Capítulo 13

367 46 2
                                    

AIRAM POV'S

Llegamos a la tierra del remolino y devolví el estómago justo en la entrada. Esa aldea me ponía los nervios de punta y me hacía papilla el estómago. 

Miré a todas partes, no esperaba fanfarrias a mi regreso pero creía que alguien nos estaría esperando. Pero no fue así, así que asumí debía ir hasta el palacio y dirigí a mis dos acompañantes hasta el lugar.

—¡Hime sama! —escuché y sonreí al consejero de mi abuelo que me miraba con demasiada sorpresa—. Escuché que había muerto —balbuceó confundido y mi sonrisa cambió a una de completa ironía.

—Estaré muerta de nuevo una vez que me vaya —dije—, pero primero... ¿Está una niña de doce años, cabello negro y ojos oscuros aquí? 

El consejero asintió.

—Sarada oujo sama llegó hace unos días —informó robándome el alma.

—¿Dónde está? —pregunté con voz vacilante.

—En el jardín con Akane sama, es la hora del té —dijo y llevé mis manos unidas a mi cara.

Cerrando los ojos respiré profundo para no perder la calma, eso era algo que ocurría con solo escuchar el nombre de mi madre.

—Voy a pasar —anuncié y el consejero se apartó del camino para que mis acompañantes y yo pasáramos. 

Llegamos al jardín donde Sarada estaba acompañada de una pelirroja de fría mirada. Tragué saliva y escuché a Naruto balbucear algo. 

—Oka... ¿chan? —dijo atrayendo la mirada de mi progenitora.

—Eres el hijo de Kushina —concluyó Akane caminando hasta nosotros—. Escuché que eres Hokage de Konoha ahora —Acarició el rostro de Naruto—. Lamentablemente no soy tu madre pero, si quieres, puedo serlo —dijo regalándole una sonrisa.

—Ni siquiera pudiste ser madre de tus hijas —rengué con asco al escuchar sus palabras—, ¿cómo podrías ser la madre de alguien más?

—No eres quien para hablar —soltó mirándome de nuevo—, hace días tu bastarda está aquí y recién vienes a por ella.

—Ella no es una bastarda —defendí furiosa— y no es mía. Vine a que devuelvas la niña a su madre, ella es Sakura, la madre de Sarada. 

Sé que dije que la recuperaría, pero para poder defenderla debía mantener esa mentira por un rato más. Mi madre me miró con burla.

—Ella es tuya —anunció sonriendo con sorna—, su chakra es el mismo que el de la mocosa que abandonaste recién nació. 

Apreté los dientes y los puños para contener la ira que su rostro sonriente me provocaba.

—Aprendí bien de la mejor, eso de ser madre no es lo nuestro Akane —dije devolviendo la sonrisa—. No tenemos la intención de crear problemas —informé poniéndome seria—, nos iremos inmediatamente, así que entrega la niña a su madre. Sakura es quien cuidó de Sarada cuando no me permitiste hacerlo, ella es la madre que no me dejaste ser, así que devuélvesela.

—Esas cosas no me interesan —dijo la pelirroja volviendo sus pasos a una pequeña que nos miraba con un poco de sorpresa y mucho de expectación.

—Sakura llévatela —ordené a mi acompañante.

Después de mirarme, la pelirrosa se encaminó hasta mi pequeña y hermosa hija y la jaló de un brazo.

—Sarada es la princesa primogénita de la tierra del remolino, si te la llevas estarás cometiendo un delito —anunció mi madre deteniendo los pasos de Sakura—. Después de que mis dos hijas murieran, solo la pequeña hija bastarda de la difunta princesa Airam Uzumaki es quien puede ocupar el trono —explicó—. Así que no pueden llevársela, nadie puede, ni tú.

Akane terminó de hablar mirándome fijo, como invitándome a retarla. Y eso era justo lo que haría, pero no justo en ese momento, necesitaba pensar con claridad y, ahora que sabía a Sarada a salvo, podía hacerlo.

»Consejero, acompañe a los señores a sus habitaciones —indicó al hombre detrás de nosotros que solo le reverenció—. Los veré en la cena..., tu abuelo está ansioso por volverte a ver la cara mentirosita —dijo volviendo a delinear sus labios con esa maldita sonrisa que me ponía los pelos de punta.

Intentando respirar realmente profundo seguí al consejero hasta las habitaciones donde nos quedaríamos, al menos, hasta la cena. 

En el camino a las habitaciones me percaté de que la cara de Naruto era preocupante así que, una vez que el consejero me dejó sola, me volví al lugar donde segundos antes se había quedado un muy confundido hombre. 

Toqué a la puerta en dos ocasiones y me adentré aún sin escuchar el pase de su parte.

—Lo lamento, Naruto —dije al que no me miraba.

—Yo lo lamento, lamento que tengas una bruja como madre —dijo llorando.

Sonriendo me abracé a él.

—Yo estoy acostumbrada —aseguré—, crecí con eso. Lamento que tuvieras que ver el rostro de tu madre diciendo cosas tan viles. 

Naruto pasó sus manos a su nuca y, sosteniéndolas allí, me regaló una sonrisa.

—Está bien —dijo—, aunque son igualitas ella no es mi madre. 

—Es la mía, por desgracia —dije tras suspirar—. Escuché que eran gemelas, por eso el parecido.

—Desde niño estuve solo —dijo Naruto con lacónica mirada—, hasta que me casé con Hinata no supe que era el tener una familia y, ahora, de pronto tengo un montón de sobrinos, dos primas, una tía bruja y hasta un abuelo. 

Suspiré, el abuelo era otro punto complicado en esta situación.

»¿Cómo es el abuelo? —preguntó un tanto emocionado. 

—Peor que mamá, ya lo verás en un rato —aseguré sin lograr sonreír. 

Palmeé su espalda y salí de su habitación, necesitaba descansar para poder enfrentar lo que se avecinaba.

Llegué a mi habitación y me encontré uno de los cuatro motivos de mis sonrisas, sentada en mi cama, esperando por mí.


Continúa...


SARADA ES MÍAWhere stories live. Discover now