[Final 2/2]

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Con un moviendo ágil, mi mano izquierda se encargó de poner a Camila tras de mi mientras con la derecha saqué el cuchillo de mi espalda. Al voltear, veo a Ethan a poca distancia de mi, tanto que cuando levanto mi arma dispuesta a atacar queda cerca de su nariz y él se echa hacia atrás levantando las manos.

—Por lo menos sé que no están completamente indefensas— relajé el agarre que tenía de Camila, permitiendo que ella abrazara mi espalda dejando salir un suspiro de alivio.

—Lo siento. Desapareciste en algún momento, no lo notamos— guardo de nuevo el arma, esta vez en mi costado derecho.

—¿Qué van a notar si han pasado todo el camino derrochando su amor? Les dije que tomaríamos otro camino, he oído el agua y estamos los suficientemente lejos para que sea el agua de la playa.

Presto más atención, se oye algo leve pero sin duda alguna es agua, y si no lo es no me imagino que puede ser.

—Vengan pequeñas luciérnagas, me pondré en medio de ustedes hasta llegar al agua para que esto no pase, tienen suerte de que las encontré yo y no otra cosa— nos sacudió el cabello a ambas y se giró para caminar ¿Quién se cree? Oh si, se cree nuestro hermano mayor.

No le replico nada a Ethan, por más que la idea de que él esté en medio de ambas y no poder tomar su mano no me agrade él tenía mucha razón para hacerlo, como dijo, él nos encontró pero pudo haberlo hecho alguien más.
El ambiente era agradable, se respiraba un aire más puro, la vista de la selva se veía como un sueño. La selva es tan bella como peligrosa. Camila no se ve nada contenta, se puede observar simple vista con el hecho de que lleva los brazos cruzados y arruga la cara de vez en cuando.

A medida de que nos acercamos mi oído se agudizó más, volvía a oír el cantar de los pájaros y el ruido de nuestras pisadas, a eso se le agregaba la caída del agua, que se oía más fuerte cuanto más nos acercábamos.

Lo primero que mis ojos vieron fue una cascada, una muy alta que se veía a lo lejos, Ethan también la vio, sin necesidad de alzarse como yo lo hice. Camila hacía el intento de verla, se alzaba al igual que yo y algo me decía que no lo estaba logrando.

Di unos pasos más hasta que no aguanté. Me pasé al otro lado, a donde Camila, los tres nos detuvimos, en eso aproveché para agacharme y tomar por la cintura y parte de las piernas de mi sol, y la alcé muy alto con toda mi fuerza. Claro que ella se sorprendió e incluso se asustó, pero Camila confiaba en que yo no la dejaría caer y por eso no hubo gritos de su parte por tal sorpresa.

—¿Ya puedes ver?— por el rabillo del ojo veía a Ethan con las manos en la cintura, se veía entre molesto y divertido.

—Si amor, ya bajame— hice que se deslizara en mis brazos, pues si me agachaba nuevamente no creía poder resistir.

—No tienen remedio de verdad— continúa negando con la cabeza.

Camila y yo caminamos a un lado de la otra como en el principio, con nuestras manos juntas esta vez con la intención de prestar más atención en el camino. Ethan no dijo nada más, rindiéndose ante el hecho de que no aguantamos estar separadas ni por un cuerpo de por medio.

Me reí por lo que me susurró mi amada al oído "Cumpliré mi papel de mujer celosa y me pondré entre ustedes".

Me reí bastante, en realidad me hizo reír varias veces y a Ethan también, estaba actuando posesiva y de su boca salían incoherencias. Sé que no debería permitir que nos distrajera con sus cosas, pero nos encontrábamos a pasos de lo que estoy segura es un río y todo está tranquilo, no una tranquilidad inquietante si no una realmente despreocupante. Podríamos dejar de pensar en que algo malo ha sucedido y disfrutar el momento.

Mar Dorado | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora