Creo que hubiera sido mejor si me gritaba, el tono de voz que utilizo en realidad da miedo.
- En verdad lo siento, no sabía sobre eso, y no se que se me paso por la cabeza al decirlo, creo que no volveré a hablar sobre eso. - hablé rápidamente.
- Eres malditamente parlanchina. - me miró con una expresión neutral - pero no te debes de disculpar conmigo, disculpate con el.
- Claro que me tengo que disculpar contigo, te puede golpear o hacerte daño. - dije al borde del llanto.
- Puede que me de una hostia, pero se cura. - finalmente salio de mi habitación.
Frunci el ceño.
Odio, odio, odio. Odio mi maldita boca.
¿Quién era Camila?
Baje y me dirigí hacia la cocina encontrándome a mi madre ahí.- ¿Que fue lo que paso? - preguntó.
- Nada, supongo que fue solo una confusión. - sonreí nerviosa.
- ¡Anna, hermanita! - Adam gritó desde las escaleras.
- ¿Si? - pregunté.
Adam se encontraba asomado por las escaleras.
- Ven. - murmuró.
Si, no me esperaba nada bueno.
Subí las escaleras y me dirigí hasta su habitación.
Entré y él cerro la puerta a mis espaldas.Me miró fijamente.
- Que se que eres muy habladora, odio eso, pero, no me molesta, casi nunca, lo que me molesta es que jodas a otros con eso.
- ¿Qué? - pregunté.
- ¿Como que que? - preguntó.
- ¿Por que dices eso? - contesté confundida.
Recordé lo que había pasado hace unos minutos.
- Eres demasiado olvidadiza.
- Oh, ¿por lo de Camila? - pregunté - ni si quiera se quien es ella, por eso pregunté.
- Vale, sin ánimos de ofender, la cagas siempre. - me sonrió incómodo - y aveces un poco estúpida.
- Gracias. - lo miré.
- Ahora preguntare algo, y no quiero herir tus sentimientos.
- Hazlo.
- ¿Como mierdas se te ocurre preguntarlo así de la nada? - susurró gritando.
- Yo lo siento. - murmuré
- Claro que tu lo sientes. - susurró de la misma manera.
- Lo siento, quiero arreglarlo, enserio que quiero. - me disculpé.
- No, princesita. - dijo mientras salía de la habitación.
Cerré los ojos, odiaba que me llamara así.
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¿Serás Mía?
Teen Fiction- Seras mía. - le grité. Guardo silencio, y es que no podía decir nada, la mordaza no dejaba que hablará. - Eres mía. - grité enojado. La iba a joder si se iba, si me dejaba, que a mi nadie me deja solo, señoras y señores. •Actualización cada cinc...
Te odio.
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