19. Demasiados secretos

Start from the beginning
                                    

―Lo siento, lo siento tanto―suspiró―. Diera lo que fuera por que estuvieras bien. Por sacarte de todo esto.

―No hay nada que puedas hacer―me recliné de la puerta―. Aquí nada es lo que parece.

―¿Por qué nosotros? ―se sentó en la cama con la vista clavada en el suelo―¿Qué estamos pagando?

―Los errores de nuestros padres―dije de inmediato.

―¿Nuestros? ―preguntó con suspicacia―¿Te refieres a mi padre?

Me reí con ironía. No tenía idea de qué tanto sabía Sam sobre su padre, pero no estaba dispuesta a que Gerald Henderson quedara como un héroe, cuando era tan malo como mis padres, como cada uno de los clanes.

―¿En serio estás engañado? ―mi pecho albergaba una sensación de malestar―. Yo no soy quién debe aclararte lo que está sucediendo.

―Se lo que pasa―se puso de pie―. El juicio no fue como pretendías, pero no se podía hacer más de lo que hicieron por ti.

Negué con la cabeza incapaz de creer lo que decía.

―No tienes la mínima idea...

―Tienes que ver más allá de tu perspectiva.

―¿Y qué se supone que debo de ver?

Miré la hacia su librero, había un espacio vacío, donde solía estar la fotografía de nosotros junto a Zack.

―Mi padre pagó la operación de tu hermano. Me lo dijo mientras estuve en Francia, se supone que él no quería que más nadie se enterara.

Me quedé inmóvil, con la mirada perdida entre sus libros. La operación de mi hermano había sido costeada de forma anónima, pero era imposible imaginarse a Henderson haciéndonos un bien cuando él solo quería dañarnos, aunque no entendía por qué.

Carraspeé.

―¿Por qué lo hizo?

―Porque es un ser humano con un corazón, porque me confesó que él ayudó a que no te fueras conmigo y quiso enmendarlo―se acercó a mí―. Confía en mí cuando te digo que no todo el mundo quiere hacer daño.

―Ya no sé en quién creer Sam―miré su rostro consternado.

―¿No crees ni siquiera en mí?

Rehuí de su mirada, porque no tenía respuesta a su pregunta.

―Solo dilo―la distancia entre nosotros se hacía más corta―. Dime que lo nuestro ya murió, y así evitar seguir alimentando mis esperanzas.

Pasé mis manos por el cabello. Las palabras quemaban mi garganta mientras yo luchaba por retenerlas.

―Es que no sé quién eres.

Su semblante decayó.

―No he cambiado, soy el mismo que conociste.

―Ese es el problema. No te conocí realmente―hicimos un prolongado silencio―. No se de tu vida antes de mí. No se de tu familia.

―¿Te escuchas Braden? ―preguntó―Hablas como si yo fuera parte de todas las mentiras que envuelven tu vida.

―No puedo―cerré los ojos―. Es demasiado para mí. No puedo pretender que no tengo dudas respecto a ti.

―Solo deja de relacionarme con mi padre―sus manos se colocaron en mis hombros―. Olvida quién eres un segundo, olvida nuestras familias, olvida que todo ahí fuera se está desmoronando y mírame.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now