Suspiros, gritos contenidos, lágrimas, emoción, en las caras extrañas y llenas de cirugías de la gente del Capitolio.
Adelante, solo veo seriedad en mi madre, fuerza en mi pequeña hermana y los ojos dolidos pero deslumbrantes del que esta a punto de...
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Lo sucedido entre Peeta y yo hace unas noches fue increíble, no lo planeamos y no me arrepiento. Algo sucedió después, él parecía dispuesto a seguir apartándose de mí, pero justo después él volvió, y a sido el mismo Peeta que he conocido siempre.
Nada ha pasado de nuevo, aunque siento la necesidad cada que él me abraza para dormir, o cuando lo veo sonreír, incluso cuando estamos sin decir nada, me siento primitiva, mis instintos me gritan dejarme llevar por el deseo; pero no puedo, la pena es lo que me detiene.
Peeta tampoco hace nada para iniciarlo, así que no puedo hacerlo yo, tal vez él no lo desea.
La carta de la que me platicó Peeta que llegaría, no ha llegado. Han pasado 3 días y aún no sabemos qué debemos hacer, sin la carta no tenemos idea y los días están contando.
Justo estoy pensando en esto cuando le veo llegar a casa. Sostiene un sobre, sé lo que significa.
Ambos nos vamos a la sala y nos sentamos. Peeta lo abre en silencio y lo leemos. Nos quedamos petrificados. Las reglas son claras, debemos mandar 5 seleccionados de cada sexo y dar los motivos de cada uno, se hará público nuestros 10 seleccionados dos días antes de la cosecha para de ahí solo extraer a uno de cada uno.
Y si eso no fuese suficiente el presidente a añadido una nota para nosotros:
"Me complace informar que la fecha de su primer intercambio ha sido programada, gracias a la efusividad mostrada por la señorita Everdeen y su primo hace unos días, me ha quedado claro que no presentan problema alguno en estar con otras persona. Así que les alegrará saber que la fecha establecida será unos días después de iniciado el vasallaje, los detalles y por menores de tan fructífero encuentro, serán de su conocimiento una vez estén en el Capitolio. Espero que ambos estén viviendo juntos de nuevo y hayan recordado que no he dejado de vigilar a mis estimados vencedores, y que la discreción, es lo que los mantendrá "felices".
Peeta y yo nos quedamos sentados mirando las líneas oscuras de la blanca carta. Mirando sin ver, sin saber qué hacer durante un tiempo.
Ha llegado el momento de la cosecha y deberemos elegir, y llegará el momento de doblegarnos.
