Son treinta llamadas perdidas de su papá, sabe qué quería pasar tiempo de calidad con ella. No obstante, a eso, necesita estar sola para poner en orden sus pensamientos.

Ha faltado a la universidad una vez más, el plazo que Evandro le dio se venció.

«¿Se acordará de eso?» al eso ponerse a suponer sacude la cabeza.

Ese hombre debía estar buscándola.

Encima del inodoro visualiza el largo abrigo de Derek, respira profundo tras recordar cómo en uno de los bolsillos encontró un fajo de billetes.

«Me aseguraré de devolverte el favor» piensa en él, pues gracias al dinero que encontró durmió en un hotel, lo único que desea es estar en paz... Volver a su pacífica vida.

El ruido de un golpe hace que su mirada recaiga en la alfombra del baño debido a la vibración que hizo ante una llamada telefónica su celular, el cual cayó.

Es Lily.

Armándose de valor, haciendo una mueca, recoge el celular y contesta:

—¿Qué quieres? Si me vas a hablar de tu hermano e inventar un montón de excusas déjame decirte que...

—Te diré todo.

Incrédula, Adela sale del baño.

—¿Todo o más mentiras para que vuelva con el infeliz de tu hermano?

—Todos merecemos una segunda oportunidad, déjame reunirme contigo por un momento.

Permanece en silencio hasta escuchar la súplica varias veces y por fin decide escuchar la tan aclamada verdad, esperando que algo bueno salga de todo eso.

•••

Tamborileando los dedos en la mesa del colorido lugar, en donde por todo el local se puede oler el delicioso humeante pan recién horneado.

—¿Y bien?, ¿cuándo empezarás hablar?

Con los ojos hinchados de tanto llorar y no haber dormido con la culpa atormentadora, Lily baja las cejas.

—Adela, por favor perdóname, yo solamente quería cuidarte.

—No he venido a escuchar disculpas vacías, quiero escuchar de que me cuidabas para que pueda entenderte Lily Ana Guzmán Álvarez.

Apretando los labios baja la mirada.

—Hay cosas que no me dijiste, las últimas semanas antes del accidente parecías muy contenta, salías mucho con tu mamá, me dijiste que me contarías todo, pero no pudiste hacerlo lo único que sé es...

—¿Adela? —una chillona voz hace que Adela voltee, viendo a su hermana entrar en el negocio.

Wanda al despertar vio a un hombre durmiendo al lado de ella en una camioneta, este despertó, amenazándolo hizo que le entregara su Chesterfield de oscuro color para cubrir su desnudez.

Cayetano, riendo, aceptó su demanda deseando ver la cara de su jefe cuando no la hallé después de hacer un desastre a causa de ella en ese bar.

Pero Wanda solo vio llamadas perdidas de su padre quien le pedía buscar a su hermana por quien salió preocupada a recorrer todos lados, hasta por fin hallarla, sabía que podía estar en esa cafetería que por años ha sido su favorita.

Viendo a una llorosa Lily frente a su hermana, se le descompone el estómago.

—Sigue hablando Lily.

—¿Acaso Wanda no se va?

—Recién llego, ¿y ya quieres que me vaya? —burlándose, toma asiento junto a las dos.

La ruta de escape, no funciona. +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora