Capítulo 10

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SAKURA POV'S

Ella entraba a una habitación donde estaba toda su familia. Entraba con una enorme sonrisa y la charola del desayuno para seis personas. Mi esposo, mi hija, sus tres hijos y ella. La odiaba.

Cuando me descubrió viéndola, su rostro se ensombreció y agachando la cara desvió la mirada. 

Tenía tantas ganas de ir a matarla; pero esos que yo amaba la amaban a ella. Seguro no me perdonarían que le hiciera daño a pesar del daño que ella me estaba haciendo a mí.

Caminé hacia mi casa, un par de calles después escuché a alguien pedir: 

—Sakura espera por favor —la voz de Airam me detuvo cuando me dirigía a mi casa. Por alguna razón, ella me seguía y , no sé la razón de que mis pies se detuvieran, pero lo hicieron y ella me dio alcance—. Lo lamento —dijo y me enfurecí.

Su expresión y tono de voz decían que ella no mentía. Ni Sarada lo hacía tampoco cuando decía que Airam era una buena persona. Ella era tan buena que, aunque amaba a Sarada demasiado, no le confesaba que ella era su madre para no alejarla de mi lado. Porque estoy segura que, como yo, ella sabía que Sarada la elegiría al saber la verdad.

En silencio nos miramos por algunos segundos. Ella me miraba con pesar y pena, yo la veía con reproche y odio.

Aunque fuera buena no podía evitar detestarla.

—No esperas en serio que te perdone, ¿o sí? —pregunté. Claro que no la perdonaría. Ella me estaba arrebatando una familia que Sasuke me prometió—. Si de verdad quieres congraciarte conmigo, vete.

Airam me miró con sorpresa.

—No puedo hacer eso —dijo agachando la cabeza.

—¡¿Por qué no?! —grité.

—No puedo hacerle eso a mis hijos —informó como suplicando la entendiera. 

Pero yo no quería entenderla, mucho menos cuando acababa de incluir a mi hija en su frase.

—Sarada era mi hija —refunfuñé furiosa. 

—Lo sé —dijo ella—, pero Syo, Kyo y Myo necesitan a su papá y su hermana. No puedo seguir separándolos, me toca ser fuerte ahora aunque no pueda con ello.

La miré comenzar a llorar, justo como yo lo hacía. Aunque nuestras razones eran diferentes, su pena no se comparaba a mi rabia. 

»No soy nada fuerte —explicó Airam mirando al cielo y aclarando la garganta—, esto me está matando tanto como a ti. Lo que más amo y necesito está justo frente a mí y no debo tenerlo porque no me lo merezco, porque soy una idiota cobarde y débil que tiene que seguir aguantando las consecuencias de sus errores. 

Inhaló profundo y exhalo lento para poder continuar sin la voz tan quebrada.

»Lamento hacerte sufrir —dijo—. Yo te estoy muy agradecida por cuidar de ella, por amarla como yo no pude hacerlo, por velar sus enfermedades y pesadillas como no tuve la oportunidad, por verla crecer como yo hubiera querido... Sé que ella es tuya, por eso no intento recuperarla, porque yo la abandoné y no tengo cara para pensar siquiera en ser su madre. 

Su espalda se arqueó mientras se contenía a sí misma. Airam estaba llorando y sufriendo como nunca vi llorar o sufrir a nadie. 

Yo no conocía la historia, así que no entendía mucho en realidad. No entendía como alguien que no parecía ser mala persona, y que amaba a Sarada de tal manera, la había podido abandonar.

—¿Qué pasó? —pregunté—, ¿por qué la dejaste? 

Tras volver a respirar profundo, Airam contó su historia.

—Cuando conocí a Sasuke me enamoré de él, pero él le había hecho daño a Konoha y, por la alianza entre las aldeas, no me dejarían tener una relación con él. Además estaba mi hermana, la loca enamorada de ese azabache que me encantaba.

»Igual nos amábamos así que, ignorando el mundo, nos entregamos uno al otro y quedé embarazada. Me escapé de casa con él, creía que podríamos ser felices juntos donde fuera..., pero la vida no es fácil, no es nada fácil. Mi abuelo estaba por declararme traidora y, aunque eso no me importaba, la recompensa que ponía por mi cabeza y la de mi hermana si lo hacía. Nos daría muchos problemas ser perseguidas, sobre todo a mí con lo débil y cobarde que era.

»Sasuke juró que nos protegería, pero yo no sería de mucha ayuda. Yo no podía protegerme sola así que, intentando hacerles bien, hice un trato con mi abuelo. Dijo que los dejaría tranquilos si me quedaba en la aldea a seguir con mi labor como princesa y accedí. Karin y Sasuke debían cuidar a mi hija, prometieron que le darían una familia pero, por alguna razón que aun no entiendo bien, mi bebé terminó en tus manos y sin ellos.

»Hace tres años y medio que Sasuke y yo nos reencontramos por casualidad yo estaba harta de todo y aún estaba enamorada de él, así que solo me entregué de nuevo a Sasuke. Igual yo le pertenecía entera, en cuerpo y alma, y el juró amarme aún. Yo no sabía que él no estaba con Karin y pues, no es que sea muy liberal como para irme acostando con cualquier hombre casado, pero pensando en que Karin tenía eso que yo amaba, me importó un cacahuate acostarme con Sasuke.

»Quedé embarazada de nuevo y, a sabiendas que me mataría dejar otro hijo atrás, me llené de valor para hacer lo que hace doce años no pude: irme. Me fui con mis hijos a donde mi abuelo no pudiera encontrarme, sin imaginar que no me puedo esconder de él.

»Cuando él dio conmigo, necesitando protegerlos, vine a Sasuke. Esa vez creí que solo él podía protegerlos mientras yo peleaba sola contra mi abuelo. No quería molestar, creía que él y Karin eran quienes cuidaban de Sarada, pero me equivoqué. Aún así no podía llevármelos conmigo, me estaban persiguiendo ya, se podría bastante feo y los necesitaba fuera de eso.

»Hice un nuevo arreglo con mi abuelo. Yo me iría del país de fuego fingiéndome muerta y así él podría darle la corona de mi aldea a quien fuese sin alterar la reputación del clan, pero Sarada pidió que no me fuera y no me pude resistir.

»Sé que debería irme, pero no puedo abandonarla de nuevo. No puedo llevarme a mis hijos y dejarlos sin su padre y sin su hermana, no puedo dejar a Sarada sin ellos y tampoco puedo estar sin ella ya. Siempre la he amado y ya no sabría vivir sin ella. 

Airam continuó llorando y sollozando hasta que una voz ahogada habló detrás de nosotras.

—Entonces, ¿no planeabas decirme nunca que eres mi verdadera mamá? —preguntó y ambas la miramos.

—Sarada yo... —dijo Airam y la interrumpió una que también lloraba.

—Soy tu hija y tú solo finges que no eres mi mamá —reclamó Sarada. 

Airam respiró profundo antes de hablar. 

—Tú eres hija de Sakura, ella es tu mamá —dijo provocándola correr. 

Cuando Sarada salió corriendo Airam cayó rodillas al piso llorando desconsoladamente.

»¿No vas a seguirla? —preguntó hipeando y, dejándola morir sola, me fui detrás de esa niña que al parecer era de amabas y de ninguna, pues ambas la queríamos nuestra y ambas la creíamos de la otra.


Continúa...


SARADA ES MÍAWhere stories live. Discover now