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—No eres feliz aquí —exclamó Isaac mientras golpeaba la mesa con su mano para enfatizar su punto. Hannah le miró expectante mientras masticaba su cereal lentamente, aun adormilada.

—Bueno, ninguno de nosotros es completamente feliz —murmuró la chica mientras masticaba, Isaac le dio un golpe ligero en la nuca.

—No hagas eso, da asco —Hannah sonrió burlona y solo para molestarlo más, abrió la boca mostrándole los restos del cereal. Isaac rodó los ojos pero la miró con cariño y le revolvió el cabello como si fuera una niña pequeña.

Si alguien le hubiera dicho hace meses que estaría tan cómoda con Isaac a su alrededor sin el usual instinto de arrancarle la lengua por sus comentarios, Hannah se hubiera reído en su cara. Ahora, Hannah podía decir que Isaac era verdaderamente uno de sus mejores amigos, y Dios sabía que ella necesitaba a personas como él después de... la muerte de Allison.

Había sido algo trágico para todos, la primera semana fue la peor. Llegaron a quedarse en una casa los tres: Argent, Isaac y Hannah; pero aun viviendo los tres juntos pocas veces se vieron en esa semana. Cada quien vivía según su propio horario, no había orden en cuándo dormir y cuándo comer y cada quien lo hacía según le placía, sin dejar sus respectivas habitaciones. Al final de la semana, Hannah fue la que se dio cuenta de que no podían seguir así, Allison le había dicho que cuidara de ellos y eso era lo que iba a hacer. Bueno, en realidad había dicho que cuidara de la manada... pero Scott podría cuidar de lo que quedaba de ella. Así que Hannah había adoptado el papel de responsable en la casa con Isaac y Argent.

Llamó a amigos cazadores y no cazadores de Argent para que lo sacaran, se inscribió a ella y a Isaac en clases de cocina y pagó la mensualidad de un gimnasio donde iba ahora regularmente. Argent había estado un poco renuente al principio, pero Hannah se había encargado de todo. La limpieza de la casa, el mantener a todos en movimiento, la cocina... Isaac, sin embargo, no estaba tan feliz al principio. Pero aun así había seguido los pasos de Hannah, quejándose en solo lo importante. Así habían sobrevivido este primer mes, donde habían caído en una rutina, pero aun así era una rutina cómoda. Despertar, cocinar, gimnasio, cocinar, clases de cocina, gimnasio, cocinar, gimnasio. Al llegar la noche, Hannah estaba tan cansada que no tenía pesadillas, las cuales habían sido recurrentes la primera semana. Por eso se encontraba extrañada ante las palabras de Isaac.

—Extrañas a Scott, a Lydia, a Kira... —Isaac hizo una pausa, inseguro de mencionar su nombre—. A Stiles. No eres feliz aquí, Hannah. Argent y yo lo hemos notado.

—¿Y qué? —musitó Hannah, evitando la mirada del chico mientras se paraba para depositar su plato en el lavadero.

—Por eso te hemos conseguido unos boletos de avión a Beacon Hills.

—¿Qué? —Hannah casi soltaba el plato de un golpe, sorprendida. Un pensamiento cruzó su mente—. ¿Acaso ya están enfadados de mí?

—No —se apresuró a decir el chico—. No hubiéramos sobrevivido sin ti. Pero tal vez necesites verlos, un fin de semana. Si te sientes cómoda y te quieres quedar, te quedas y te mandamos tus cosas. Si no, regresas y actuamos como si nada hubiera pasado. Solo hacemos esto porque te queremos.

Hannah, sin decir más, se arrojó a los brazos de Isaac donde el chico la atrapó sorprendido.

—Gracias. Eres un buen amigo, Isaac —El chico la abrazó de vuelta sin pensarlo. Una vez separados, Hannah le sonrió—. Iré a hacer mis maletas. Y yo también te quiero, pero solo un poco.


Tal vez fuera una mala idea y solo reabriría heridas, de todas maneras, ¿quién puede superar la muerte de su mejor amiga y su amigo de infancia en un mes? Pero tal vez, traería algo bueno. Y se estaba muriendo por ver de nuevo a Stiles.

Losing /Teen Wolf |running#3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora