguien primero debo estar bien conmigo, ¿cómo voy a tratar con amor a otros si yo misma me desprecio?
―¡No hables así, Tamara! ―Le recriminó Magela―. Además, a nosotras nos demuestras cariño.
―Sí, pero es diferente, con las amigas siempre es diferente ―dijo sonriendo y fingiendo inocencia.
―Yo creo que hay algo que no nos has dicho.
―Yo también lo creo ―acotó Oriana.
―Miren ―dijo ya un poco irritada―. No me gusta que me fastidien ni que me controlen, creo que a estas alturas lo saben bastante bien.
―Disculpa, Tamy, no era nuestra intención hacerte sentir mal o perseguida, es solo que nos preocupamos por ti. Y si hay algo que no nos quieres contar lo respetamos, pero sabes que puedes confiar en nosotras.
―Sí, lo sé y se los agradezco. Solo ténganme un poco de paciencia, les prometo que más adelante hablare de eso, aún no me siento lista.
―Y eso que no nos dices aún… ¿es el motivo por el que no aceptaste la invitación de Nicolás?
―Algo de eso hay, pero tampoco me parece muy ético. Él es uno de mis terapeutas, lo sabe todo de mí.
―Y aun sabiéndolo todo de ti ―le dijo Magela al tiempo que la picaba con su índice derecho―. Se acercó y te pidió una cita, eso es porque le gustas de verdad, no creo que él sea de ese tipo de doctores que se mete con sus pacientes solo para pasar el rato.
―Por favor, dejemos el tema aquí, ¿sí?
―Está bien, ya no hablaremos de eso, ¿qué les parece si vamos al salón de recreación a hacer unas manualidades?
―¿Y eso Oriana?, ¿desde cuando eres aficionada a esas cosas?
―Es que me dieron ganas de hacer un portarretratos para regalarle a Alexia con una foto que nos tomamos el verano pasado, en Las Ruinas de Machu Picchu.
―¡Qué lindo! ¿Conoces muchos lugares?
―Sí, muchísimos. Vamos, que mientras inventamos algo les cuento...
***
―¿Qué hiciste qué, Nicolás Sosa? ―Alejandra no daba crédito a lo que oía. Sabía que esa muchacha le gustaba, sabía que tenía esa idea de invitarla a salir, pero no creyó que fuera capaz, al menos no tan pronto.
―Es que no pude contenerme, tú sabes que me encanta esa mujer, su carácter, su valentía. Y físicamente es bellísima ¡Pero qué más da! igual me mandó al diablo. ―Rio amargamente.
―¡Ay, Nico! ¿Y qué esperabas? es lógica su reacción después de todo lo que ha vivido.
―Lo sé, lo sé, pero tenía que intentarlo. Yo puedo ayudarla a superar sus miedos, Ale. Quiero hacerla ver que vale mucho, que merece lo mejor del mundo y yo estoy dispuesto a dárselo, quiero que entienda que por más que ha sufrido tanto y que la han lastimado de la peor manera, todavía puede ser feliz. Quiero cuidarla, protegerla, mis intenciones con ella son las mejores.
―Si le dijeras eso creo que sería peor. La pobre saldría corriendo ante tanta miel.
―Eres una insensible ―respondió su amigo tocando su pecho de forma dramática―. Hieres a este sensible corazón.
―¿Qué haces aquí? deberías ser actor, lo que Hollywood se pierde contigo ¡Por Dios! ―Ambos estallaron en risas―. Ya, hablando en serio, deberías darle tiempo a Tamara, tiempo para que sane, para que se perdone, para que comience una relación como es debido con su hija. Alguien con la vida tan desordenada debe encarrilarse antes comenzar una relación; tú me entiendes.
―Claro que sí, comprendo muy bien.
―Calcula que ella ni siquiera ha hablado con las chicas de lo que le ha pasado, todavía no exterioriza todo ese dolor, toda esa rabia. Dale tiempo, apóyala, muéstrate ahí para ella, hazla saber que puede confiar en ti. Acércate poco a poco y luego de que esté bien consigo misma y sepa que en verdad la quieres, que no es un juego ni un capricho, ahí sí ponte en plan romance.
―Tienes mucha razón, voy a tratar de controlarme. Gracias por tus consejos, eres un ángel. Te quiero mucho, ¿lo sabes?
―Y yo a ti, mereces mucho ser feliz.
―¡Alejandra, Alejandra! ―Era Oriana quien entraba casi al borde de un ataque de desesperación.
―¿Qué ocurre?
―Es que... es Magela... ―Estaba demasiado agitada.
―Oriana, si no te calmas, ni Alejandra ni yo te entenderemos. Respira profundo. ―Inhala profundo junto con ella―. Exhala, otra vez, ahora dinos, ¿qué ocurrió con Magela?
―Estábamos en la sala de recreación, se desmayó y se golpeó la cabeza. El doctor Brum la está revisando, dijo que no se golpeó muy fuerte, pero igual van a llevarla al hospital.
―¡Ay, Dios mío! voy a llamar a su marido.
―Sí, Alejandra, por eso vine, pero es que nos asustamos mucho, perdón.
―No pasa nada. Nicolás, ve con ella, yo voy a llamar a Bruno y los alcanzo.
Pasaron casi tres horas desde el desmayo y accidente de Magela. Luego de que Alejandra habló con Bruno, éste junto con su suegra fueron directo al hospital a donde llevaron a su mujer, unos quince minutos después llegó la ambulancia que se la llevó, también Alejandra. Nicolás se había quedado para tranquilizar a Oriana, a Tamara y a los otros pacientes de la clínica, ya que estaban muy angustiados por la salud de esa muchacha a la que tanto querían. 
Luego de varios análisis ya les habían confirmado que Magela se encontraba en buen estado, pero como aún no reaccionaba no permitían que la vieran y no les confirmaban al cien por ciento que el golpe no tuviera alguna consecuencia.
―¿Familiares de la señora Magela Gutiérrez?
―Aquí doctor, yo soy su esposo y ella es Pilar, mi suegra.
―Mire, señor...
―Lemos. Bruno Lemos.
―Señor Lemos, su esposa está fuera de peligro y ya reaccionó, respondió bien a las pruebas de reflejo, el golpe no fue fuerte y tampoco producirá consecuencias.
―Gracias Dios, por proteger a mi niña ―dijo Pilar aliviada―. ¿Podemos verla?
―Sí, señora, pero si me permite voy a llevar al señor Lemos primero ya que quiero hablar con él y Magela. No se preocupe ―le dijo al ver su expresión―. No es nada malo.
―Claro, voy a estar en la cafetería.
―Yo la a acompaño. ―Se ofreció Alejandra, juntas se marcharon.
Al entrar a la habitación, Bruno observó a su mujer, quien tenía los ojos hinchados y muy rojos como si hubiera estado llorando.
―¿Qué te pasa, amor?, ¿cómo te sientes? ―preguntó tomando su mano y besándola.
―Estoy bien. Un poco... aturdida nada más.
―Me lo imagino, debes haber despertado totalmente desorientada.
―Sí, eso también. Pero... hay algo más. ―Mordió sus labios como siempre hace cuando está nerviosa, su marido la observó ansioso―. El doctor acaba de decirme algo que... ¡Ay! ―No aguantó el llanto.
―Me estás asustando, Magela, ¿qué pasa?
―Estoy embarazada, cariño ¡Vamos a ser papás!
―Júramelo. Júrame que es cierto. ―Ella solo pudo asentir―, esto es... es maravilloso. ―Abrazó a su mujer con fuerza, un abrazo colmado de esperanza y emoción.
―Por eso le pedí que viniera conmigo, señor Lemos, por suerte el golpe que sufrió la señora no fue grave como para requerir de una tomografía, el desmayo no fue a causa del golpe. Le hicimos una placa, pero en ese caso la radiación no es ni cercana a la producida en un TAC y fue solo por tranquilidad nuestra. De todas formas precisará de varios cuidados por su estado ya que tiene un poco de anemia. Magela, si no tienes un médico ginecólogo de cabecera para controlarte puedo recomendarles uno aquí mismo, solo me avisan. Te quedarás en observación hasta mañana en la mañana, yo mismo vendré a firmar tu alta. Ahora los dejo para que disfruten de la noticia. Felicidades.
―Gracias por todo, doctor. ―Él asintió y se marchó―. Mi vida... mi amor, ¿te das cuenta? tenemos una nueva oportunidad.
―Lo sé y estoy feliz.
―También yo.
Ambos estaban muy emocionados. Y entre besos, abrazos y caricias, por primera vez en mucho tiempo el llanto fue producto de una gran felicidad.

 Y entre besos, abrazos y caricias, por primera vez en mucho tiempo el llanto fue producto de una gran felicidad

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Imagen: Candis Benítez.

 Las Tres Marías. [Completa]© Where stories live. Discover now