everlasting [final]

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El rizado siente como su corazón se comprime, y su rostro de tiñe de rojo ante su confesión no correspondida.

La suave mano de Louis sigue sobre su brazo, dibujando pequeños círculos, para consolarlo. Harry la aparta suavemente, a pesar de que no están haciendo nada malo, no le gusta saber que su cercanía con Louis en ese instante no debería estar pasando, él tiene esposa, y, además, ya dijo todo; no lo ama. 

—Yo... lo siento. De verdad no debería haber venido. No tendría que haberte dicho esto después de tantos años, soy un idiota, lo siento— pasa una mano por su pelo, tirando suavemente de los cabellos castaños que caen sobre sus hombros, con sus característicos rizos brillantes. 

Louis lo mira, en su ojos azules hay una pizca de decepción que sabe esconder muy bien con una pequeña sonrisa que lastima, aún más, a Harry. 

—Creo que fue valiente, pero algo tarde—la cabeza rizada asiente, con la vista fija en sus zapatos negros— Harry, ven aquí— Louis abre sus brazos y el menor no duda en darle un pequeño abrazo. Una sonrisita jugando en sus labios.

—Está bien... creo que eso es todo, ¿verdad?—observa al chico con la última esperanza que le queda. Una parte de él cree que Louis se arrojará a sus brazos y volverán a estar juntos. Una patética parte de él.

El castaño rasca su nuca, incómodo, abre su boca para hablar, pero las palabras mueren en su boca cuando escucha la puerta abrirse. 

Una bonita chica castaña entra a la sala, con un niño en brazos. A pesar de que su cara refleja cansancio, tiene una gran sonrisa plasmada en el rostro. Sus tacos negros resuenan por toda la habitación, parando para dejar una bolsa en la silla. Deja al niño sentado en su sillita. Resopla, pasando sus manos detrás de su cuello, atando su largo cabello en una coleta alta. Da la vuelta y ve a Louis y Harry observándola.

—Oh, lo siento, no los vi—dice mientras se saca sus lentes oscuros, sus ojos abriéndose en sorpresa—Harry...—susurra para sí misma, acercándose—, eres tú.

Harry asiente  y sonríe con hipocresía, sus dedos enredando la cadena que cuelga de su cuello— El mismo.

—¡Tanto tiempo! ¿Que haces aquí?—la amabilidad de la chica es real, y Harry se siente mal por ello. Eran amigos, y ella se mudo antes de que Louis y él comenzaran a salir y, al parecer, el castaño nunca le comentó nada sobre aquella relación, pero no es el momento para lanzar todo, por lo que simplemente dice:

—Una visita. Ya sabes, cafés, sorpresas, recordar viejos tiempos y algunas lágrimas derramadas por ello, explicaciones de nuestras vidas actuales y... nada. Sólo eso, nada muy importante—dice regalándole lo que, él espera, se asimile a una sonrisa. 

Eleanor lo mira con una ceja arqueada. Suena nervioso e incómodo.

—Está bien, me alegro que hayas venido, espero verte más seguido por aquí, puedes venir a cena, si quieres.

Harry niega instantáneamente—Está bien—levanta sus manos y frunce ligeramente los labios—. Adios, Eleanor.

La chica lo saluda con una mano mientras se adentra en la cocina. 

Las largas piernas de Harry comienzan a dirigirse hacia la puerta.

No quiere.

En serio no quiere.

No tiene la fuerza para dejar a Louis detrás y cerrar otra puerta.

Otra vez no.

Los pasos del castaño lo siguen con cautela.

—Harry...—ambos frenan a escasos centímetros de la puerta. Los dedos del menor rozando el picaporte de la misma.

—Sólo... sólo quiero decirte que, si cruzo esa puerta, esta vez será para siempre. Juro que no volveré a molestarte ni sabrás nada de mí, pero necesito, realmente necesito, que me mires a los ojos y repitas que no me amas, que ya no lo haces.

Tragando con esfuerzo el nudo que ahorca su garganta, Louis lo mira.

—Lo siento...

—Dilo—su mandíbula está tensa y apretada.

—No te amo, pero, se feliz, por favor. 

Harry voltea, levantando la dignidad que aún le queda y sale, susurrando un último adiós.

Louis lo observa, como sus rizos vuelan con el viento y su nariz se torna algo roja con el aire frío, como patea lo que se interpone en su camino, como maldice hasta llegar a su auto, y como, una vez dentro de éste, apoya su cabeza sobre el volante. 

Su frente se encuentra con el vidrio y, cuando escucha el motor prendiéndose, toma su chaqueta gris.

Sus piernas corren lo más rápido que pueden y sus manos descansan en sus rodillas una vez que llega al frente del auto. 

Sabe que la expresión de Harry es algo que nunca olvidará.

Como sus ojos brillan y en su mejilla se marca un hoyuelo, mientras la blanca fila de dientes se muestra en una gran sonrisa, pero aún así tiene el ceño fruncido.

Le sonríe. Entrando por la puerta del copiloto. Colocándose el cinturón. Acercando su cara a la del otro y rozando sus narices.

—También te amo. 








N/a: El epílogo y termina.


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