Capítulo 19

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Abracé con ternura a lo que más cariño le había cogido de la casa y todo el fin de semana, por su puesto al perro, que era muy cariñoso. Después me dirigí a Theo, y con una sonrisa le abracé dándole un beso en la mejilla, cuando ya me había separado más o menos de Theo ya estaba atrapada por Thomas en un abrazo de oso, al que después se unió otra vez Theo, mi hermano se asomó por la puerta.

- Kate, nos tenemos que ir - dijo mirando a Thomas y Theo que no me soltaban. Al ver que seguían sin hacerle caso se acercó y se aclaró la garganta. 

Pero antes de que pudiera decir nada ya me habían soltado y yo les dí un beso en la mejilla a cada uno antes de irme no sin mirarles antes de cruzar la puerta, pensando en que volvería a verles tarde o temprano  ya que cuando volviese a Málaga lo primero que haría sería visitarlos. 

- Espero que te lo hayas pasado bien, así me aseguro de que volverás - me dijo mi hermano cuando ya llevábamos media hora en el coche, me giré hacia él ya que estaba mirando por la ventanilla.

- Por supuesto que volveré, no puedo desperdiciar una oportunidad así para poder enfadarte cuando quiera, aunque estos días lo he hecho poco, creo que estoy perdiendo mi don de hacerte enfadar siempre - dije con una cara de pena fingida, o al menos parte de ella, porque no podía mentir diciendo que no lo echaba de menos. 

Tras sonreírme volvió a mirar a la carretera, y así nos quedamos lo que quedaba de trayecto, cada uno pensando en lo suyo. Yo por mi parte estaba pensando en cómo actuar cuando vuelva al instituto, ya que allí vería a Dallas todos los días, y además cuando fuera a ver a Adam a jugar al fútbol americano lo tendría que ver, y él seguro que querría disculparse, aunque esperaba que después de tantos mensajes que no había leído hubiera pillado la indirecta y me dejase en paz de una vez. Aunque echaba mucho de menos a mi familia, tenía que volver a California ya que yo había elegido por propia voluntad el irme allí a estudiar y también echaba de menos a Ashley y a Adam, además, esta vez se venía mi prima conmigo, qué más quería.

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Estábamos ya en el avión, sentadas en nuestros respectivos asientos, yo al lado de la ventana y Elena en medio, me había estado dando el coñazo todo el día diciendo que por favor no le tocase un viejo al lado y se pusiese a contar batallitas, la verdad era que si me lo volvía a decir me cambiaba el asiento con otra persona, no quería que por su culpa fuésemos el centro de atención.

- Kate, estate quieta ya, me tienes de los nervios - me dijo Elena cogiéndome la pierna que yo no paraba de mover.

- Es que me dan mucho miedo los aviones, no lo puedo remediar - le dije mientras me zafaba de su mano y movía otra vez la pierna, estuvo un rato regañándome por estar moviendo la pierna hasta que de repente se calló y se sentó bien, me dio un codazo en el costado y yo, extrañada, me dí la vuelta y al instante me di cuenta el por qué se había callado tan de repente.

Un chico rubio, con ojos azules, de un metro ochenta y guapísimo se había sentado a su lado y estaba abrochándose el cinturón, seguro que era un estadounidense que se había quedado en España de vacaciones.

- Tía, ¿has visto al que se ha sentado al lado mía? - me dijo en un tono normal, pero no me importaba porque seguro que no entendería nada de lo que estábamos hablando. 

- Madre, mía - le dije pausadamente al observar más detenidamente al chico.

- ¿Crees que tendrá novia? - me dijo Elena con una sonrisita.

- ¿Para qué quieres saberlo? Además, a lo mejor no es ni de California y no lo volvemos a ver más - pero ojalá lo volviésemos a ver. Dios, que guapo era.

Las casualidades, ¿existen?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora