Buen día

1.5K 104 14
                                    

Para cuando la rutina de levantarse al son de su alarma y recoger la cama se había terminado, Ariel escuchó desde su habitación el agua de la regadera con mucha claridad, no podía ser su padre quien ocupará el baño antes que el, no a estas horas, por lo que tomando entre sus manos la ropa que iba a ponerse ese día, salió a pies descalzos de su habitación, y se dirigió al cuarto de baño.
La vocecita de su hermana salía de entre el sonido del agua, un claro indicador de que se le había adelantado esa mañana para no tener que esperarlo para bañarse. Y al parecer se había levantado excesivamente temprano, pues para la hora que era, en pocos segundos el agua se detuvo, causando algo de sorpresa y curiosidad en Ariel, y solo tomó algunos segundos de espera para cuando la niña salió con el cabello envuelto en una toalla, y una bata de baño encima cubriendo su cuerpo. Salía vapor tibio de la regadera, tan tibio que le hizo al pelirrojo ondear una mano frente a su rostro para evitar que diera contra su cara tan repentinamente.
"Ah..." No fue capaz de formar una oración cuando su hermana ya estaba caminando descalza hacia su habitación a lo largo del pasillo, lo bueno de esto es que podía tomarse su tiempo arreglándose sin que le lanzarán nada a la cabeza.

Una ves listo, Ariel tranquilamente se acomodó su corbata de moño negra y se regaló una sonrisa en el espejo para salir del baño, y al parecer, aún tenía tiempo de sobra.
Bajó a la cocina, donde vio a su hermana sentada desayunando, y a su madre terminando de preparar el desayuno para su padre. Ariel estaba algo intimidado, pues, no era usual ver a su hermana a la mesa sin que el hombre de la casa los reuniera a comer, y también el solo pensar en pedirle desayuno a su madre, le causaba algo de disconformidad. El joven rara ves desayunaba en su casa, solía solo salir corriendo y encaminarse a la escuela pero, ya estaba listo, tenía tiempo, y hambre también, así que decidió armarse de valor y acercarse a su madre, quien trabajaba en la estufa.

"Buenos días ma." Le dijo decisivo al inclinarse a darle un beso en la mejilla a su madre, una mujer de corta estatura; ella se vio algo sorprendida pero aun así le sonrió a su hijo, invitándolo a sentarse a la mesa.
"Hoy estamos todos a tiempo, parece. Este plato era para tu papá pero aun no le da por levantarse." Se acercó a dejar un plato de huevo revuelto con tocino sobre el mantel frente a donde el pelirrojo estaba sentado, y aunque se miraba caliente y delicioso, escuchar que era el plato destinado a su padre le causaba algo de temor. ¿Y si en unos minutos bajaba ese hombre, cuando apenas estaban preparando su plato?
"Ma, si quieres me espero a que hagas otro, no quiero comerlo si era para él, falta que se enoje..." Hablaba tímido y casi sumiso a pesar de no despegar su mirada del plato humeante por más de unos segundos.
La mujer se encogió de hombros e hizo una mueca, retomando la espátula para seguir revolviendo el huevo con el tocino. "No pasa nada, para cuando baje va a estar frío, así que mejor le hago otro."

Ariel quería confiar plenamente en su mamá, pero aun si le tomó un poco convencerse de que todo estaba bien y tomar un bocado con su tenedor, su hermana sentada a su lado, solo lo miró de forma burlona y se rió en silencio antes de seguir comiendo; claro que no se resistió de hacer un comentario por mucho tiempo. "No seas marica, solo cómetelo y ya."
La ignorancia de su hermana le consiguió un ligero manotazo en la cabeza, aunque por más ligero que fuera, ella era igual de llorona que su hermano, enojándose rápidamente y dejando sus ojos vidriarse con lagrimas.
"Aquí no se dicen ese tipo de cosas, y tu sabes que si hacen enojar a tu papá les pega, así que acábate tu desayuno y vete antes de que te de otro mas fuerte." La niña no tardó más de dos segundos en dejar los cubiertos sobre su plato casi terminado, y levantarse empujando la silla detrás de ella, quitándola de su camino y dirigiéndose al sillón de la sala para tomar su mochila, sin mirar hacia arriba para no hacer contacto visual con nadie. Con su pálida piel ahora roja de la rabia, salió de la casa dejando un distintivo azotón a la puerta.

Ariel estaba ciertamente impresionado, por que no era cosa de todos los días ver a su madre defendiéndolo de su hermana, pero se lo había ganado, insultándolo frente a ella, como si nadie fuera a repercutirle de sus acciones.
"Bórrate esa sonrisa." La voz de su madre le hizo quitarse ese gesto de Goofy que tenía en la cara, poniéndose serio y mirándola con ojos de venado.
"Disculpa. Es que me preocupa mucho que se comporte así, por que aquí en la casa es así conmigo, pero ¿como será en la escuela? Algún día va a volver con un golpe si sigue haciendo ese tipo de comentarios." Ariel pensaba que por estar de acuerdo con su madre, podía hablar de su hermana y tratar de imponerle una necesidad por corregirla, pero su madre estaba en desacuerdo de dejar a otros decirle como cuidar de sus hijos, lo hiciera bien o no.

No me hagas reír.Where stories live. Discover now