5.Como Lana del Rey

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Niños, aprendan una lección a nadie les gusta los presumidos. Pero justo en frente de mí, está mi mejor amigo consiguiendo atraer la atención de las chicas con una sonrisa enorme que no veía desde las mañanas del sábado luego de sus líos.

Y aquí estoy yo, consiguiendo un nuevo récord en Candy Crush, pero manteniendo un ojo en la puerta para chequear la llegada de Megan. 

Trato de hacer sonar mis pies con el ritmo de "Centuries de Fall Out Boy", pero sólo suena como ruido ante los demás que me miran con cara de loca, ¿nunca les ha pasado que se les pega una canción hasta un punto en el que te obsesionas? (¿Y si la pongo el día de mi boda o en mi funeral?).

La puerta se abre. Entrecierro los ojos, como siempre, para mantener la atención. 

La chica tiene el cabello castaño un poco debajo de los hombros con unas grandes ondulaciones típicas de las chicas que quieren parecer tiernas, ojos grandes, azules, pero sin duda, su mejor atractivo era la sonrisa inocente con el cuerpo rocanrolero (la mejor descripción que puede hacer...Sin aplausos, por favor). Caminaba hacia mi mesa.

—¡Alexandria Jean Hewitt! —se lanza sobre mi con un abrazo, aún sigo sentada con una expresión extrañada.

—No era necesario decir mi nombre completo en una plaza llena de desconocidos —reí para mi misma. Megan miraba en todas direcciones.

—¿Y Matt? —¿quieren que le diga la verdad y lo traiga aquí como niño regañado? No, ¡cómo se les ocurre!, ni el peor amigo haría eso. Voy a decirle que viene en camino y se quedó atascado en el tráfico. Va a creerme.

—Afuera haciendo lo que tú ya sabes —mi voz está tan fluida, incluso me pregunto si hablé por mí misma. Bueno, sí lo hice. No conocen a Matt, necesita separarse un poco de las chicas y tomar un descanso (te estás metiendo en terreno peligroso, vaquera).

Como arte de magia, Megan fue por su hermanito. No se extrañen de eso, los grupos de Whatsapp en mi celular conformados por Cara, Megan, Cece y Cat, hablan últimamente de su actitud. No me culpen, pero acordamos hacer una intervención en forma de comida feliz.

Matt se sentó en su silla con el ceño fruncido, la cabeza baja. Voltea la cabeza con lentitud hacia mí como si fuese el criminal más buscado. Unos segundos más con sus ojos clavados en mí y muero...de risa.

—¿Vas a matarme, Ángel? —guiñó el ojo, pero aún se ve molesto conmigo.

—Chicos, tenemos un problema —esperen...¿me incluye en el problema?— , son ustedes dos.

—Al parecer vamos a hundirnos juntos, nena —su tono frío me dio aún más en qué pensar.

—¡Dilo de una vez! —mi tono es agresivo, como el 50% del tiempo, el otro 50% es más lindo.

—Tú eres muy agresiva y hermanito... —Megan suspiró haciendo una mueca—, me preocupa cómo estás manejando tu vida.

Matt soltó una carcajada, se desordenó el cabello y subió la mirada, su rostro traía consigo malicia, en forma de una sonrisa.

—Puedo hacer lo que quiera, ¿no? —su respiración se agitaba, la siguiente mirada iba hacia mí— . ¿Y si lo hiciera con Lex? —por debajo de la mesa le di una patada, pero él apenas se mordió el labio por el dolor que le causé— . Megan, ya tengo una niñera, ¿no Lex? —entrecerré los ojos— . Bien, no lo eres.

—Me gustaría que fueras un monje o algo de ese estilo, no tendría que esconder la cara por ser la hermana del Lord del grupo de la testosterona —subí mi mano y Megan la chocó.

—¡No me jodas, Megan! —se levantó de la mesa, pero yo también.

Instintivamente seguí su paso apresurado aún fuera del restaurante. Esquivé personas, tuve cuidado de no caerme y guardar mucha paciencia...pero con unas ganas incontrolables de golpear a Matt. Finalmente logré alcanzarlo y ponerme frente a él.

—Mira perra, no quiero que tu hermana comience a sentir culpa porque huyes como todo un cobarde, defendiendo tus ideas y siendo a la misma vez la Bella Swan de la discusión...¡Escúchame! —tuve que empujarlo para que no rodara los ojos (¡odio que hagan eso! sobretodo porque si yo lo hago termino viéndome graciosa).

—Te escucho —la mirada era seria esta vez.

—No quiero que tu hermana se sienta mal, te está ayudando —sentía como el corazón me latía suavemente, sentí el dolor que debía estar sintiendo su hermana (soy una chica con corazón).

—¿Crees que es tan fácil admitir que me equivoco? —Matt se encogió de hombros— . ¡Claro que no!, además no las quiero a ustedes dos encima de mi, ya no soy un niño.

—Pues...te comportas como uno —la voz me carraspeaba.

—Tú no sabes nada —rió sin ganas. Si fuera Matt regresaría, pero no lo soy.

—Te comportas como un cobarde —mi voz ahora se tornaba oscura— . No quieres aceptar nada, eres tan egoísta, tan ciego, tan estúpido, tan...tan...—tomé aire con mucha dificultad, pero lo logré— miserable.

Matt asintió repetidas veces, extendió los brazos a ambos lados y se inclinó sobre mí.

—No te quiero, ni te necesito —dicho esto, me esquivó y se fue. 

Me quedé parada, no iba a perseguir a nadie.

Caminé hacia el restaurante, pero Megan ya no estaba allí. 

Suspiré y seguí hasta donde los pies me llegaran. Es una forma rara de olvidar el dolor, unos se drogan, otros fuman, beben, aman, tienen aventuras, se cortan, pero yo tomé la menos arriesgada: Caminar, como si no hubiese pasado nada.


Lo siento, pero eso me bajó el ánimo todo el día. Si mi vida fuera un playlist, ahora estaría muy Lana del Rey.



Single as a Pringle: Tierna pero pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora