Suspiros, gritos contenidos, lágrimas, emoción, en las caras extrañas y llenas de cirugías de la gente del Capitolio.
Adelante, solo veo seriedad en mi madre, fuerza en mi pequeña hermana y los ojos dolidos pero deslumbrantes del que esta a punto de...
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Los flashes, los gritos, las cámaras, la gente... Todos tratando de tomar la mejor foto, de decirnos personalmente lo felices que están con nuestro enlace.
Nuestras familias han sido subidas a un carro distinto al nuestro, y son llevados de inmediato a donde sea que vayan a hospedarnos.
Cuando Peeta y yo logramos subir al transporte que nos han asignado, las ganas de dormir caen de inmediato, la noche en vela se hace presente.
Effie se coloca en el asiento frente al nuestro y nos sonríe. Esa sonrisa me da miedo, porque si algo a ella le ha causado gusto y felicidad; no puede ser bueno para nosotros.
—Estoy tan orgullosa de ustedes, que tengo ganas de llorar, y se que ustedes estarán de acuerdo conmigo cuando se enteren.— Con esas palabras tiene nuestra completa atención.—El Presidente desea hablar con ustedes de inmediato, quiere recibirlos cuanto antes es su casa, habrá algo así como un pequeño ensayo de la cena de esta noche. Él solo esperaba nuestro arribo para iniciarlo, ¿no están felices ?
La cara que Peeta y yo tenemos, es de todo, menos felicidad.
No decimos nada, cuando el transporte se detiene en los jardines de el Presidente, Peeta y yo bajamos, y sin ceremonias ni nada extravagante, con la total ausencia de cámaras y gente, somos ingresados de prisa a la casa de Snow.
Una mujer de alrededor de los 40 años sale a recibirnos, sería, no hay ni un pequeño atisbo de sonrisa dirigida a nosotros, y eso me gusta, al menos se que aquí nada se deberá fingir.
—El presidente los espera a ambos— dice sin mas, señalándonos a Peeta y a mí. Effie es obligada ha aguardar asiento y esperar.
Caminamos detrás de la mujer, Peeta y yo lado a lado, con la cabeza en alto, trato de mantenerme serena y relajada, justo como luce Peeta.
Llegamos a una enorme puerta. Por todos lados veo agentes de la paz, pero al entrar me sorprendo al verlo a él solo. El golpe de ese asqueroso olor es inmediato, y la poca fortaleza que había conseguido se queda detrás de la puerta cuando esta se cierra.
