¿Por qué no?

7.4K 720 211
                                    

Yo no me asusté, ni me exalte, ni me sorprendí al reconocer aquel olor a arcilla tan fuerte y característico que desprendía el rubio.

Sabia, desde el momento que me desperté después de aquella misión, que o él me encontraría a mi, o, tal vez, yo a él después de una exhaustiva búsqueda.

Y era consciente de que era mucho más fácil lo primero que lo segundo.

—No está mal.—Respondió con ese aire chulesco que le caracterizaba.—Huele a ti.

Yo arrugué la nariz y el soltó una pequeña carcajada. Y, sin razón aparente e inconscientemente, me uní a él.

—¿Gracias?—Pregunté sin borrar la sonrisa de mi rostro.

Pude sentir sus ojos azules examinando me unos instantes. Tenía una mirada intensa.

—Que distinta eres cuando ríes.—Susurró.

Por alguna razón tuve que reprimir que mi sonrisa aumentara. Me levanté de la silla, aún sintiendo su mirada sobre mi.

—¿Qué haces aquí?—Pregunté mientras me balanceaba sobre mis pies, con confusión.

—¿Es eso importante acaso?—Respondió aún con ese tono en su voz.

Yo frunci el ceño y mientras daba pasos lentamente por la habitación, posé mi vista en él, aun que no le viera.

—¿Qué quieres?—Pregunté como antes.

Él se revolvió en la cama. Los muelles sonaban demasiado.

—¿Todo necesita un "por qué" para ti?—Esta vez su voz contenía molestia.

Yo me quede quieta por unos instantes. Mordí mi labio inferior.

—Sí.—Respondí simplemente con seguridad.

—Eres un cría.—Yo iba a abrir la boca para quejarme, pero me paró.—Y chillas demasiado.—Se quejó.—No querrás que tu querido...—Se quedó pensativo por unos segundos.—¡Hyuga! Se despierte, ¿verdad?—Rió.

Aumenté la presión de mis dientes sobre mi labio unos instantes antes de carraspear para responder.

—No, no quiero.—Ladee la cabeza.—Ver un asesinato a estas horas no me apetece. Y puf, la sangre de estúpido dicen que cuesta más de quitar, ¡imaginate  tuya!

Antes de si quiera terminar la frase Deidara estaba riendo, y, como antes, me volví a unir a él.

—¿Estás bien?—Preguntó al cesar las carcajadas después de unos minutos de silencio.

—¿Has venido ha preguntarme eso?—No le dejé responder.—Pasaron demasiadas cosas, Deidara.—Suspiré.—Me siento tan pequeña ante todo lo que ha ocurrido.—Caminé hasta la cama y me senté en un extremo.

—Pues no sabes todo lo que se avecina.—Levantó su torso y se sentó a mi lado.

—¿Por qué yo?—Pregunté y mi voz sonó mucho más débil de lo que imaginé.

—¿Por que no?—Preguntó con algo de gracia en su voz.

—No sé por donde empezar con todo esto.—Me quejé haciendo un puchero.

—Por el principio.

—Eso no va conmigo. Neji siempre lo dice.—Susurré lo último.

La habitación fue inundada por silencio. Yo tenia mis codos sobre mis rodillas y sobre mis manos mi cabeza, pero la recoste en el hombro del rubio.

—Estoy ciega.

—Creo que alguien te advirtió de que la oscuridad te podría cegar.—Me contestó el, acariciando mi mejilla.

—Advertir no sirve de nada.—Refunfuñé.

Él soltó una pequeña risa.

—Te queda tanto por conocerte.—Negó con la cabeza.

Aun que no entendí muy bien aquella frase en aquel momento, la ignor
Por la ventana aún abierta entró una suave brisa y yo cerré los ojos.

La madrugada podía ser maravillosa. Podía ocurrir magia en ella.

Una pequeña lágrima recorrió mi mejilla, silenciosa. Pero cayó sobre el hombro de Deidara. Como si fuera un grito de ayuda.

Su brazo pasó por detrás de mis hombros y me abrazó. Ahora mi cabeza estaba sobre su pecho.

—Un "todo estará bien" ayudaría. —Dije con algo de humor.

—Es que no lo estará.—Contestó él de la misma forma. Pero ambos sabíamos que esa era la realidad. Era tan jodida que hacia hasta gracia.

—¿Podré con todo esto?

—Tienes que poder.

—¿Por qué?

—¿Por qué no?

Yo reí flojo y negué.

—Tu hueles mucho a arcilla.—Inspiré.—Demasiado.

Con rapidez saqué un kunai que guardaba bajo mi manga y que había cogido de las estantería.

Pero antes de poder usarlo Deidara me había mandado lejos de un empujón.

Los muelles de la cama se volvieron a oír. Sus pies cayeron sobre la madera haciendo un pequeño ruido.

Yo había caído al suelo por lo que di una rápida voltereta y salté. En cuanto estaba en el aire frente a él, lo clave en su pecho.

El kunai cayó al suelo, junto a la arcilla sin ninguna forma ahora.

Con tranquilidad me dirigí a la ventana y apoyé mis manos en el marco.

—¿Por qué un clon?

—¿Y por qué no?—Su voz se disipó en el aire. Se había ido.

¿Y ahora como limpio yo todo esto?

--------------------------------------------------
MUY BUENAS CHICAS.

SE QUE EL CAPITULO ES MUY CORTO, PERO DIOS, ME ENCANTA.

ESPERO QUE LO DISFRUTÉIS.

Gracias por leer

Por ti. [2° temporada]Where stories live. Discover now