Te extrañe

4.1K 295 174
                                    

Título: Te extrañe
Parte: 1 de 1
Advertencia: Contenido sexual; lee con discreción y bajo tu responsabilidad.

Habías llegado de una misión, y lo primero que viste fue a un Pietro furioso, y valla que tenía motivos para estarlo, primero, no le habías avisado que irías, segundo, estuviste a punto de morir. Claro que estaba enojado; en cuanto tu silueta se postró en su campo de visión te tomó del brazo y te arrastro hacia su habitación y cerró la puerta, lo cual era inútil, ya que aún así les escucharían gritar y discutir.

- ¿Y bien? -musitó esperando una explicación.

- No tengo nada que decirte Maximoff, no tengo porque avisarte cada vez que valla a una misión -gruñiste.

- Eres tan testaruda cuando quieres, pudiste haber muerto, ¿acaso no te das cuenta?, -dijo enfurecido- eso no hubiera pasado si...-le cortaste.

- ¿Si qué?, si te hubiera avisado para que fueras conmigo, ya no soy una niña Maximoff -gritaste enojada.

- No entiendes que si te pasara algo no me lo perdonaría -regañó.

- No me iba a pasar nada, se cuidarme sola, no necesito que me estés cuidando cada segundo de mi vida -dijiste.

- Eso no es cierto (T/n), -soltó- si eso fuera cierto no tendrías esa cicatriz en tu abdomen -dijo con ironía.

- Sabes, no tengo por qué estar aguantándote, ni tampoco darte explicaciones, si me pasa algo será mi culpa, yo también necesito mi libertad, no solo tú -gritaste, mientras caminabas hacia su armario- hablaremos cuando te calmes -dijiste antes de empezar a cambiarte.

A penas te habías quitado los pantalones cuando Pietro te había acorralado contra la pared, rojo de ira y de preocupación, subió tus manos arriba de tu cabeza y te miro intensamente, suspiro contra tus labios antes de atacarlos ferozmente, pego su lengua contra tus labios pidiendo permiso, abriste tus labios dejándole pasar, empezaron una guerra con sus leguas, ibas perdiendo, y eso era lo que querías, pues el sokoviano era muy bueno siendo el dominante.

Se apartó de ti en busca de un poco de aire, lamió tu labio inferior para después morderlo, suspiraste en sus labios, se acercó a tu cuello y empezó a depositar algunos besos en el, hiciste tu cabeza a un lado para que tuviera un mejor acceso, fue subiendo poco a poco, te hacía cosquillas con su nariz, mordió tu lóbulo lentamente.

- No sabes cuánto te he extrañado -susurro en tu oído sensualmente.

Empezó a recorrer tu cuerpo con sus manos, frotando sus cuerpos, gemías suavemente ante el contacto, te tomo de los muslos y te alzó, enredaste tus piernas en su cintura, tomaste sus cabellos y lo atrajiste de vuelta a tus labios, lentamente se comían, mordiste sus labios, jugaron con sus lenguas; sentiste que Pietro jalaba desesperadamente tu camisa, ibas a levantar tus brazos para que te la quitase, pero él ya la había arrancado.

Empezó a juguetear con tus pechos, acariciándoles por encima de la tela, de vez en cuando mordía en donde se suponía que se encontraba tu botón, que cada vez se ponía más duro por el contacto, empezabas a gemir cada vez más fuerte, Pietro te silencio con un apasionado beso, se separaron, pero no del todo, un pequeño hilo se hizo presente entre ustedes, el sokoviano se relamió los labios, le viste a los ojos, con las pupilas dilatadas, y una mirada cargada de lujuria; sonrío con malicia y fue trazando un camino, con las yemas de sus dedos, desde tu abdomen hasta quedar a milímetros arriba de la tela que cubría tu feminidad, en ningún momento dejo de observarte, incluso cuando empezó a descender, empezó a dar pequeños toques a tu clítoris, trazando círculos y pellizcándolo, veía como te retorcías ante el placer que te estaba provocando, movías tus caderas tratando de hacer más contactos con sus dedos, gimiendo del placer, lo tomaste de la camisa y lo atrajiste hacia ti, mientras que él se ocupaba de separar tus labios vaginales, metió unos de sus dedos y empezó a embestirte con el.

- Esto apenas empieza y ya estás así de mojada para mí -susurro con voz ronca.

Presionaste aún más tus caderas contra su mano y cintura, ansiando lo que vendría después, tus manos temblorosas por el placer empezaron a meterse entre su camisa con desesperación, acariciaste todo su abdomen sin dejar ninguna parte sin tus caricias, gruño al tacto, maldijo en sokoviano, se moría por tenerte completamente, gimiendo su nombre, y que todo New York se enterara de lo que estaban haciendo; la temperatura había aumentado, al igual que los dedos de el platinado dentro de ti, embistiendo y acariciando tu clítoris, dejando besos húmedos en tu cuello, mordiendo tus labios mientras acariciabas y tirabas de su cabello.

Tú ya te habías venido, pero no se podía decir lo mismo del sokoviano, te beso apasionadamente; para cuando se separaron ya estaban a el borde de la cama, te tiro en ella.

- Te prometo que mañana no podrás caminar -gruño antes de despojarse de su camisa y pantalón.

Se abalanzó sobre ti, dejando besos por todo tu abdomen hasta llegar a tus bragas, las bajo lentamente con sus dientes, observando cómo te retorcías debajo de él, cuando las desapareció abrió tus piernas, le tomaste del cabello y hundiste su rostro en tu feminidad, río en ella, lo que te causó un escalofrío, no se negó y te dio lo que querías, empezó a lamer desde tu entrada hasta tu clítoris, que ahora estaba hinchado, el contacto con su lengua era genial, y no lo negarías, empezaste a mover tus caderas al compás de sus movimientos, tres de sus dedos dentro de ti, volviéndote loca, haciendo que gritaras lo más alto que podías; pero ya era hora de Pietro.

Colocó tus tobillos en sus hombros, te despojo de tu sostén, dejándote totalmente expuesta, tal y como habías llegado al mundo, se deshizo de su bóxer y empezó a hacer su trabajo, te embistió con fuerza haciendo que gimieras alto, continuó embistiéndote, cada vez con más rapidez, y si Pietro era rápido en todo, en todo menos en esto, a él le gustaba hacer las cosas lentas, trataba de demostrarte su amor, ya que esto no era sólo sexo, no, esto era mucho más.

- No importa cuantas veces lo hagamos siempre estarás así de estrecha -canturreo en un tu oído.

Pasaron unos minutos más, solo que esta vez todo era más rápido, soltando infinitos gruñidos y gemidos en el aire, llegando casi al límite, sintiendo sus cuerpos haciendo fricción; con las respiraciones agitadas, su pecho bajando y subiendo; salió antes de correrse dentro de ti; no es que le molestara la idea de tener un hijo contigo, pero aún no era el momento; se tiró a tu lado de la cama y tomo una cobija para cubrir sus cuerpos.

- Creo que deberías hacerme enojar más seguido -dijo riendo.

N/a:

No puedo creer que realmente haya escrito esto, declaró oficialmente que le he vendido mi alma a el diablo, definitivamente lo hice, espero que lo disfruten, porque tardaré bastante en escribir otra cosa de este estilo, vaya que lo haré, por otra parte agradézcanle a Pat por ayudarme a escribir esto, ella lo ha hecho posible; creo que no podré dormir, nunca superaré esto, no al menos hasta que llegue algo un poco más traumático; se despide su traumada escritora.

One Shots ▷ Pietro MaximoffWhere stories live. Discover now