Suspiros, gritos contenidos, lágrimas, emoción, en las caras extrañas y llenas de cirugías de la gente del Capitolio.
Adelante, solo veo seriedad en mi madre, fuerza en mi pequeña hermana y los ojos dolidos pero deslumbrantes del que esta a punto de...
»Les sorprendería saber que muchos empezaron inmaculados, antes de cumplir sus intercambios, sus deberes para con el pueblo. Pero ya que ustedes son una pareja, no tendrán ese inconveniente.
»Tengan presente, que no paso por alto falta alguna a las asignaciones y que toda muestra de rebeldía es castigada; pueden preguntar a los demás vencedores, a la señorita Mason, a Odair, incluso al señor Abernathy.— El ruido de la copa de vino que él deja en su escritorio es todo lo que se escucha cuando termina de hablar.
Peeta esta mudo, y yo cerca del llanto.
—Les repito que aún tienen tiempo, podrán disfrutar su enlace, su amor, una merecida "luna de miel". Deben saber que la lista de ambos es bastante popular, deberían estar orgullosos, es cuantiosa, y la paga de cada servicio es mitad suya; así que sumados ambos ingresos con lo obtenido como vencedores cada mes, bueno... les asegura una vida llena de felicidad— sonríe mientras nos observa.
Estamos petrificados sin poder creer sus palabras.
—Ahora, no les quito más su tiempo, esta noche estaré más que feliz de ser partícipe de tan incipiente amor— Nos hace la seña para que abandonemos el lugar.
Peeta y yo estamos en blanco, es una pesadilla. Caminamos hacía la salida como autómatas.
—¿Puedo preguntar algo?— farfulla Peeta antes de salir.
—Claro panadero, pregunta.
—Los vencedores... ¿Siempre estarán a disposición de la gente?, es decir ¿no hay nada que lo evite?
Snow sonríe ante la pregunta de Peeta que pareciera estar buscando escapar de esto.
—Claro que hay situaciones que evitan la disposición. En los hombres: la disfunción, los vicios, ha sucedido que después de casarse, algunos dejaron de ser requeridos. »En las mujeres, se respeta sus ciclos femeninos, que deben ser comprobados en primer término por una doctora para evitar compromisos en esas fechas, así evitamos también los temas de mentiras; el matrimonio claro esta y por supuesto: la gestación. En ambos casos, una enfermedad contagiosa y la muerte, como es obvio.
—Usted ha dicho que el matrimonio impide que esto se lleve a cabo— digo de inmediato tratando de encontrar un escape a este horror.
—Señorita Everdeen, como he dicho, este será un caso distinto; ustedes jamás han estado a disposición de la gente, la demanda es alta. Jamás unos vencedores habían despertado este grado de deseo, y debido a que ambos no han cumplido ni un solo intercambio, no veo por qué debería exentarlos.
»Todo se hará de manera cuidadosa y, le encantará saber, que la cláusula al contrato para acceder a alguno de ustedes dos es única, jamás se había colocado una cláusula como ésta para poseer a un vencedor. Sus compradores respaldan la discreción con su propia vida, así debe ser, ustedes lo valen, ¿no lo cree? Ahora si me permite— y vuelve a pedirnos que nos vayamos.
La salida es borrosa, Peeta esta blanco como un papel, y yo tiemblo de pies a cabeza, ambos seremos vendidos, comprados, un objeto más para la colección de estos monstruos y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.
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El termino «Intercambio» utilizado para referirse a la venta de índole sexual de los vencedores, me pertenece por registro.
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