63. Sueños de gran ciudad

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Hagamos un repaso rápido de lo que ha sucedido hasta ahora, y eso puede resumirse así: "¿No puedes ser más pésima para escoger novios?" o puede que no. Apenas tengo dieciocho, no es el fin del mundo y si fuera un poco mayor, digamos unos veintiún años, estaría bebiendo...responsablemente, porque puedo hacerlo.

Las ventajas de estar soltera son infinitas, y no son como los años sesenta en el que era triste que una chica de mi edad no fuera cortejada. Petyr se había ido a Alemania, Gregg simplemente no podía seguir adelante porque le huyo al compromiso; no había problema que me hubiera quedado sola, cínicamente seguía yendo a casa de Gregg para que me enseñara y porque es el único que se atreve a darme vino.

Las cosas con Joan habían mejorado. Extrañamente cuando fui a disculparme, ella me miró a los ojos y:

—Es entendible, tienes una crisis de identidad donde te cuestionas acerca de lo que estás haciendo y hacia dónde vas —Joan hablaba como si fuera normal, yo me asombré...muy levemente— . Como una persona cuyo número es once, quiere decir que a parte de cuestionarse acerca de un propósito mundano como una carrera o una relación, también te cuestionabas acerca de tu salud mental y de tu espiritualidad, que debido a tu agnosticismo es neutra, sólo te preocupa la falta de vitalidad que recientemente has estado experimentando.

Fue ahí cuando me quedé boquiabierta. Joan alzó una ceja.

—¿Me equivoco? —Joan miró unas hojas que tenía en la mesa y comenzó a leer mentalmente— Ayer estuve revisando cosas sobre ti, y tienen mucho sentido —extendió una mano— . No te ofendas con lo que te voy a decir.

—Como una chica once, adelante —le sonreí y me deslicé un poco en la silla.

—Has estado con quizá el único chico que no dudaste en siquiera un momento...excepto para romper, pero es más acerca de tus inseguridades —Joan miró la hoja y me la extendió, habían partes pintadas en verde— . Lo que quiere decir que con un asunto sin resolver como ese, hay un hueco con el que cada vez te has topado y no sabes qué hacer.

—Es factible —dije en tono británico y luego reí de mí misma.

—Hablaría de esto con Matt también, pero últimamente es un escéptico —Joan rodó los ojos y comenzó a reír.

—¿Qué esperabas de él? —miré las hojas, pero no pude contener la risa.

—Contigo era más abierto, como una flor en plena primavera, una hermosa flor de loto —Joan se quedó mirando uno de sus tatuajes. Estaba sonriendo inconscientemente, al parecer, Ian estaba siendo bueno con ella, ambos tienen en común que son bastante alocados, pero no se les sale de control...eso era lindo.

—Ajá, ¿hablamos de Matt o de tus obvios sentimientos hacia el Señor Baboso? —alcé las cejas y Joan abrió la boca sin saber qué decir.

—No lo llames así...

—Entonces, ¿Daniel el Travieso? —dije con voz divertida, Joan en cambio intentaba contener las risitas.

—No...

—¿Basura adolescente?.

—No...

—¿Doctor Who?.

—Alex...

—Ringo Star —fruncí el ceño y luego negué con la cabeza— , olvida ese, a mí me agrada Ringo. Mejor, ¿Película de los años setenta?.

—Para de ponerle apodos —Joan me dio un empujón, yo sé lo devolví. No entendía cómo podía tener ese cabello tan lindo y esponjoso, no necesitaba alisarlo, de por sí ya era linda— . Sugiero que hables con Matt.

Single as a Pringle: Tierna pero pesadaWhere stories live. Discover now