Lo mire, y pude ver como su expresión cambiaba, y se volvía seria y dura.

- Tuvimos un percance, y la traje para que la revisaran-Dijo.

- Oh, ya lo veo Doctor-Dijo mirando mi labio. - ¿ Usted esta bien doctor?-Pregunto con preocupación visible en el rostro.

- Si, estoy bien Lisa - Dijo con una pequeña sonrisa en sus labios.

La manera en la que sonreía, era tan tierna, pero a la vez tan seductora.

-Muy bien Doctor.-dijo mientras caminaba, y nos indicaba que la siguiéramos.

Nos adentramos en un consultorio que se encontraba vació.

Era amplio, y tenia un escritorio justo al lado de la puerta, con una silla en el frente, y otra al otro lado, y una camilla.

- Traeré al doctor Enzo, para que la atienda - Dijo saliendo, y dejándonos solos,

Tome asiento en la silla que estaba tras el escritorio, y estire mis largas y bronceadas piernas.

Me miraba divertido, y luego el tomo asiento en la silla que estaba al frente.

En mi rostro se formo una sonrisa picara, y luego nuestras miradas chocaron por unos segundos.

- Así que te llamas Gabriela - Dijo con esa mirada tan picara, y seductora, y una media sonrisa en los labios.

- Pues si, así me dicen - Dije divertida, mordiendo un poco el labio inferior, y levantando levemente los hombros.

- Lindo nombre, gabriela- Dijo pronunciando tan jodidamente sexy mi nombre, por dios creo que me moje.

- Y tu te llamas alex - Dije, diciendo su nombre por primera vez en voz alta.

- Te equivocas, me dicen alex de cariño, pero me llamo Alessandro - Dijo con una media sonrisa, mirándome atentamente.

Dios, Alessandro lindo nombre, lindo el, de echo todo de el es lindo.

- Alessandro, lindo nombre- Dije imitando lo que el había hecho anteriormente.

Lo que provoco que riera ampliamente, y negando con la cabeza levemente mientras sus dientes se dejaban ver.

No pude evitarlo, su risa era tan contagiosa, y al hacerlo reír me sentía tan bien, me producía tanto orgullo que su risa se debiera a algo que yo haya dicho.

- Entonces Gabriela, mucho gusto, Alessandro Dipietri -Dijo extendiendo su gran mano, a través del escritorio, con una sonrisa juguetona.

- El placer es mio, Sr. Dipietri, Gabriela Macri-Dije siguiéndole el juego, y tomando su mano delicadamente, y estrechándola con delicadez.

Nuestras miradas se cruzaron, y me perdí en su mirada gris, el me mirada tan intensamente, que sin darme cuenta estaba mordiendo mi labio, mis rodillas comenzaron a temblar, y el se levanto lentamente de su asiento, causando que yo hiciera lo mismo, me deje llevar y poco a poco nos fuimos acercando, sentía su boca a escasos centímetros de la mía.

Un mechón callo sobre mi rostro, y alex lo retiro lentamente, y lo coloco detrás de mi oreja, esboce una tímida sonrisa y baje la mirada.

En sus labios tenia una sonría, que hacia que hoyuelos se formaran en cada una de sus mejillas.

Con su la mano, me tomo por la barbilla, y levanto mi rostro, de manera que nuestros rostros quedaron a la misma altura.

El miro mis labios, y luego mis ojos, y se fue acercando lentamente mi cara con su mano. Nuestras narices rozaban y nuestras miradas eran intensas.

Siempre fue él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora