Capítulo 2

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SASUKE POV'S

Ella llegó con tres niños en los brazos y una maleta realmente enorme. Llegó con sus hermosos ojos llenos de tristeza y envuelta en miedo. 

Fue casi como verla doce años atrás: completamente aterrorizada de lo que pudiera pasar. 

Pero era un esta vez, sobre todo el miedo que mostraba, había una valentía y decisión que me hizo acceder a todo lo que pedía.

De nuevo dejaba a nuestros hijos a mi cuidado, pero esta vez ella volvería. Fue lo que dijo y, a pesar de que habían pasado doce años y jamás volvió por nuestra hija, le creía que en dos semanas regresaría por ellos, por nuestros hijos.

"Nuestros hijos" Dos palabras que me hacían sonreír estúpidamente y me llenaban de rabia. 

Ella y yo fuimos padres de nuevo y no me dijo nada. No podía no odiarla, justo como tampoco podía dejar de amarla. Nunca pude. 

Ella era mi mujer, era toda mía, era la única chica capaz de despertar tantos sentimientos en mí. La amaba y odiaba tanto, tanto como la deseaba de nuevo en mis brazos.

La vi irse con el rostro empapado en lágrimas, igual que la dejé aquella vez que me fui con ella, y regresé a la habitación donde dos pequeños y una hermosa niña dormían en mi cama. 

Ellos eran nuestros, eran de ella y eran míos, ahora solo míos. Ahora y por dos semanas que era el tiempo que pidió para volver por ellos.

Me acerqué a la cama y los miré embobado por su extraordinario parecido a mí. 

Nuestra primera hija era idéntica a ella, pero ellos eran como yo. Syo y Kyo eran idénticos a mí, y Myo era también mi vivo reflejo. 

Besé a cada uno viéndolos dormir, sin poderme deshacer de esa idiota sonrisa que la felicidad me había pintado en la cara.

—Estás loca si piensas que te irás con ellos —dije para una que no me escuchaba—. No te dejaré irte de mi lado, no nos separaremos, no de nuevo —prometí yendo a dormir al sofá, pues mi cama era demasiado pequeña para cuatro personas.

A la mañana siguiente, cuando abrí los ojos me encontré con una pequeña que, adormilada, me veía desde la entrada a la sala. Ella sólo me observaba fijo. 

Le sonreí y caminó hasta donde yo estaba, tirándose a mis brazos. La sensación de ese abrazo solo se comparaba a la primera vez que tuve a Sarada entre mis brazos, aunque sin tanto miedo.

Abracé a mi pequeña Myo y cerré los ojos muy complacido, pero me vi obligado a abrirlos cuando escuché "Tengo pipí" de uno de los niños que estaban en la puerta que hace segundos Myo dejó. 

El otro, que se veía tan adormilado como el que podría ser su gemelo idéntico, pero era su trillizo idéntico, dijo que él también y me levanté con Myo en los brazos para llevarlos al baño.

Ahí los vi tambalearse intentando acertar en la taza y, al darme cuenta que no lo conseguirían, hice dos clones de sombra levantando a cada uno para que estuvieran más altos y no hicieran pipí por todos lados.

Me pregunté «¿cómo lo llevó ella?». Quisiera haberla visto. A esa hora de la mañana ella estaría más dormida que ellos. 

Aunque, sin duda, ella era realmente fantástica. Ella llegó con solo un clon cargando a los tres niños y una enorme maleta, y yo que no cargaba maleta hice un clon para cada niño.

«¡Decidido!, dominaré esta situación sin usar clones. A menos que sea una emergencia de vida o muerte, de allí en más nada de jutsus».

Lo bueno de esa decisión era que tenía dos semanas para lograrlo, pues no habían pasado ni dos horas cuando yo había decidido que necesitaba mínimo dos clones por niño. 

Ellos eran revoltosísimos. En la cocina solo desayunamos y el campo luego de la guerra ninja había quedado menos desordenado.

* *

Estaba amarrando a Syo a una silla cuando el timbre de mi casa sonó 

«Genial lo que más necesitaba, visitas». 

Suspiré con cansancio y fui a atender a la puerta, allí me encontré a Sarada. 

«¿Cómo si necesitara otro hijo?» 

Y, aunque ella no tenía la culpa de nada, quizá me desquité un poco con ella.

—¿Qué quieres, Sarada? —pregunté secamente y ella frunció el ceño para luego suspirar. 

—Es un permiso para salir de la aldea a una misión, necesito que lo firmes —explicó entregándome una hoja. 

—¿Por qué no se lo pides a Sakura? —pregunté con cansancio. 

Sarada me miró entre molesta y dolida.

—Pensé que al menos podías hacer esto —dijo en tono de reclamo—. Además, Sakura está demasiado ocupada en el hospital. 

Su mirada decía que le había herido de nuevo. 

Necesitaba congraciarme con ella, así que tomé el papel de su mano y lo comencé a leer. Necesitaba al menos saber quién era el adulto responsable de la misión para cuando Sakura preguntara yo supiera y no me golpeara a morir.

»Papá... —dijo interrumpiendo mi lectura. Hice un sonido que indicaba que tenía mi atención, aunque realmente no la tenía, ni siquiera la miraba—. ¿Quién es tu miniclon a punto de saltar del refrigerador? —preguntó.

—Es tu —respondí releyendo la línea que no entendí cuando me interrumpió—... ¡¿del refrigerador?!

Cuando reaccioné a sus palabras, giré para ver a Kyo sobre mi enorme refrigerador de dos metros de alto.

«¿Cómo diablos llegó allá arriba?» Me pregunté medio asombrado, caminando tan rápido como podía. Lo atrapé en el aire, el muy inconsciente se aventó.

—¡Kyo! —grité y sus ojos se agrandaron comenzando a llorar. Al parecer se asustó, también me había asustado. Respiré profundo abrazándolo, volví a hablar cuando estuve un poco más calmado—. Eso fue peligroso, no puedes volver a hacerlo —dije y él se abrazó a mi cuello, yo acaricié su negro cabello.

—Papá... —otra vez Sarada.

—Si. ya voy —dije con cansancio—, ¿dónde está el bolígrafo? 

Pregunté girándome para encontrarla sosteniendo la mano de Myo que tenía todo el champú en la cabeza y cara.

«¡¿Cómo sobrevivió a tres años de esto ella?!»

**

—¿Son mis hermanos? —preguntó Sarada que me ayudaba a secar sus cabellos después de bañarlos. Asentí—. ¿Sabías de ellos? —cuestionó y negué con la cabeza. Sarada hizo una pregunta más—. ¿A la madre de ellos la amas? 

La miré sorprendido. Aunque era muy obvio que nunca amé a Sakura, no esperaba que ella lo notara.

»Entiendo —dijo sacando sus propias conclusiones al no obtener de mí ninguna palabra—, te ayudaré con ellos —dijo sonriendo a Myo que la llamaba "Neesan".


Continúa...






SARADA ES MÍAWhere stories live. Discover now