XLII

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Hannah había olvidado por un segundo que Malia sabía pelear. Lo recordó apenas cuando Malia comenzó a defenderse, dándole una patada a Hannah que hizo que el aliento le faltara. Sin embargo, antes de que Malia pudiera sonreír victoriosa, Hannah ya le había lanzado un puñetazo con tanta fuerza que la derribó al suelo.

Lydia solo podía ver, asustada, como Hannah golpeaba a Malia sin merced alguna. Corriendo, fue a buscar a Scott. No quería dejarlas solas por temor a que se mataran la una a la otra pero solamente Scott podría detenerlas.

En un rincón de su mente, Hannah sabía que no estaba realmente tan enojada con Malia. Bien, eso era mentira, estaba enojada con Malia pero no tanto como con las palabras que le había dicho y la verdad tras ellas.

Cada golpe que daba Hannah en realidad era para ella misma. ¿Por qué había sido demasiado lenta? ¿Por qué no había visto a los Oni? ¿Por qué ella estaba ahí, viva, y Aiden y Allison no? ¿Por qué no había podido salvarlos? Todo era su culpa.

Malia le encajó las garras a Hannah en el muslo derecho, haciéndola gritar de dolor. Hannah en respuesta la tomó del cabello y azotó la cabeza de Malia contra los casilleros, el metal golpeando contra su cabeza haciendo un ruido de ello. Hannah le torció el brazo a Malia e hizo un sonido de satisfacción cuando escuchó huesos romperse, pero eso solo hizo enojar a Malia quien se volteó y rasguñó a Hannah en la cara, pasando sus garras a milímetros del ojo de Hannah.

—¡Pudiste haberme dejado ciega, perra! —gritó Hannah.

—¿Eso sería suficiente para que dejaras de ver a mi novio todo el tiempo, puta?

—No es mi culpa que él prefiera verme a mí que a tu deforme cara.

—No tengo la cara deforme.

—La tendrás cuando acabe contigo —gruñó Hannah, pateando a Malia en las costillas para luego darle un arañazo por toda la mejilla. Sonrió, observando su obra de arte.

Scott se quedó estático cuando las vio en el pasillo. Hannah, incluso sin saberlo, supo que Scott había llegado, simplemente lo sintió. Eso fue suficiente distractor para que Malia la tomara del cabello y la azotara contra el piso, poniéndose a horcajadas de Hannah.

—Mis amigos. Mi novio. Mi manada. No vas a quitarme lo que es mío —rugió Malia. Hannah tuvo el descaro de sonreír, enseñándole los dientes.

—No sabía que los coyotes comieran las sobras, porque si no mal recuerdo todo lo que tienes ahora fue mío antes —la sonrisa de Hannah se borró cuando Malia le dio un puñetazo en la boca pero fue lo bastante hábil para enredar sus piernas con las de Malia y voltearla, de tal manera que ahora ella era la que estaba contra el suelo.

—Mátame —la animó Malia—. Tu hermana, Allison, Aiden... ¿qué es una más en tu propia lista de muerte?

En ese momento, Scott decidió intervenir. No lo había hecho un principio porque sí, Hannah le daba miedo pero cuanto más se acercaba podía ver que ambas chicas estaban mal. Malia tenía un ojo hinchado que apenas la dejaba ver, marcas de garra en la cara y estaba casi seguro de que Hannah le había roto un brazo. Por otro lado, Hannah no estaba tan bien tampoco; cojeaba de una pierna, tenía el labio roto al igual que una rasguño que iba de la ceja al pómulo casi atravesándole el ojo y sangre emanaba de su muslo formando una gran mancha roja.

—Tú Malia, yo Hannah —le ordenó Scott a Liam.

—Pero yo quiero ayudar a Hannah.

—Si ayudas a Hannah te va a sacar un ojo. Malia, ahora.

Losing /Teen Wolf |running#3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora