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Si el pozo parecía la boca del lobo el interior de la casa era el estómago. Sumida en oscuridad y con la luz tenue de nuestras lámparas alcanzabamos a ver sólo sombras. Estábamos tropezando y tumbando todo. Camila simplemente reía cada vez que tropezaba, me llevaba de la mano con un agarre fuerte a todos lados y yo me golpeaba contra las paredes, y aunque posiblemente me estuviera sacando moratones se estaba divirtiendo y eso me hace feliz.

—¿Adonde vamos?— le pregunté.

—No tengo idea— contestó riendo—. Podemos encontrar otras velas y las encendemos con las nuestras. Iluminemos este lugar para no parecer dos borrachas tirando y tropezando todo.

—¿Quieres... Uhm separarte para hacer eso?

—¿Estás loca? No voy a caminar sola en este lugar, esta oscuridad es agonizante, ni pienses en separarte un segundo de mi.

—No lo haré. Lo prometo— tome incline hacia ella y le di un beso en su nariz; aunque no pudiera ver mucho sé que hizo ese gesto que tanto me gustaba—. Deberíamos buscar la entrada primero, así no vamos a estar tan pérdidas— asintió estando de acuerdo; ahora era yo la que le arrastraba a todos lados, con mucha delicadeza claro, no quería lastimar sus brazos.

Conseguimos llegar a donde habíamos entrado puesto que la puerta estaba abierta y se podía ver la claridad de afuera. La cerré luego, no quería que nadie supiera que Camila y yo estamos aquí si salen a buscarnos, porque evidentemente hemos estado afuera mucho tiempo.

Empezamos hacia la derecha, era un gran salón y fue muy fácil encender todas las velas que estaban en el candelabro. Camila y yo miramos las pocas pinturas colgadas en la pared, paisajes, unos hermosos que se verían mejor si Camila estuviera delicadamente pintada en ellos. Personalmente las personas que solían vivir en este lugar tenían un gusto para la decoración malísimo. Qué importaba, si probablemente ya estén muertos. Posteriormente llegamos al comedor, estaba servida una copa con algo de tomar sobre la mesa y la silla abierta. Rápido me puse alerta sin que ella lo notara, seguiríamos explorando normalmente. Luego pasamos a la cocina, donde al encender alguna que otra vela e indagar un poco el lugar salimos asqueadas, la comida que yacía ahí estaba infestada de gusanos y de más artimañas que te pudieses imaginar.

Después de nuestra increíble experiencia en la cocina tomamos el camino de la izquierda. Estaba más tranquila sobre el tema de un habitante no deseado en la casa, hemos estado horas aquí si no me equivoco, desprevenidas y tonteando, tuvo la oportunidad perfecta todo este tiempo. Al abrir la puerta nos encontramos con una biblioteca muy amplia, con libros de todos los colores y tamaños; el polvo y el desorden eran un atributo atractivo de la decoración; la luz que se acumulaba en la habitación cuando encendimos las velas yacientes en los candelabros proyectaba calidez, acojo, serenidad. Camila se veía muy entusiasmada acerca de todos esos libros aunque no supiera leer aún con fluidez.

—Mira todo esto Lauren, nunca podría leerlos todos aunque quisiera— dio vueltas sobre sus pies— ¿Podemos llevarnos algunos, por favor?

—Desde luego que podemos. Ve y elige los que quieras— sonriendo señalé todo con mi mano.

—Es complicado elegir el que quiera porque no puedo leer los títulos— esto la había desanimado, pude notarlo por su decreciente tono de voz.

—Eso lo sé, escoge los que llamen tu atención al verlo y yo te diré de lo que se trata, no te aflijas que en cuanto menos te lo creas vas a estar leyendo esos libros que as de escoger.

Satisfecha con mis palabras ella fue a la primera estantería a husmear los libros, mientras yo caminé hacia el gran escritorio y tomé asiento en un grande y cómodo sillón. Me eche hacia atrás un momento para descansar mi espalda y cerré mis ojos unos segundos, disfrutando de la serenidad de esta habitación.

Mar Dorado | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora