Capítulo 8

113 16 2
                                    

Me dices que me amas, entonces vas y me dejas ¿Porqué me haces esto, cariño? Estoy enfermo de amor.
No puedo comer, no puedo dormir, no puedo hacer nada. Porque estoy enfermamente enamorado de ti, querida.

~Lovesick/ Nevershoutnever












Amanecí con ambas cuentas abarrotadas. Mi madre me había mandado un mensaje diciendo que quería verme. Mi desaparecido padre enviaba por whatsapp lo bien que se lo pasaba de viaje con su nueva familia. La cama se encontraba vacía y aún no amanecía. Quería averiguar a dónde se había metido Santi, pero la flojera que siempre me poseía, hacia de las suyas conmigo.

"Buenos días. No hemos tenido tiempo de platicar. Quiero saber si estás bien, no has estado activa por un rato y en serio extraño tu humor. También he escuchado tu canción. Gracias por rechazarme amablemente. ¿Podemos hablar pronto? Avísame cuando estés disponible.
M "

Santi llevaba días en casa, y no habíamos profundizado en lo más mínimo. Lo había dejado descansar y me había ofrecido varias veces a hacer de su masajista. Habíamos ido a una cena fuera, pero tenía que aceptarlo: nuestra relación se había enfriado como el traserito de un pingüino. Sentir que alguien me necesitaba era algo relativamente nuevo.
Suspiré y tecleé mi respuesta.
- Hay toda una excelente canción y tu te has centrado en unas cuántas líneas. Ay no, bye. Eres increíble.
Bloqueé mi móvil y cerré los ojos de nueva cuenta. La campanita del inbox sonó de nuevo.
- Buenos días.
Sonreí y comenzamos a textear.
- Buenos días señor Mark.
- ¿Mal entendí la canción?
- No la tomaste mal, es sólo que te centraste en sólo una parte.
- ¿Entonces me quieres a tu lado?
- Ya estás a mi lado tonto, ¿No recuerdas?
- Nop, ¿Me harías el favor de recordármelo?
- Estuviste toda la noche insistiendo en que querías que te dejara entrar en mi vida, y te permití ser mi amigo, ¿Ya?
Podía escuchar su corazón romperse en cachitos.
- Oh, cierto. No te has conectado en un rato, ¿te pasa algo?
- Nada que sea malo, créeme ¿Qué has hecho en estos días?
- Acostado, esperando a que te conectaras. Los días sin tu conversación inteligente y viváz son aburridos.
- ¿En serio?
- Sip. Bueno, y he estado pensando seriamente en renovar mi guardaropa.
- Oh, yo puedo ser de utilidad para ti. Sería genial, serías mi amigo cool bien vestido.
- Sentí más lindo cuando me rechazaste con tu canción. No puedo ser alguien que no soy. Soy complaciente, pero no me gustaría que me cambiaran.
- No iba a pedirte que cambiaras o algo y si, esa canción probablemente fué escrita para tí.
- ¿Cómo te gustan los chicos?
- No es un estilo como tal, pero si tengo un "novio" algún día, se podrá describir como un bastardo elegante, salvaje y sexy.
- Esa es una descripción que se puede prestar a muchas interpretaciones, ¿Te gustan los tatoos?
- Depende. Son sexys si no parecen como el cuaderno de un puberto sin quehacer en una clase aburrida. Algo estratégico y con significado. Hay gente que se los hace por hacerlos, por llenar vacíos. Respeto a quien lo hace, pero si es a mi gusto, sería algo discreto.
- Yo tengo uno, y una expansiones.
Recordé cuando lo había visto hacia días, no había notado tatoo alguno, tal vez quería impresionar solamente, las expansiones si que las recordaba.
- OMG ¿En dónde?
- En mi costado izquierdo, a la altura de mi ombligo, es una nota musical con motivos tribales. Y mis expansiones son pequeñas, cabe apenas un lápiz, debo mantener todo discreto, porque es esencial en mi trabajo, tu entiendes.
Bueno, ese tatuaje sonaba s-e-n-s-u-a-l.
- Yo quisiera hacerme alguno, pero mis padres no me dejan.
En realidad era Santi quien no me dejaba, pese a ser una adulta, a veces me juzgaba como una niña. Una vez intenté que nos hiciéramos uno en pareja, y no resultó.
- Es mejor pedir perdón que permiso.
El chico correcto se estaba portando travieso.
- ¿Lo dices por experiencia?
- No, pero podemos averiguarlo juntos. E incluso podrías ver en vivo mi tatuaje, estoy seguro que te gustaría tenerlo cerca...
Santi se asomó después de todo este tiempo y parecía no darse cuenta de que estaba despierta, pese a que tenía el móvil encendido en el brillo máximo.
- Buenos días.
- Buenos días, nena.
Me dió un beso en la frente y se dispuso a bajar de nuevo.
- ¿Trabajo de nuevo?
- Perdóname...
Me recosté dándole la espalda y no moví el tema, esto ya era el colmo, pero decidí no comenzar de nuevo la discusión. Tampoco hizo ademán alguno de que notara que estaba molesta. Resoplé hacia un mechón que se interponía en mi vista. Escuché sus pasos salir de nuevo.
- ¿Podemos hacer como si lo de la otra noche no hubiera pasado? Texteé.
- Ok, enojoncita ¿pero qué tiene de malo, porqué olvidarlo?
No sabía cómo intuyó que yo estaba enojada, no tenía nada que ver con él.
- Porque... No lo sé, no me gustaría que sólo pensaras en mi de esa manera, sé que no has parado de imaginarme así desde que pasó, no hay que ser un detective para saberlo y me gustaría que hablaramos de una manera no tan sexual, o al menos no todo el tiempo.

En realidad tenía miedo. Miedo de que simplemente fuera un hombre siendo un hombre normal que buscaba diversión con una chica que conocía de Internet. Quería pensar que todo lo que llevábamos conversado tuviera significado, quería que alguien sintiera algo por mi, por mi mente, por mi sagacidad; no por la cara bonita y el cuerpo bello de un perfil falso. Tenía que admitir que estaba ganando poder en mi lo que el pensara de Scarlett, lo que él pensara de mí.

- Pero Scarlett...
- Sólo olvídalo ¿Si?, no se qué demonios me poseyó.
- Pero lo hicimos, nos dejamos llevar.
- Si, y no digo que no, rayos, debí de decirte en ese momento que no habláramos sobre lo que habíamos hecho después.
- No estoy de acuerdo... Sólo habla conmigo de modo normal.
- ¡Eso quiero! Es sólo que intento que hablemos de cosas normales, y de todos modos tenemos esa tensión.
Pasos de nuevo a la habitación. Santiago traía consigo su laptop. La metió en su maleta. ¡Gracias al cielo! pero su cara decía otra cosa. Lo conocía de siempre, algo andaba mal.
- ¿Qué haces?
- Umm, nada importante.
- ¿Quién a parte de nosotros está despierto a estas horas en domingo?
Estaba decidida a contárselo, en serio, en serio.
- Bueno, verás... Hice un perfil falso por diversión y agregué gente de mi perfil original. Un chico que antes cursaba la preparatoria con nosotros y tiene pareja, me estuvo coqueteando, y resulta que la chica es mi amiga.
Mentí un poquitín.
- Dime que planeas decirle a esta chica... Todos querríamos saberlo si fuéramos ella.
- Si, en eso estoy, estoy juntando conversaciones y esas cosas para dárselas.
- ¿La conozco?
- ¿Recuerdas a Miranda?
- Noo... ¿Mark, el chico de la guitarra?
Bueno, era una sorpresa, sí que los recordaba a ambos.
- Así es.
- ¡Quién lo diría! eran una pareja acaramelada, aunque la chica nunca expresaba mucho, nunca la escuché hablar de hecho. Siempre estaban juntos, ¿Desde cuándo eres amiga de ella?
- Oh, bueno, tiene tiempo que conversamos y a veces nos encontramos por ahí y así...
Comencé a mentir de nuevo. Se me estaba haciendo costumbre.
- Bueno nena, este chisme es muy interesante, pero necesito hablar contigo.
«Oh-oh. No otra vez»
- Dime...
Sabía lo que estaba a punto de decir. Era obvio. Cerré los ojos esperándolo.
- Tengo que regresar. Mi tío necesita ayuda. Te prometo que en cuanto el nuevo asistente esté listo me daré una nueva vuelta por acá. Te llamaré más seguido hasta que estemos juntos de nuevo. Estuve comprando los boletos en línea, me voy en unas horas.
- Pero... ¿No te ibas a despedir de mi?

¿Qué hubiera pasado si no me hubiera levantado, se hubiera ido sin más?

- No, te iba a despertar.
- ¡Uff, qué alivio, santiago! Cuánto tacto el tuyo.
- Por favor no me hagas esto, estoy tan enojado por esto como tú.
Sí, se nota... Por favor cámbiate, se te pasará tu vuelo.
Comencé a llorar de ira, esto siempre terminaba igual. Siempre dormía sola. Siempre comía sola.
Salí de la cama y me puse mi ropa para correr. Tomé mis llaves y me puse mis audífonos. La lista de reproducción comenzó a martillar mis oídos. Mensajes de despedida de Santiago llegaron a los pocos minutos, más de lo mismo, sabía a dónde me dirigía y ni aún así se había molestado en ir detrás de mi. Estaba harta de esperar. Este trabajo era su sueño, no el mío. La furia en mi mente me llevó a pensar en Mark. Quiera o no, me estaba refugiando en él por todo esto. Y corrí aún más, como si al hacerlo me alejara de todos mis problemas.

Confesiones de una catfishWhere stories live. Discover now