meet again; larry

time

Louis sonríe ampliamente.

—Que bien. Y, ¿estás en pareja?

El ojiverde niega.

—Aún no—rasca su cabeza—. Tal vez te suene algo cursi, o femenino, pero estoy esperando a una persona especial.

El castaño asiente, comprendiendo.

—Yo tardé dos años para encontrar a Ele. Pero, después de todo, valió la pena.

Harry lo observa; sus ojos brillan ante la mención de su familia, y no le puede causar más ternura. Pero esa ternura es aplastada cuando se da cuenta que él no es la causa de ese brillo.

Tenía la esperanza de que Louis volviese a sus brazos y, que después de explicarle por qué fue que lo dejó, lo perdonara y pudieran ser felices.

—¿Sigues trabajando con aquella importante revista?

La voz de Louis traspasa sus oídos y lo mira.

—No.

—¿No?

Harry niega— Ya ni siquiera vivo en Doncaster—ríe y Louis se sonroja—Me mudé a Holmes Chapel hace, más o menos, año y medio. Compré una linda casa de tres pisos, los dos de arriba son mi hogar, y el primero una humilde panadería. Nos va bastante bien, las ventas no hacen más que aumentar—sonríe orgulloso, haciendo que un hoyuelo en su mejilla salte a la luz.

—¿"Nos va"?—pregunta el castaño, arqueando una ceja.

—Ah, sí. A los dos meses de mudarme, conocí a un chico. Su nombre es Niall, un rubio irlandés con un sentido del humor imparable. Creo que se llevaría bien con Zayn y Liam—pasa su peso de una rodilla a la otra, y cruza sus brazos sobre su pecho—. Hablando de ellos, ¿cómo están? llegué anoche y aún no he tenido tiempo de ir a visitarlos.

Louis se alegra de cambiar de tema, no estaba soportando ver la sonrisa de Harry mientras hablaba de su amigo.

—Bien. Zayn se comprometió con Gigi hace poco, y Liam trabaja como profesor de gimnasia en una de las mejores escuelas privadas.

Harry asiente y acerca la taza a sus labios. El café se desliza hasta su garganta y traga, mientras observa al ojiazul, quien está entretenido mirando hacia el exterior.

—Ha pasado mucho tiempo, ¿no crees?— Louis rompe con el largo silencio.

Y Harry vuelve a asentir, no teniendo la demasiada valentía para mirarlo a los ojos.