Capítulo 7.

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Me desperté casi a media mañana y corrí hacia el baño. Vomité con todas mis fuerzas y repetidas veces quizás el vodkila no es para alguien que no suele consumir alcohol realmente.

Me dí mi tiempo sentada en el piso, recostada contra la pared mientras intentaba que la luz que entraba por la pequeña ventana, no me hiciera explotar la cabeza. Me paré como pude y me dirigí al lavamanos para echarme agua en el rostro, ésta estaba fría y causó una pequeña sensación de vida en mí que era obvio que necesitaba, el espejo solo dejaba a la vista mi rostro hecho un desastre. Sólo ingerí un poco de agua y salí para el cuarto.

El cuarto era un completo desastre, almohadas, frazadas, ropa, todo disperso por el piso incluso algunas prendas en los sofás de la habitación. Me apresuré a recoger todo y vestirme tratando de recordar algo que me indicará por que estaba en el cuarto de un hotel, por qué tenía el cuarto desordenado o por qué despedía un olor a alcohol que podría desinfectar una habitación si quisiera. Salí como pude y apresurándome para llegar a recepción, noté que mi celular no tenía batería:

-Que extraño, nunca olvido cargarlo...-Me decía mientras avanzaba sin mirar al elevador.

Me incorporé en el elevador revolviendo en mi bolso para ver si conseguía mis gafas de sol. Por fortuna estaban allí, las coloqué e inmediatamente al descender, firmé y devolví la llave del cuarto. Salí apresurada en caso de que haya pasado vergüenza la noche anterior y los empleados se acordaran. Llegué al coche, me subí y al sentarme solo apoyé mi cabeza en el respaldar, daba profundos suspiros e intentaba que mi cabeza no doliera tanto. Conecté mi celular al cable del auto y me dirigí al café más cercano para conseguir un café bien fuerte, necesitaba, después de todo, algo mas que un chorro de agua fría para despertar. 

En el café aproveché para bajar y utilizar el móvil mientras esperaba mi pedido. Fue impresionante la cantidad de mensajes y llamadas perdidas que recibí, así que tuve que comenzar por llamar a mamá y decirle que estoy bien, que no se preocupara. Luego noté que la mayoría de mensajes en el chat de James, eran insultos y otro tipo de cosas que hubiera preferido no leer; llamé a su celular para pedirle que me dijera todas las cosas, pero no fue necesario, él entro por la puerta a la cafetería. ¡CARAJO! Había olvidado que ésta esta a solo dos cuadras de su casa, este día no podía empeorar. 

-Rebecca ¿Podemos hablar?- Siento una mano en el hombro.

-Hola James ¿Qué pasó?- Respondí sosteniendo mi sien con los dedos.

-Mira, lamento todo lo que escribí ¿ok? pero sabes que esa no era la forma Rebecca, no puedes ir por la vida lastimando así a las personas, no está bien.

-¡¿De qué mierdas estás hablando?!

-¿De verdad piensas que me voy a creer que no recuerdas nada de anoche?

-Dios James, no recuerdo absolutamente nada.

-Dijiste que querías arreglar las cosas, me dejaste una llave en la barra del bar pero solo fue un truco asqueroso para que yo te viera a ti cogiéndote a otro. Mierda, hasta me duele decirlo...

Hubo una pausa incomoda en la que noté como James se limpiaba algunas lágrimas en silencio. 

-Lo siento de verdad, no se que me pasó.

-No te preocupes, te dije cosas horribles creyéndome el hombre más bueno y olvidé que te hice sentir esto y mucho peor, porque fue en la cama donde dormíamos nosotros.

Hubiese deseado tanto que no dijera eso, el alma todavía me dolía y sus palabras no fueron más que cuchillos apuñalando otra vez. Mientras trataba de fingir que esta conversación era un paso para ambos, mi móvil interrumpió milagrosamente. 

¿Quien es el padre? (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now