Capítulo 14

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AIRAM POV'S

—Sigues diciendo que Sakura es mi madre —reclamó Sarada en un susurro en cuanto me vio entrar a la habitación—. ¿De verdad no quieres ser mi madre? —preguntó mirando al suelo y vi unas gotas, de algo que me dolía mucho, caer al piso. Eran sus lágrimas.

—Te estoy protegiendo —anuncié recargando mi cuerpo a la recién cerrada puerta, abrazándome a mí misma. 

—Si quieres protegerme mantenme a tu lado, vigílame de cerca y siempre que me veas en peligro cúbreme con tus brazos —dijo logrando que mis lágrimas no pudieran parar, justo como las de ella.

—Le haremos mucho daño a Sakura —advertí abrazándola. 

—Lo sé y ella también, pero tenemos que empezar a dejar de pensar en los demás —señaló la pequeña tras abrazarse fuerte a mí—. Airam, no, mamá, pensemos en ser felices nosotros, nos lo merecemos, merecemos estar juntas después de tanto tiempo separadas.

—Sarada, eres muy valiente a pesar de tener un par de cobardes progenitores —dije mientras limpiaba las lágrimas de su rostro—. Sakura lo hizo muy bien. 

Limpié las lágrimas de su rostro y ella hizo lo mismo conmigo, luego ambas sonreímos.

—Tú eres más valiente —dijo Sarada—. Eres capaz de soportar estar lejos de los que amas solo para protegerlos, porque tú me amas, ¿verdad?

—Más que a mi propia vida —aseguré besando su frente, abrazándola fuerte a mí.

—Mami, ¿puedo dormir contigo hoy? —preguntó sin soltarme.

—No —dije provocando que me empujara y me mirara confundida—. Sarada, mi madre es una bruja en serio —expliqué—, necesito que mientras estemos aquí seas la hija de Sakura. Akane no se tentará el corazón para hacerme daño, pero no tocaría a la hija de otra persona, sobre todo si eso le daría problemas con una aldea tan importante como Konoha. Por eso necesito que sigas siendo la hija de Sakura, al menos en lo que salimos de aquí. 

El entrecejo de Sarada se frunció.

—¿Segura solo será hasta que nos vayamos de aquí? —preguntó y asentí.

—Segura —dije—, así que ve a dormir con Sakura y, por hoy, amala como siempre lo hiciste. 

Sarada no sonrió pero asintió, y regalando un beso a mi mejilla diciéndome que me amaba, y diciendo mamá, de nuevo. 

»Esto se pondrá difícil —dije para mí una vez en soledad—. Por favor, Dios, no dejes que las cosas se compliquen demasiado —supliqué al cielo y me dispuse a alistarme para una cena con mi, seguramente muy furioso, abuelo.

Ya en el comedor me encontré con la fría mirada de un anciano que sin decir una palabra reprochaba cada una de mis acciones. 

Tragué saliva e, inclinando la cabeza, hice un saludo para el que ni siquiera dejó la silla en que estaba. 

Muy nerviosa me encaminé hasta el comedor y tomé mi lugar habitual en esa mesa, en silencio vimos llegar al resto de los congregados y en silencio todos cenamos.

El ambiente era tan denso que me dificultaba respirar, ya ni hablar de tragar lo que estaba consumiendo.

—Creí haber sido claro en cuando a mi petición —reclamó el abuelo una vez que la cena terminó, mientras servían el té. 

Debí tragar el grueso de saliva en mi garganta y esclarecerla para poder hablar.

—Lo lamento —dije y su taza cayó sonoramente sobre el plato que la contenía. 

—Lo único que tenías que hacer era largarte sin regresar, y no solo no te fuiste, sino que regresaste a la tierra del remolino y a esta casa donde no debía volver a poner un pie —espetó claramente enojado, pero sin perder los estribos.

—Solo vine por Sarada... —balbuceé y me interrumpió su voz seca.

—No me interrumpas con cosas que no me interesan —ordenó—, eres tan cobarde que eres repulsiva a la vista ¡Lárgate ahora mismo de mi vista! 

Con su frase mi cuerpo comenzó a temblar y, sin poder hacer otra cosa que llorar, me dirigí a la salida de una habitación donde nadie era capaz de pronunciar palabra alguna. El abuelo tenía ese efecto en las personas.

—Qué clase de persona es usted? —escuché a Naruto reclamar—, ¿cómo puede hablarle de esa manera a su nieta? 

—No te metas en esto Naruto —pedí—, es claro que él es la clase de persona que haría puré el corazón de quien fuera. Además, estoy acostumbrada a esto, así que déjalo. 

Retomé mi camino.

—Me iré inmediatamente —dije antes de abandonar el salón comedor—, todos lo haremos, Sarada se irá con nosotros. Si no quieres ni siquiera ver a la repulsiva de tu nieta no deberías tener que soportar nada de ella —y al fin le di la cara—. Tu nieta no volvió, ella en serio está muerta, así que finjamos que esto nunca pasó.

Mejor matémoste de verdad —dijo golpeando la mesa con su puño y vi a Akane tomar el cuchillo y dirigirse al cuerpo de mi hija.

—Maldición —gruñí conteniendo el cuchillo entres mis manos que, luego de que el filo de ese objeto se deslizara por mi piel y carne, sangraban.

—¿En serio vas a comportarte como una madre protectora ahora? —preguntó con un dejo de burla mi madre—, solo tienes que salir corriendo como siempre, querida, así no saldrás lastimada.

—Yo no corría para estar a salvo —le recordé empujando el cuchillo fuera de su alcance—, era para salvar a los que amaba. Pero eso no está funcionando ahora, ustedes son demasiado persistentes y demasiado molestos, pareciera en serio que quieren matarme. Si ese era el plan no debiste darme a luz —grité ganándome una bofetada de mi furiosa madre.

»Naruto, Sakura, tienen que salir de aquí —dije y Naruto quiso alegar, pero no le dejé—. No puedes meter las manos en esto —recordé—, no puedes convertir una pelea familiar en un problema entre aldeas, vete ahora y cuida a mi hija.

Vi a Sakura toma en brazos a Sarda que no paraba de clamar por mí.

»Cuida a tus hermanos por mí —pedí pretendiendo soreir a una que lloraba y pataleaba entre los brazos de un pelirrosa a la que agradecía demasiado que amara a mi hija. 


Continúa...


SARADA ES MÍAWhere stories live. Discover now