Capítulo VII

9K 746 63
                                    

CUANDO SEA TU PRIMER DÍA DE UNIVERSIDAD

Guau James. No puedo creer que estés comenzando esta etapa en tu vida. Sabes que no lo digo por lo académico, conozco tus valores y sé lo mucho que amas la música y decir las cosas de otra manera.

¿Cómo es la universidad? ¿Todos ellos cargan instrumentos? ¿Cómo son los pasillos?¿La música suena allí también? ¿Se mezcla con la de otros salones?

¿Sentiste nervios cuando ingresaste?¿De que color son las puertas?

Hubo una vez que estábamos durmiendo una siesta en mi habitación, como solíamos hacer muy a menudo. Estaba acostada sobre tu pecho, tú dormías y yo fingía hacerlo como otra de tantas veces. Recuerdo que me dijiste que te despierte cuando lo haya hecho yo pero la verdad es que estaba fascinada con tu respiración. Si puedes hacer música con el simple sonido de una respiración calma y dormida no puedo imaginar lo mucho que podrás hacer con tu voz y una guitarra. ¿Has elegido otro instrumento o te quedas con ese?

Quizá creas que me lo estoy inventando pero James, siempre supe que lo harías. Sé que la fatalidad del circulo humano de vida en este mundo te angustia tanto como a mi pero a diferencia de mi, estás dispuesto a ceder por él. Sé que en este eterno pero breve lapso de tiempo me entendiste en cierta forma...al final el único que terminaría triunfando eras tú, encontraste ese punto medio. Sabes como fingir ciertos colores para pertenecer en este mundo James y eso es un talento. Saber como sobrevivir es poder y de los más preciados. Admiro eso de ti aunque ni dediques tiempo en tu vida para apreciarlo.

Empatizas y así sobrevives. ¿Sabes cuantas personas pueden hacer eso James? No tengo idea pero seguro son pocas y definitivamente yo no soy una de ellas.

La gente te ama, tienes el poder de empatizar con cualquiera pero yo no, por eso me aferré tanto a ti. Yo huyo de todos, puedo desaparecer. Ese es mi poder.

Tuya por siempre,

Alexandra.

___________________________________

28 de Agosto.

Ciento tres días desde que te perdí y treinta y nueve desde que te volví a encontrar.

Alex,

Perdona la tardanza. La mudanza a Indiana fue más atareada de lo que imaginaba. No por la distancia, después de todo son solo dos horas y pico de viaje y desde Louisville, apenas dos. Desprenderme de tu hogar y tus padres fue a parte más difícil. Por más que prometimos visitas todas las semanas no me siento bien dejándolos solos en la mansión Goodman. Siento que a cada persona que la abandona se agranda más y ese lugar es cada vez más difícil de llenar.

Viajar hasta aquí con la mudanza no fue problema, no creo haberte contado pero tus padres me regalaron un automóvil por mi cumpleaños. Puedes imaginar mi reacción cuando lo vi. Recién ahora lo estoy estrenando, dejar a R4 fue difícil pero estará bien. Costó ¿sabes?

No tienes idea de lo mucho que te agradaría la universidad. La gente es auténtica, está allí por que quiere, nadie le obligó a hacerlo. Esa es la parte que más me recordó a ti, es como estar en un espacio cargado de autenticidad. Pero recién llevo cuatro días aquí, supongo que el tiempo dará a conocer todos los colores de este ambiente. Ah, las puertas son blancas, imposible no notar ese detalle.

Mi compañero de habitación se llama Cole. Es un tipo relajado, de esos que les importa un coño todo. Para que te lo imagines, lleva lentes cuadradas y cabello oscuro y notablemente enrulado. Es tan flaco que me recuerda a aquella chica del instituto que una vez casi se desmaya en la cafetería, ¿la recuerdas? Tiene pecas y un acento propio del sur, Tennessee para ser exactos. No es mi fuerte pero me acostumbraré. Toca el bajo así que ya nos puedes imaginar el primer día compartiendo algunas melodías.

Una canción para Alex - II libro de Más allá de la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora