Capítulo 21

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Jazmín estaba asustada, una cosa era quedarse sola mientras era de día y la casa estaba iluminada y otra era hacerlo por la noche cuando la luz de la luna dibujaba horribles figuras.

Se sentó en una silla, que había visto mejores días, frente a la ventana y rogo que Adam no tardara mas. En algún momento debió quedarse dormida porque lo siguiente que supo era que alguien la había tomado en brazos. Ella grito y pateo, agito los puños dándole a todo.

—¡espera! —Adam lucho por no dejarla caer, pero uno de los golpes de Jazmín le dio en un ojo e inevitablemente ella termino en el suelo. —¿estás bien? —le pregunto Adam viendo estrellas.

Jazmín reconoció la voz de Adam y temblorosa, por el susto y el golpe, se puso de pie.

—¿Adam? —susurro ella.

—si pequeña, soy yo. Espera un momento.

En la oscuridad ella solo lo oyó arrastrar algunas cosas y luego... luz. Adam con una vela en la mano le sonreía.

—tienes un buen brazo —ella avergonzada por su reacción ni se movió.

—me asustaste —lloriqueo ella —¿Por qué tardaste tanto?

—tuve que buscar en lugares seguros, es bastante raro que un hombre busque vestidos.

—¿los encontraste? —pregunto ilusionada —tuve que ponerme la misma ropa y no es cómoda.

—no encontré vestidos —busco con la mirada la bolsa en la que llevaba todo —pero traje unas faldas y unas blusas —Adam se pregunto ¿Cómo había terminado bajo la mesa? —además de mantas limpias y algunas velas.

—¿comida?

—eso también, unas piezas de pan —iba nombrándolas a medida que las ponía en la mesa —queso y u poco de vino. Lamento no haber encontrado nada más.

—eso está bien. —él le dio la ropa que había llevado para ella —gracias.

—iré a buscar madera para encender fuego, no tardare.

Jazmín lo vio irse y llevo la vela a lo que sería su habitación por esta noche. A la cama solo le faltaban las mantas Adam le había ayudado a hacerla antes de irse. Miro la ropa en sus manos, el no le había llevado algún camisón.

Lo oyó entrar en la casa y el crepitar del fuego un rato después. Se alejo de la puerta cuando el toco.

—pensé que ya te habías cambiado —se excuso colocando las mantas en la cama.

—quédate.

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