Extra - "Confesión de un amor clandestino"

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—Amor, despierta.

La suave voz de Camila resonaba en mis oídos. Después de dos años aún me sigue gustando oír su voz en las mañanas. Me di vuelta quedando bocabajo, estaba despierta pero mis ganas de levantarme eran nulas.

—Amor por favor, prometiste que hoy iríamos— seguía sin moverme pues me sentía muy cansada—. Lauren Michelle, levántate— Dios, ya se empezaba a enojar.

—Tengo sueño— eso fue lo que quise decir, no sé si ella escuchó claramente.

—No vamos a prolongar esto un día más, levántate ahora— se sentó en mi espalda—. Rudd está esperando por nosotras.

—Rudd esto, Rudd aquello. Si quieres puedes irte con ella.

—Superalo mi amor, Rudd y yo nunca, ella tiene a Ethan y yo te tengo a ti— apartó el cabello de mi rostro—. Nunca se va a cumplir lo que te dije en aquel río, sabes que fueron los celos hablando por mi y que nunca me fijaría en nadie más— era absurdo, pero esos miedos rondaban en mi cabeza.

—¿Qué hay con lo de despertarme con besos?

—Cada vez que lo hago logras que nos quedemos más de la cuenta— sentí como se movía, me hizo gritar de sorpresa cuando mordió mi espalda.

—No me muerdas— me quejé tratando de llegar a ese lugar donde me había mordido con mi mano.

—Anoche parecía gustarte— besó en donde me había mordido y sonreí por el recuerdo de anoche—. Te lo voy a pedir gentilmente por última vez, levántate— hasta miedo me daba la manera dulce en la que me hablaba.

—No sé que gentil puede ser que me muerdas— no quería hacerla molestar en serio—. Lo sabía, en los primeros días eras tan dulce, fue una capa para ocultar que eres una mandona.

Me di vuelta, traía una de esas camisas grandes que solíamos usar, su cabello revuelto y se le notaban algunas marcas en el cuello que "sin querer" le había hecho.

—¿Soy mandona?— levantó la ceja izquierda, parecía realmente indignada—Si dejarás de huir de esto no sería tan mandona.

—Igual me encantas.

Me senté de golpe, la abracé por la cintura y me la llevé de vuelta a acostarnos, ella se resiste, pero a mi no me engaña, sé que le gusta que esté haciendo esto.

—Suéltame ahora y ve a bañarte Lauren Michelle— no era convincente si se reía.

—No quiero.

Como pude hice que quedara abajo de mi, agarraba con fuerza sus brazos sobre su cabeza y me posicione entre sus piernas. No pretendía hacerle el amor, solamente quería hacerla enojar. Me gusta verla enojada cuando la provoco voluntariamente, y me gusta aún más cuando lo hago involuntariamente, justo como pasó anoche.

Ambas trabajamos en levantar el pueblo donde floreció nuestro amor. Que estemos aportando lo más que podamos al pueblo económicamente no significa que no hacemos nada, todo lo contrario, Camila trabaja con los animales, los alimenta, le gusta mucho; mientras yo trabajo en la tierra, plantando y consechando.

Todos los días acordamos en ir a buscar a la otra al final de la tarde, que es cuando termina la jornada de trabajo, para ir juntas a la casa. Esta vez le tocaba a Camila pasarme buscando, ella siempre es puntual, sin embargo justamente ayer tuvo un retraso.

Retraso que sirvió para que Marco, uno de mis compañeros, iniciara una agradable conversación conmigo. Todo realmente marchaba bien, es un buen conversador, pero pasó el límite cuando logró tocar mi cabello de una forma cariñosa, y aún sin encontrar una razón lógica yo me dejé. Corrí con tan mala suerte que justo en ese instante arribó Camila al acto, viendo todo, más bien, en ese momento apuesto lo que sea a que ella imaginó varias formas de hacerle algo malo, puesto a que en su cara veía lo celosa que estaba.

Mar Dorado | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora