Inicia la historia.

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Esto es raro. Ya son dos días que no veo a Misael, bueno, han pasado dos días desde que lo dibujé y lo vi. Me resulta extraño, pero más extraño aún es que Ilse no dice nada y está muy alegre, sí, lo admito, me da miedo tanta felicidad y sin que me diga nada. Espero no sea nada malo. Hoy también entro a las nueve, pero saldré a las tres de la tarde y al parecer el salón en el que va Misael sale a la misma hora, no espero verlo si fue una distracción para él, sabré entenderlo y seguiré adelante.

Genial, esto no puede seguir aún más raro, Ilse nunca falta a clases y hoy es el primer día que falta sin justificación, no me avisó a pesar que en la noche hablamos por teléfono. En fin, estaré seis horas sola en clases. Le reclamare en cuanto la vea.

Sí, como lo supuse, no se presentó en ninguna de las clases, sólo espero que no le haya pasado nada a la señora Paula, porque con todo lo que ella me ha apoyado no soportaría que no me avisaran. Puros pensamientos malos hay en mi mente, mientras camino hacía la salida, con los auriculares puestos transmitiendo música, en eso veo que Juan se va acercando hacia mí.
-Hola Juan.
-Hola Isa, oye ¿me puedes acompañar?- señala uno de los patios traseros.
-Claro, pero ¿por qué?- empezamos a caminar y me cambia la plática.

Al llegar a la mitad de camino se va acercando Ilse, la veo y salgo corriendo a abrazarla, le pregunto por su mamá y dice que está todo bien. Ahora los dos (Juan e Ilse) me llevan a algún lugar de la escuela. A cierta distancia me piden que valla a otra parte de uno de los patios sola y se van. Okay, okay, algo traman éstos dos, pero será... no, Bell, no, retira esa idea. Sigo perdida, conozco la escuela, pero no conozco qué habrá después de esa vuelta. Avanzo conforme avanzan los segundos de las canciones hasta que llego al punto indicado y no veo nada, más que los salones medio vacíos, alumnos por aquí y por allá, profesores que caminan rumbo a la dirección a firmar o a tomar café, trato de buscarlo con la mirada, sí a Misael, pero no aparece si es una broma, ya se pasaron.

Ya pasaron casi quince minutos y nadie aparece. Sí, fue una broma de muy mal gusto, me levanto y comienzo a avanzar por donde me trajeron las indicaciones de Juan, pero justo cuando iba a salir del patio escucho una voz de alguien conocido, de alguien a quién mi mente ya tiene asimilado, y esa es la voz de Misael que dice mi nombre.

-¡Isabella! ¡Isabella! ¡No te vallas!
Me volteo y en ese momento están los tres, pero Misael llevaba un ramo de rosas rojas, mientras que Juan e Ilse tomaban un letrero que decía "Isabella: ¿Aceptarias qué yo sea tu Romeo?". Aquel letrero tenía una foto de ambos, cuando hicimos la obra y algunas otras fotos mías (que por supuesto, fue Ilse quién las sacó), al verlo me quedé sin habla, no sabía que hacer, pero de lo que si estaba muy segura era de seguir el consejo que mi mamá me dio, así que camino lentamente hacia él.
-Bell, ¿Quisieras que yo sea tu Romeo?
-Misael... yo... acepto. Sí. Quiero ser tu Julieta.
Dicho esto me da las rosas y lo abrazo, Ilse y Juan sonriendo por la felicidad de sus amigos.

Al salir de la escuela me lleva a un parque, el mismo en el que me dijo que le gustaba una chica, y esa chica soy yo. No creía que sería tan rápido, pero tampoco que tardaría, al final estaríamos juntos. Ambos sonreimos, él me observa, yo observo las rosas, dicen que las rosas rojas representan amor de verdad, también dicen que existe el amor a primera vista y es cierto, porque cuando yo lo vi me atrajo desde ese momento y por lo visto yo a él.

-Bell, gracias...- sonríe y me toma la mano.
-No tienes nada que agradecer, soy yo quién tiene que agradecerte... por haberte fijado en mí.- me recargo en su hombro y sonrío.
-Eso no se agradece, simplemente se da.
-Entonces, te agradezco por lo que se dio. Gracias.- levanto mi cara y le doy un beso en la mejilla. Él al darse cuenta sonríe y me abraza, nos quedamos abrazados un rato hasta que comienza a nublarse el cielo. Lo veo a la cara, de nuevo esos hermosos ojos cafés que me devuelven el mismo sentimiento, no puedo creer que ahora su amor me pertenezca, fue lo que más deseaba, lo que más esperaba desde que lo vi por primera vez.

Me acerco poco a poco a él, veo sus labios, sus dulces y carnudos labios, no resisto y lo beso, él corresponde, nuestro primer beso como novios, ambos estabamos sedientos de este amor que en ese beso se transmitió. Paso mis manos por encima de sus hombros, uniendolas atrás de su cuello, él, poco a poco toma mi cintura de una forma tan linda que no lastima ni obliga. Sus labios se unían tan perfectamente con los míos, su corazón late al mismo tiempo que el mío, siento como si pudiera tocarlo. Me separo un poco, él respira entrecortado, nos vemos directamente a los ojos y yo noto ese pequeño brillo en ellos, ese brillo da un aspecto tan único a él, a su cara, a su persona. Lo quiero, sí lo quiero y mucho... -Te quiero.- le digo y sonríe.

El Secreto Del Verdadero Amor. *Editando*Where stories live. Discover now